Hagamos un experimento de interconexión. Acabo de leer dos artículos que aparentemente no tienen nada que ve entre si pero que, creo, ponen de manifiesto problemas comunes que afectan globalmente a las ciudades.
Mariano Gistaín publica hoy, en El Periódico de Aragón, su columna de opinión titulada Nuevos Mundos. Una crítica irónica a los nuevos barrios periféricos que aparecen en las ciudades (Goya 2 es un ejemplo en Zaragoza), cuidadosamente diseñados en sus edificios y mobiliario urbano, pero aislados totalmente de su entorno. Estos barrios, por el contrario, no cuentan con los recursos básicos (bares, farmacias, iglesias, ...) sobre los que empezar a desarrollar redes sociales. Resultado: sus habitantes viven aislados dentro del barrio y con otras zonas de la ciudad.
Kieran Healy publica en su blog un borrador de su revisión del libro Heat Wave: A social autopsy of disaster in Chicago, del sociólogo Eric Klinenberg. (University of Chicago Press). Klinenberg disecciona las causas de la elevada mortalidad que causó la ola de calor de Julio de 1995 en Chicago (que originaron en una sola semena 739 muertes más de las esperadas estadísticamente en ese periodo). El autor no se para en las razones meteorológicas (evidentes) ni en el catálogo de horrores que constituyó la cobertura de los medios, y se pregunta como se distribuyó dentro la población la probabilidad de muerte por calor y como se pueden explicar las drásticas diferencias observadas entre grupos de edad, sexos, grupos étnicos o edades.
Para logar este objetivo, el autor se apoya en el buen seguimiento epidemiológico que se hizo de esta crisis y aplica una combinación de aproximación estadística epidemiológica formal y trabajo etnográfico. Los resultados vuelven a indentificar factores culturales y a las redes sociales urbanas como explicaciones. Así, más allá de las obvias diferencias entre grupos de edad y, las menos obvias entre sexos (la probabilidad de fallecimiento de los hombres fue más del doble que la de las mujeres), existen importantes diferencias entre negros y latinos. Y para explicar estas diferencias descarta la causa que habitualmente se utiliza como explicación: los mayores vínculos familiares entre latinos (primero, por que esta diferencia en estructura familiar no es clara, y segundo por que no existe ninguna razón que permita relacionar la existencia de mayores vínculos familiares con una mayor supervivencia a la ola de calor).
Se presenta un análisis detallado de dos barrios "hermanos" (muy próximos y similares en términos de infraestructuras y niveles de renta), uno dominado por población negra (donde la mortalidad fue muy elevada) y otro por latinos (donde la mortalidad fue casi igual a la de otros veranos). La principal diferencia entre ambos barrios es su dinámica social: el barrio "negro", muy afectado por la inseguridad, ha visto reducida su actividad callejera (pocas tiendas, poco movimiento de personas), la gente vive aislada con pocas relaciones en su entorno. El barrio "latino" cuenta con una actividad comercial floreciente, una vida callejera vibrante y, por tanto, redes locales muy desarrolladas y complejas. Estas redes vecinales fueron claves en la respuesta a la ola de calor. Las razones son muy simples y mundanas: en el barrio latino la gente afectada por el calor podía salir a la calle (incluso por la noche), refugiarse en comercios con aire acondicionado o en casas de conocidos. La gente del barrio "negro" tenía que soportar en silencio y soledad el calor, hasta morir en algunos casos.
El libro también dedica una crítica a la respuesta del gobierno municipal que, como casi siempre, fue catastrófica: lenta y a remolque de los medios de comunicación (que también son criticados en el libro).
El caso de Chicago ilustra claramente con la existencia de redes sociales vecinales dinámicas y diversas (favorecidas por la seguridad y la actividad comercial) son clave en la resilencia urbana a las crisis. El artículo de Gistaín nos cuenta que se necesita algo más que diseño y edificios para desarrollar redes sociales, y que sin estas redes la vida en los nuevos barrios puede ser insufrible.
Aviso a políticos municipales: las redes no se crean desde arriba y menos creando únicamente infraestructuras. Pero si se pueden crear las condiciones favorables para que las redes se desarrollen, y esto tiene mucho que ver con que cada uno haga bien su papel: la administración pública garantizar la seguridad y la libertad (social y económica) de los ciudadanos, y los ciudadanos disfrutar de sus libertades involucrándose en actividades sociales y económicas que mejoran su bienestar (e indirectamente él de su comunidad).