Inspirándose en SimCity, el videojuego que se ha convertido en herramienta de simulación para planificación urbana (aquí comentábamos este tema a partir del trabajo de Daniel Lobo, versión pdf), David Biggs y su empresa Envision Sustainability Tools, han desarrollado Metroquest. Este software de simulación está orientado a su utilzación en talleres “multi-stakeholder” como un instrumento que facilite la conversación y permita explicitar las decisiones y consecuencias. MetroQuest plantea escenarios a 40 años sobre las consecuencias socio-económicas y ambientales de diferentes opciones de desarrollo urbano y regional. David Biggs acaba de ser nombrado como uno de los Earth’s Innovators por el Sierra Club en reconocimiento a este proyecto.
Jamais Cascio habla de Metroquest en Worldchanging, y pone de manifiesto algunas limitaciones poco visibles pero muy importantes. Parece que, al utilizar MetroQuest, los talleres en que participan usuarios con intereses inicialmente contrapuestos alcanzan acuerdos de una forma sorprendentemente sencilla. Y esos consensos parecen ir en la línea del “smart growth ”. Algunos presentan este resultado como una muestra de la utilidad del software. Pero, como pone de manifiesto Jamais Cascio, este resultado puede ser una consecuencia del modelo subyacente que utiliza MetroQuest que "pre-destina" las mejores opciones de planificación. Algo parecido puso de manifiesto Daniel Lobo con SimCity, en un interesante artículo que ya comenté hace tiempo.
Dado que MetroQuest usa código “cerrado” es difícil o imposible conocer las “tripas” de los modelos. Sólo conociendo los algoritmos y que parámetros y procesos son fijos de origen y no pueden ser alterados por los usuarios, podemos entender como la estructura del modelo determina los resultados posibles.
Algunas preguntas claves para entender los porqués de ese consenso “smart growth” que suelen alcanzar los usuarios de MetroQuest: podrían ser las siguientes
- ¿están representados todos los “stakeholders”? (incluso aquellos cuyos intereses no suelen ser “bien vistos”, por ejemplo los que se denominan muchas veces especuladores)
- ¿son sinceros los “stakeholders”? (un “especulador” defiende abiertamente sus intereses en el taller o prefiere dar otra imagen)
- ¿están todos los costes incluidos?, por ejemplo, la fiscalidad de diferentes opciones en cada zona geográfica. Recordemos, que los incentivos y “castigos” (impuestos o tasas) institucionales pueden ser muy efectivos condicionando el comportamiento de los usuarios, pero normalmente de formas distintas a como pretende el regulador. Las administraciones son las que suelen encargar estos ejercicios pero no suelen asumir los efectos "secundarios" de los impuestos
Las preguntas anteriores son algunos ejemplos de temas que
no suelen abordarse correctamente en este tipo de ejercicios. Desde mi punto de
vista, estos talleres son herramientas válidas y de enorme utilidad, pero
deberían diseñarse de forma que introdujesen toda la complejidad del problema y
situasen a todos los “stakeholders” en un escenario “real” donde ellos actuasen
del mismo modo que la vida real. Y este es un arte en el que el software no es
más que una pequeña pieza.
Como una reflexión más general, este es otro ejemplo de la utópica (y falsa) objetividad absoluta del trabajo científico. Toda actividad técnica o científica (por muy aséptica que parezca) contiene una intencionalidad o es susceptible de ser empleada con una intencionalidad social, política o económica. Esto no es bueno ni malo por si mismo, pero si es peligroso olvidarnos de esta cuestión y creer ciegamente en los resultados sin analizar su diseño y asunciones de partida.
Con respecto a MetroQuest, la iniciativa me parece importante, pero sus usuarios necesitarían tener acceso al código o, al menos, a la estructura de los modelos subyacentes (que deberían ser lo más flexibles posible). Posiblemente (no queda claro en su web), Envision tuvisese que modificar su modelo de negocio. Ahora parece generar ingresos por la comercialización del software y por la organización (consultoría) de talleres que utilizan su software. Si abriesen el código posiblemente tuviesen más difícil vender el software pero podrían incrementar el interés por su uso y, como desarrolladores y especialistas en una herramienta de gran complejidad, podrían aumentar su otra línea de negocio. Pero esta es ya otra historia ...
Y para acabar, a ver si Daniel Lobo se anima y nos analiza MetroQuest.