La creatividad y la innovación son imprescindibles tanto para sostener nuestro crecimiento económico como para crear ciudades atractivas y dinámicas. Jiry Engeström ha publicado un provocador y magnífico artículo hace poco sobre Cities, technology, and ceativity. Su objetivo es identificar los factores políticos y tecnológicos clave para conseguir ciudades realmente creativas. Ramón Sangüesa, en Reflexiones inseguras, se hizo eco de este artículo (Ciudades creativas: pistas para la administración), y nos regaló un resumen en castellano de las principales ideas de Engeström, complementadas con buenas ideas de la propia cosecha de Ramón y con una crítica clara a la política municipal de la ciudad de Barcelona.
Jiry Engeström y Ramón Sangüesa ya han escrito largamente sobre este tema, pero me resisto a no repetir aquí algunas de sus ideas por que las creo fundamentales para el futuro de nuestras ciudades. Estas propuestas podrían convertirse en una hoja de ruta para aquellos que quieran provocar cambios en sus ciudades, generando una cultura de la creatividad y la innovación.
Como nota previa, debemos tener en cuenta que Engeström se refiere a ciudades creativas, no a clases creativas. Esta distinción es fundamental para poder entender las ideas que lanza. La teoría de las clases creativas de Richard Florida ha sido muy popular entre los gestores municipales, primero en Estados Unidos y ahora en Europa, y se ha trasladado en muchos casos a las políticas públicas urbanas. [Aquí tenéis algunos de mis comentarios previos discutiendo las ideas de Richard Florida]
Aunque la propuesta de Florida es más compleja y matizada (sobre todo en sus últimas versiones en las que responde a parte de las críticas recibidas), la aplicación política ha llevado en muchos casos a modelos top-down de planificación centralizada que, en lugar de pensar en la población existente, definen una hipotética clase creativa que el municipio querría "crear" (o importar) y desarrolla una serie de iniciativas para atraerla. En la mayor parte de los casos, estas políticas nos llevan a "escenarios de cartón-piedra" que no atienden las necesidades de los ciudadanos reales que habitan las ciudades ni les permiten desarrollar sus propias iniciativas creativas. En este modelo, los políticos diseñan de principio a fin la estrategia y, normalmente, tienen ya en mente (implícita o explícitamente) que tipos de innovación y creatividad "necesita" su ciudad, lo que se traduce en la incentivación (¿subvención?) de ciertos sectores económicos. Al final se suelen promocionar las iniciativas que interesan a las élites empresariales y no a la ciudad en si misma.
La aproximación de Engeström es radicalmente diferente, siguiendo un modelo "bottom-up" en el que la creatividad surge de los propios ciudadanos. La creatividad existe dentro de las ciudades, en las manos y cerebros de sus ciudadanos, y sólo necesitamos proporcionar las condiciones precisas para que aflore y se plasme en proyectos concretos. Según este planteamiento, la cultura y la innovación son la consecuencia de la recombinación creativa de obras, ideas, servicios y productos pre-existentes. Esta idea sigue la filosofía del creative remix de Creative Commons. En este modelo, las creaciones e innovaciones que surgirán no se predefinen por los políticos que sólo definen y aplican estrategias para que aflore y se desarrolle la creatividad.
Yendo un poco más allá, el eslogan "ciudades creativas" es en realidad una simplificación. No existen ciudades creativas, existen, en realidad ciudadanos creativos que, cuando pueden desarrollar sus ideas y colaborar entre ellos, hacen emerger una cultura de la innovación y la creatividad que se traslada a toda la sociedad. Pero utilicemos el término ciudades creativas como una metáfora de esta idea.
¿Cómo pueden las ciudades conseguir "ser creativas"?. Una buena parte de la solución depende de la combinación inteligente de estrategias políticas y la utilización de tecnologías de la información (y en particular de software social). Centrémonos ahora en las propuestas de Jiry Engeström para crear ciudades creativas (que como podemos comprobar, cada una de ellas combina aspectos políticos y tecnológicos):
- Conversaciones abiertas. los políticos deben fomentar y participar en conversaciones online utilizando blogs. El artículo de Engeström proporciona ejemplos tanto de diversos alcaldes en ciudades americanas y europeas que mantienen blogs donde hablan y discuten sobre sus políticas, como de blogs locales (o agregadores, planets, de contenidos locales de blogs) que se centran en la discusión de aspectos de la vida local.
- Acceso abierto a Internet. Propone el desarrollo de redes wifi abiertas y universales promovidas desde los municipios. En realidad, Engeström analiza diversas opciones pero se decanta por la opción pública (tal como defiende en este otro artículo). Analizaré este punto en mayor profundidad en este otro comentario.
- Creación de bases de conocimiento amplias y diversas en Internet que constituyan una verdadera digitalización de la vida municipal (fotografías, cartografía, documentación, noticias, etc). Fundamentalmente se necesita que la inmensa cantidad de información que produce la administración pública día a día se vuelque a Internet, que pase a constituir el núcleo central para su gestión.
- Formatos abiertos para la información pública. utilizar formatos y tecnologías para ofrecer la información que generan los ayuntamientos de modo que alcancen la mayor audiencia posible y se permita su reutilización para otros fines. La utilización de estándards de sindicación de contenidos como el RSS y de bases de datos con APIs abiertas (application programming interfaces) son dos medidas clave en este sentido. Sobre la importancia del RSS se puede consultar este otro comentario.
- Utilización de licencias abiertas, tipo Creative Commons, en toda la información generada desde las administraciones públicas..
Estas propuestas deberían ser hoy en día consideradas como infraestructuras (física, tecnológica, legal y de conocimiento) mínimas para el desarrollo cultural, social y económico. Por desgracia en muchas ciudades de nuestro entorno estas ideas pueden sonar aún a ciencia ficción.
Una vez se consiga crear el contexto político (las reglas de juego) y tecnológico (las herramientas) necesarias, serán los propios ciudadanos con sus iniciativas (privadas en sentido amplio, considerando las iniciativas individuales, de empresas o de organizaciones sin ánimo de lucro) los que generen creatividad e innovación, y de este modo mejoren su calidad de vida. Además, posiblemente muchos trabajadores creativos, tal como los definió Richard Florida, se vean atraídos por este contexto acelerando el desarrollo de las ciudades realmente creativas.
Pero el papel de los ciudadanos no debe esperar a que se creen las condiciones necesarias, deben trabajar activamente por que se consigan. Por supuesto, la elección democrática de sus representantes es una vía, pero no la única. ¿Cuáles son los papeles que debe jugar la iniciativa privada?. ¿Qué pueden hacer las empresas o las ONGs para conseguir ciudades creativas?. ¿Cómo pueden responder de modo efectivo y pro-activo a adminsitraciones públicas poco receptivas a estas ideas?.