Al hilo de mi comentario anterior sobre e futuro de las universidades ("globales, diversas y competivas"), he seguido reflexionando sobre su aplicación a mi entorno más inmediato. Aquí os presento algunas ideas "en borrador" sobre alternativas para mejorar las universidades públicas gallegas. Supongo que esto que voy hacer aquí es una de las funciones de los blogs: lanzar reflexiones polémicas y arriesgadas (e inacabadas) para tratar de abrir el debate (que normalmente está bastante apagado en el "mundo exterior"). ¿Por qué hablo de "públicas" y "gallegas"?, por que es donde trabajo y el mundo donde más puedo contribuir a su mejora (aunque en ocasiones pierda toda esperanza). Así que, probalemente, muchos lectores de este blog (por ejemplo los dos tercios de fuera de España) pasen de largo por este post (disfrutad del tiempo libre que conseguís al no leer esta larga disgresión).
Galicia cuenta con tres universidades públicas que reunen todas las características que definía The Economist (The bran business) para la universidad tipo europea: financiación casi exclusiva del estado, precios pagados por los estudiantes fijados por el estado e inferiores al coste real de la enseñanza, fuerte intervencionismo estatal (que define casi todos los aspectos de la vida y gestión universitaria), elevada diversificación en los estudios ofertados por cada institución (y escasa diferenciación entre universidades o con otras de su entorno geográfico), y elevada importancia de la investigación científica y tecnológica.
En Galicia no existen universidades privadas en sentido estricto, y éstas son un fenómeno reciente en España. Debido a las características de la universidad pública española y a la política universitaria, el nacimiento de universidades privadas ha sido dificultoso y centrado en oportunidades de rentabilidad muy específicas. La creación de una universidad "desde cero" es muy costosa y la rentabilidad se sitúa en general en el muy largo plazo, por lo que es realmente difícil que el capital riesgo se decante por inversiones en universidades (al menos hasta hace muy poco, como comentábamos antes) sin el escenario es poco propicio. En situaciones como la española la competencia de una universidad privada recién nacida con las instituciones públicas es muy dificil. Como resultado, en España han surgido una mayoría de universidades privadas que captan estudiantes excluidos de la pública (principalmente por sus calificaciones) o que ofertan sólo estudios muy atractivos pero que las universidades públicas ("dormidas en los laureles") tardan más en ofertar.
Como curiosidad relacionada con la oferta de titulaciones, en Galicia las discusiones entre universidades públicas para implantar diferntes titulaciones muy demandadas se han zanjado por el gobierno autónomo impidiendo por completo su implantación. Por esa razón muchos estudiantes se trasladan ahora a otras comunidades autónomas próximas (parece que los gallegos seguimos muy apegados a la tierra) a estudiar estas titulaciones que las universidades más próximas no les ofrecen. Al mismo tiempo, se ha faviorecido la duplicación y triplicación de titulaciones para favorecer un equilibrio entre instituciones, sin pensar en la demanda y oprtunidad.
Pero volviendo al tema que nos ocupa, existen pocas universidades privadas en España (pero las hay, y cada vez más y mejores) homologables a los modelos americanos.
En Galicia se discute mucho sobre como mejorar la educación universitaria y, más globalmente, el papel de la universidad en el desarrollo económico. Casi todo el debate pasa por la financiación (o sea, en cuanto se deben incrementar las subvenciones públicas y como se deben repartir entre instituciones). Muy poco debate se desarrolla alrededor de como gastar la financiación adicional que se espera obtener ni, muhco menos, si la financación actual se gasta bien o mal. La financiación es clave, y el ejemplo estadounidense lo muestra claramente dado que es en EEUU donde más se invierte por estudiante (más de triple que en España). Pero, esta financiación no tiene por que ser necesariamente ni exclusivamente pública. La otra clave es la organización y gestión de las universidades. Sólo si la financiación llega a instituciones con modelos bien diseñados será efectiva; una mayor financiación con un modelo fallido no representará mejoras apreciables.
Creo que la única forma (efectiva y rápida) de mejorar la calidad del sistema universitario público gallego es introducir competencia real (entre y dentro de las instituciones). En Galicia, mi impresión es que la ausencia de competencia real (ofertas universitarias no controladas estrictamente por la administración pública) lleva a los gestores y profesores a no tomarse demasiado en serio los nuevos retos que se les plantean y a no reclamar cambios políticos que permitan introducir cambios efectivos en el sistema.
En el contexto en que nos movemos (e independientemente del partido gobernante), pensar que esta competencia puede ser fomentada por la administración pública es política ficción. En todo caso, los pocos intentos de crear condiciones de competencia (algunos existen) suelen ser tan pequeños y lentos que tienen un efecto neto mínimo.
Dado que la competencia no puede surgir desde dentro del sistema, se necesita un agente externo que obligue a competir. La aparición de (al menos) una universidad privada que compita directamente con las públicas es el mejor (en realidad el único) camino para la mejora del sistema. la competencia se establecería, obviamente, por los alumnos y, en menor medida, por la financación pública y privada para I+D+i.
Por supuesto, el escenario ideal sería la aparición de una universidad privada fuerte económicamente y con una estrategia de futuro clara y robusta. Parece difícil que este modelo surja como empresa con ánimo de lucro. Como alternativa, una universidad global podría empezar a captar un número relevante de estudiantes gallegos, pero esta alternativa no parece muy probable a día de hoy. Más probable es que esa alternativa surgiese como institución sin ánimo de lucro, financiada por inversores fuertemente comprometidos con el futuro de este territorio, sin excesivas ataduras con el poder político (que les impidan tomar esta iniciativa), y recursos financieros abundantes. Estos filántropos potenciales existen, no hace falta dar nombres para identificarlos fácilmente, pero posiblemente a día de hoy no piensen que este tipo de iniciativas es necesaria o viable (o no tienen ganas de enfrentarse a todas las barreras qu surgirían). Tampoco creo que lean ese blog ...
Aunque no se cumpla este escenario ideal, iniciativas más pequeñas ("universidades de nicho" como las aparecidas en otras regiones españolas) pero bien definidas y gestionadas podrían tener un efecto neto también reseñable. No deberíamos confundir este tipo de iniciativas con otras basadas en la connivencia de la iniciativa privada con los poderes políticos (que ya se han dado en otros lugares) y que se basan en explotar oligopolios artificiales que crea la administración pública para la explotación privada (muchas veces actuando deslealmente con las universidades públicas atadas de pies y manos a esa misma administración).
Creo que iniciativas privadas como las que describo más arriba serían positivas (aunque traumáticas) para la universidad pública. La razón es simple: la competencia. Si la oferta privada está bien diseñada y tiene éxito, captarían una buena parte de la demanda (por ejemplo podrían ser especialmente existosas en la educación "a lo largo de la vida" y a medida) y provocarían una crisis en las universidades públicas. Esta crisis debería ser creativa, empujando a las universidades públicas a innovar en sus modelos de gestión y en su oferta docente (y, en menor medida en su oferta de I+D+i). Además, las universidades públicas deberían variar su discruso reivindicativo ante los gobierno sautónomo y estatal para reclamar mayor flexibilidad e independencia (que permita implantar las innovaciones).