PSD Blog, el blog sobre desarrollo basado en inicitivas privadas del Banco Mundial, comenta un reciente (y largo pero sumamente interesante) informe del Banco Mundial titulado Where is the Wealth of Nations?. El propio informe se autodenomina como el “millennium capital assessment”.`[Como materiales complementarios se puede consultar la nota de prensa y las entrevistas con los autores].
El informe descompone la riqueza de cada país en función de su origen, diferenciando el capital natural, el manufacturado y el intangible (lo que podríamos denominar "conocimiento"). Las tablas que incluyo aquí presentan la descomposición de la riqueza en los 10 países más ricos y en los 10 más pobres.
Las diferencias entre ricos y pobres son obvias y radicales. En los países ricos el capital natural supone una parte muy pequeña (entre 0 y 3%) de su riqueza (con la excepción de Noruega, en que, en cualquier caso, sólo supone un 12%), y el capital intangible supera en general el 80%. En los países pobres, el capital natural domina la riqueza (entre 25 y 53%) y el intangible no supera el 50-60%.
Los resultados (mucho más amplios de lo que aquí comentamos) admiten múltiples análisis, pero si nos centramos en el papel del capital natural emerge una tendencia importante, que confirma la tantas veces citada "maldición de los recursos naturales". Esta maldición parece afectar a la mayoría de países ricos en recursos naturales que "están condenados" a la mala utilización de los beneficios generados por la explotación de sus recursos, lo que se traduce en corrupción y malos gobiernos, llevando, paradójicamente, a estos países a la pobreza.
Los resultados del informe muestran que los recursos naturales no son la base de la riqueza de los países desarrollados, y por tanto los países pobres no deberían esperar un desarrollo basado sólo en el buen uso de su capital natural. Más bien la estrategia óptima de los países pobres se basaría en invertir adecuadamente los beneficios que se generen de la explotación de sus recursos naturales mientras estos representan la parte principal de su capital.
En este sentido, no parece muy relevante la sostenibilidad a largo plazo de los recursos naturales pero si como se inviertan los beneficios de su explotación. Esta conclusión puede ser un tanto polémica dado que la podríamos interpretar en el sentido de que que la sostenibilidad ambiental no es necesaria para el desarrollo. Y esto parece ser así en el largo plazo, pero no en el corto y medio plazo, durante el periodo en que el capital natural es la base del crecimiento económico: durante esta fase se debe combinar una explotación sostenible (al menos hasta que se generen otras formas de riqueza) con una inversión inteligente de los recursos financieros generados. De hecho, la mayor parte de los países pobres se encuentran atrapados por una reducción de su capital natural (explotación insostenible de los recursos que reduce sus oportunidades de futuro) acompañada por malas decisiones sobre la inversión de los beneficios. Un documento asociado al informe, Ensuring Environmental Sustainability, analiza este proceso y se centra en el análisis de los casos, excepcionales, de buen uso de los recursos naturales en países en desarrollo como Botswana.
El informe presenta esta conclusión sobre la estretagia a seguir por los países en desarrollo para convertir su capital natural en riqueza "sostenible":
It is in developing countries where accounting based on comprehensive wealth and its changes is most likely to be a useful indicator to guide policy. The evidence in this volume suggest that investments in produced capital, human capital, and governance, combined with saving efforts aimed at offsetting the depletion of natural resources, can lead to future welfare increases in developing countries.
The step from saving to investment is crucially important. If investments are not profitable the effect on wealth is equivalent to consumption, but without the boost to well-being presumed to accompany consumption.
Achieving the transition from natural-resource dependence to a sustained and balanced growth requires a set of institutions that are capable of managing the natural resource, collecting resource rents, and directing these rents into profitable investments. Resource policy, fiscal policy, and political economy all have a role to play in this transformation.
Al final, buenas instituciones y buen gobierno son fundamentales y no tanto la riqueza inicial, natural, del territorio.