The Economist dedica su portada de esta semana a las "tarifas planas" o únicas en los impuestos. En el artículo central The case for flat taxes desarrolla estas propuestas y las experiencias existentes en los países de Europa del Este.
La implantación de tarifas únicas es una tendencia creciente en los países de Europa del Este, desde Estonia que la implantó en 1994 (26%, en 2007 la reducirá al 20%) a Rumania o Geogia que la han aplicado en 2005 (con un 12 y 16% respectivamente). La intensidad de aplicación es muy variable: desde paises que aplican una sola tarifa a todos los impuestos (sobre el trabajo, sobre beneficios empresariales y al impuesto al consumo o IVA) a otros en que se aplica sólo a los impuestos del trabajo. La cuantía es también mu variable, oscilando entre el 12% de Rumanía y el 33% de Lituania, aunque en la mayoría de casos no supera el 20%.
Los resultados del experimento han sido al parecer muy positivos. Los países que han modificado, simplificando, su esquema impositivo han experimentado crecimientos del PIB importantes (muy superiores a su entorno geográfico).
Curiosamente, este tipo de modelo fiscal ha sido también sugerido en otros países europeos con gobiernos socialistas (España es un buen ejemplo, aunque la propuesta de Miguel Sebastián ha tenido escaso eco en sus propios compañeros de gobierno, como de The Economist señala). Por el contrario, en EEUU parece que la posible aplicación de un modelo fiscal de este tipo es muy poco probable, al igual que en otros países europeos occidentales con gobiernos conservadores. Una razón para esta inercia inmovilista es la existencia de una maquinaría fiscal muy pesada y desarrollada que tendría muy difícil adaptarse a un sistema de tarifa única. Curiosa paradoja, al menos semántica: gobiernos "progresistas" propioniendo (muy timidamente) tarifas únicas y gobienos "conservadores" complacientes con impuestos progresivos.
El modelo de tarifa única puede argumentarse desde el punto de vista teórico y filosófico, pero existe un argumento empírico mucho más fuerte que nace del pragmatismo. Rusia es un buen ejemplo. En 2001 crearon una tarifa única del 13% que reemplazaba el sistema anterior con tres tramos (30, 20 y 12%). En esos momentos, la recaudación de impuestos no cubría ni una tercera parte de los gastos públicos rusos, y el sistema estaba al borde la quiebra. Al año siguiente, y a pesar de imponer una tarifa en el límite inferior de las existentes antes, la recaudación total se incrementó casi un 26%.
Tanto en Rusia como en otros países, las evidencias indican que la simplificación de impuesto supone incrementos de recaudación. ¿Por qué?. Una parte de la respuesta es el incremento en la actividad económica (habría que estudiar hasta que punto este crecimiento se debe a la reducción de impuestos); pero este no es el único (ni principal) factor. La mayor parte de la subida de la recaudación se debe a la "recuperación" de contribuyentes que eludían impuestos con el sistema progresivo y que ahora tienen menores incentivos para defraudar. Además, el nuevo sistema requiere controles estatales mucho menores y esta eliminación de burocracia determina menores costes.
En resumen, la simplicidad impositiva incentiva el cumplimiento de las obligaciones fiscales y reduce los costes de administración y control. Y este es un efecto del tipo de impuesto (tarifa única), no de la cuantía (el mismo efecto se ha observado en países con tasas del 13 y del 33%). Además la progresividad del impuesto se puede conservar mediante la creación de un mínimo exento (y su cuantía va a determinar el grado de progresividad efectiva).
The Economist termina recordando que la Revolución Americana, que acabó con la independencia de EEUU, nació en realidad de una lucha con los británicos para simplificar los impuestos. Ahora parece que no están muy por la labor.