Siguiendo con Johan Norberg, es totalmente recomendable la lectura de su artículo The scientific's pursuit of happiness publicado en el número de primavera de 2005 en la revista australiana Policy. Norberg, como es habitual, no engaña y toma una postura clara desde el principio a la hora de identificar que nos hace felices. Pero además, sintetiza y divulga magníficamente los últimos estudios que los científicos sociales (especialmenete psicólogos y economistas) han desarrollado sobre el tema. Agrupa las evidencias e hipótesis en dos grandes tendencias.
Por una parte están los que defienden que el crecimiento económico tiene un efecto asintótico en el grado de felicidad individual, de modo que, una vez satisfechos unos mínimos, unos mayores beneficios económicos no incrementan nuestra satisfacción. Además, la sensación de felicidad es relativa y depende de nuestro status económico relativo al de otros. De este modo, al hacernos más ricos trabajando más, fomentamos que otros hagan lo mismo generando una "carrera de armamentos" donde nuestra posición relativa permanece inalterada. De este modo, cada vez trabajamos más para no lograr ningún beneficio psicológico. Las conclusiones son claras si estas ideas son correctas: el estado debería preocuparse para que "no trabajásemos demasiado" y disfrutásemos de la vida. Estos argumentos han sido utilizados por los partidarios del intervencionismo estatal en la economía y la vida de los ciudadanos (un "gran hermano" debe controlarnos para evitar que, con nustra actitud egoísta, trabajemos demasiado convirtiéndonos en unos "pobers" infelices).
La postura alternativa, que Norberg defiende de modo entusiasta, propone que no es el nivel económico per se el que determina la felicidad, pero si las expectativas de cambio: somos felices no por ser ricos si no por que, con nuestro trabajo, esperamos mejorar apreciablemente nuestro status en un futuro próximo (como anécdota esto explicaría por que los premiados con la lotería, un suceso inesperado, no son más felices, siento no haber podido comprobarlo). Otros factores que favorecen nuestra felicidad es la "sensación de trabajo bien hecho", o sea que tengamos la sensación de controlar las tareas en que nos involucramos, pero que al mismo tiempo estas supongan un reto y sean creativas (no repetitivas y aburridas). Si estas hipótesis son correctas (y diferentes experiemntos parecen demostrarlo, al menos en condiciones controladas), la libertad individual sería un factor clave para que cada persona pudiese decidir cual es su trayectoria óptima hacia la felicidad (en realidad la felicidad estaría en el proceso no el fin: somos felices pero no alcanzamos la felicidad).