La energía eólica supone una de las grandes promesas (e incipiente realidad) dentro de las energías renovables y una posible (pero en gran medida no demostrada) amenaza para la conservación de los ecosistemas costeros. Esta dualidad puede crear conflictos y contradicciones entre todos aquellos usuarios (individuos u organizaciones) con intereses en la zona costera. A raíz de los diferentes proyectos existentes para la costa gallega, hemos analizado aquí los escenarios de futuro y el papel que podrán jugar los diferentes actores.
Uno de los proyectos que hemos comentando como ejemplo de los conflictos entre intereses locales y globales de los grupos conservacionistas es CapeWind, que pretende desarrollar parques eólicos marinos en la región de Cape Cod, uno de los paraísos turísticos en la costa atlántica estadounidense.
Ahora la polémica alrededor del proyecto CapeWind empieza a dejar al descubierto la hipocresía que se escuda detrás de algunas posturas públicas. Casi siempre es fácil defender posturas ideológicas que deben aplicarse "lejos", pero más difícil es ser consecuente cuando nuestra ideología nos obliga a sufrir un coste personal por un bien común.
Sustainablog (The Politicos Chiming in on Cape Cod Wind) nos da los enlaces a los "puntos calientes" del debate CapeWind. En realidad, la polémica ha saltado por qué el Senador Ted Kennedy, un prominente representante del ála más liberal del Partido Demócrata (y por tanto muy probablemente defensor de las energías renovables), se ha movilizado en contra del proyecto CapeWind que, casualidad o no, se pretende instalar enfrente de su casa de veraneo. En realidad Kennedy es la cabeza visible de un grupo de oposición pequeño pero muy significativo formado por los veraneantes ricos que poseen propiedades en cape Cod.
Kennedy se ha convertido en presa fácil de la prensa conservadora que critica dura e irónicamente la hipocresía de Kennedy y sus compañeros de oposición a CapeWind. En particular, Jonah Goldberg ha publicado en National Review el artículo A Mighty wind:
Witness the current fight in Cape Cod over an effort to build wind farms just offshore. It features sanctimonious environmentalists, super-rich property owners, and super-rich, property-owning, sanctimonious environmentalists feeding on each other like big hungry sharks in a small tank.
The basic situation is that some environmentalists and a company called Cape Wind want to build 130 windmills way out in the ocean to help offset energy costs in the region — and to satisfy all those demands that we find substitutes for evil fossil fuels.
Meanwhile, other environmentalists and conservationists are eager to stop the wind farm from being built, largely because it will mar the view from their extravagant coastal homes. Leading this charge is Sen. Ted Kennedy, whose famous compound would have a nice view of the turbines. (To be fair, though most people say the turbines would be hard to see except on very clear days, and even then they'd be tiny blips on the horizon.)
But Ted wants no such thing spoiling cocktail hour on the veranda. So he drafted his famously green nephew Robert to join the fight — even though Robert is a senior lawyer for the Natural Resources Defense Council, which strongly backs the project.
Rebecca Wiegand comenta el artículo de Goldberg en Moving Ideas' Ideopolis, y lo mismo hace Matt Yglesias en Tapped (The American Prospect). Este último coloca a cada uno en su sitio. En concreto ataca a Goldberg por, aún siendo un conservador, aceptar los argumentos de los ecologistas (sus tradicionales enemigos) sólo para poder atacar y hacer chanzas con Ted Kennedy (la verdad es que se lo han dejado fácil :-). Esta es su opinión sobre la oposición de los veraneantes "liberales" a CapeWind:
That's the real story here. Sure, sometimes some liberals act hypocritically. But anytime you've got a case of hypocrisy on your hands, what you need to ask is whether the principles should be revised or the conduct should be. The old saying is that hypocrisy is the tribute virtue pays to vice, which seems to be the case here; but why choose in favor of vice? Kennedy's principles are correct, and his actions here are wrong. He and his fellow vacationers should be made to put their money where their mouth is. Adopting unsound principles elsewhere would only make the world worse -- the reduction in aggregate hypocrisy wouldn't be a price worth paying.
No conviene trasladar estos debates directamente a la situación española, y en especial al caso gallego. En Cape Cod se discute principalmente sobre el impacto paisajístico (visual) de los parques eólicos, un impacto bastante subjetivo (aunque pueda tener un efecto económico real). En Galicia se discute sobre el impacto sobre los recursos pesqueros y son los propios pescadores (y no veraneantes acaudalados) los que temen (con mayor o menor razón) por el futuro de su actividad profesional.
Por otra parte, la postura del Senador Kennedy me recuerda a la del arquitecto Oriol Bohigas sobre la degradación de la Plaza Real, donde vive, en Barcelona. Para descubrir las similitudes podéis leer mi comentario a esta otra historia.