La Unión Europea
está preparando el 7º Programa Marco, el instrumento básico de financiación y gestión de la investigación científica en la UE. Science dedica un reportaje a este futuro programa en su número de 15 de abril, A framework of change?. El artículo resume las grandes críticas que han recibido los programas previos, las promesas de cambio que los burócratas europeos están haciendo con respecto a este nuevo programa y la mezcla de esperanza y desconfianza que ha generado en la comunidad científica.
La financiación procedente de la UE se ha convertido, en términos cuantitativos, en una pieza fundamental de la investigación europea (se prevé una inversión de 73 billones de euros durante 7 años con cargo al 7º Programa Marco). Pero este esfuerzo económico (importante pero poco relevante con respecto a otros gastos de la UE como los subsidios agrarios y pesqueros), se ha asociado al desarrollo de una férrea y compleja burocracia que gobierna todo el proceso: desde la formación de grupos y la petición de financiación a la gestión económica de los fondos y la rendición de cuentas y presentación de resultados.
Como consecuencia, el conseguir fondos de la UE para investigación se ha convertido en una profesión en si misma. El artículo de Science comenta como aquellos científicos que se convierten en investigadores principales de proyectos de la UE deben, en buena parte, abandonar su propia actividad científica para convertirse en gestores administrativos que den respuesta a los numerosos requerimientos que los funcionarios de Bruselas les plantean. El 6º Programa Marco, vigente hoy en día, ha llevado al paroxismo esta situación. Se han incentivado los grandes proyectos y redes cuya gestión sólo está al alcance de grandes instituciones que apoyen administrativamente a los científicos en la gestión de sus proyectos (algo que, al menos en la universidad española, está muy alejado de la realidad). Además se han incrementando, si esto es posible, los trámites y requerimientos administrativos como respuesta a los recientes escándalos por corrupción (que no se motivaron por los programas marco) que han afectado a la Comisión Europea (como siempre, se da ejemplo en casa ajena). Buen ejemplo del exceso de complejidad es la existencia de verdaderos gurus de los proyectos europeos con consultoras dedicadas en exclusiva al asesoramiento en estos temas.
Ahora, en el 7º Programa Marco, y con un nuevo Comisario de Investigación (Janez Potocnik) procedente de un país nuevo en la UE (Eslovenia), se plantean cambios radicales. Lo más relevante: reducir la complejidad de los procesos de solicitud de financiación y de la dimensión requerida en los grupos de investigación. En paralelo, y como instrumento para cumplir estos objetivos, se plantea la creación del European Reserach Council. Su objetivo, en imitación parcial de la National Science Foundation de EEUU, es la financiación de investigación básica en función de la calidad e innovación de las propuestas y no por el tamaño de los grupos y número o tipo de países implicados (criterios que de facto han sido básicos hasta este momento).
Como analiza Science, el 7º Programa Marco ha suscitado amplias esperanzas dado que se reconocen los problemas existentes y se apuntan soluciones, pero también una gran desconfianza. Hasta el momento, siempre que la UE ha anunciado medidas para corregir un problema, hemos asistido a importantes declaraciones públicas y campañas de información, pero, al cabo del tiempo, el problema subsistía o se había agravado. El tiempo nos dirá si por una vez las cosas empiezan a cambiar. Parece probable que se alcancen los objetivos cuantitativos de financiación (se propone un incremento importante para hacer frente a la ampliación a 25 países y APRA poder alcanzar los objetivos para 2010 que se acordaron en Lisboa), aunque otras “prioridades” pueden hacer que otra vez el I+D sea el gran olvidado. Más difícil parece que se modifiquen los aspectos organizativos y de gestión.
Como comentario al margen, la UE empieza a hablar sobre investigación básica, pero este concepto ha de ser definido claramente. ¿Qué entendemos por investigación básica?: aquella que se mueve por la curiosidad del científico sin necesidad de ninguna conexión con las necesidades sociales y económicas del entorno, o la investigación que, estando bien acoplada en el sistema de I+D de un país, se centra en problemas básicos (valga la redundancia), aún muy alejados de la aplicación comercial de los resultados (pero que constituyen los elementos de partida imprescindibles para desarrollos futuros más próximos a productos y servicios comercializables). Para entender esta polémica se pueden consultar este artículo del Washington Post (que defiende la visión de una ciencia básica gobernada por la curiosidad, y critica al gobierno norteamericano por olvidarse de esta ciencia) y esta respuesta de Roger Pielke, Jr. (University of Colorado Center for Science and Technology Policy Research) en el blog Prometheus (que critica la visión del periodista del Washington Post sobre la ciencia básica y defiende los aspectos utilitarios). El debate se centra en el caso de EEUU, pero es trasladable en su mayor parte a la UE.