Existen muchos debates sobre el papel del estado en el bienestar de los ciudadanos. Normalmente son debates teóricos que utilizan evidencias empíricas parciales (es obvio que resulta un poco difícil realizar experimentos sobre este problema).
Pero ahora, surge un "experimento natural" (como los que tanto nos gustan a los biólogos: una perturbación drástica que ocasiona una modificación en el espacio y/o tiempo respecto a las condiciones normales). En este caso, el experimento sucede en Somalia.
Somalia lleva sin gobierno desde 1991, y sin intervenciones extranjeras (perdón, norteamericanas) desde 1994. El único gobierno más o menos "oficial" reside en Nairobi, Kenia), por lo que podemos imaginarnos que a efectos prácticos es inexistente. Pues bien, 14 años sin gobierno efectivo parece la fórmula segura para la debacle económica y social.
¿Qué ha sucedido?. Tatiana Nenova y Tim Harford, economistas del Banco Mundial, han analizado la evolución económica y social de Somalia tras la desaparación de su gobierno y la han comparado con la de otros países africanos. Sus conclusiones son sorprendentes, y aparecen publicadas en el número 280 (2004) del Public Policy Journal, Anarchy and Invention. How does Somalia's private sector cope without government (pdf). En resumen, Somalia no ha ido a peor, más bien a mejor, superando en diferentes indicadores, tras la desaparición de la administración pública, a otros países africanos considerados más ricos y políticamente estables.
El número de marzo de Reason comenta las principales conclusiones del trabajo de Nenova y Harford. Evidentemente Reason se alegra de las conclusiones, pero los propios autores, a pesar de sus resultados, no son defensores de la ausencia de estado (lo que elimina susceptibilidades ideológicas sobre el análisis que han realizado). La BBC emitió recientemente un reportaje en el que básicamente llegaba a las mismas conclusiones, y en el que, sorprendetemente, se reclamaba la necesidad de un gobierno fuerte para Somalia. Estas son algunos resultados e ideas clave tal como los ha resumido Reason:
That chaotic picture has elements of truth; a recent BBC report on urban Somalia found no shortage of people lamenting the lack of free passage down roads and the amount of their income paid as kickbacks to armed gangs. But in a recent study two World Bank economists found a surprising side to Somali statelessness. Its “private sector experience,” Tatiana Nenova and Tim Harford write, “suggests that it may be easier than is commonly thought for basic systems of finance and some infrastructure services to function where government is extremely weak or absent.” They report that “Somalia boasts lower rates of extreme poverty and, in some cases, better infrastructure than richer countries in Africa.
...Areas where Somalia is doing as well as or better than neighboring countries include the percentage of population living on less than $1 a day, roads per capita, and telephones per thousand people. (Somalia’s highly competitive, cheap, and thorough telecommunications industry includes many functioning Internet cafés in the capital city of Mogadishu.) Areas where Somalia lags behind—sometimes far behind—include literacy and access to safe water.
The study doesn’t advocate statelessness as a positive solution. But it does note that people have a tenacious ability to figure out ways for life to go on, no matter what the governmental circumstances. It outlines three chief methods by which Somalis have addressed their large-scale social and economic needs without government: traditional clan systems (which provide services such as savings, insurance, and legal dispute resolution); simple market transactions (for small-generator electricity, among other things); and foreign sources (for example, airplane crews are leased from international suppliers, and the U.S. dollar provides monetary stability).
O sea, gestión de la comunidad y mecanismos de mercado (sin ningún tipo de interferencias, y que incluyen el uso de proveedores extranjeros cuando son más eficientes). No creo que sea una anomalía ni un caso particular que no aporta ideas de aplicación más general. Tampoco la situación actual es una panacea, pero mucho menos lo es en otros países africanos "gobernados".