No he escrito nada sobre la reciente catátrofe provocada por el huracán Katrina en EEUU. No ha sido por falta de interés, la crisis ha generado debates clave en los más diversos ámbitos: ¿consecuencia del cambio global?, ¿fallos en la respuesta gubernamental?, ¿relación con la pobreza y la raza?, el papel de los medios en la información y crítica, el papel de Intenet (y en particular de los blogs y el software social), ... Buscando Katrina en Technorati o el blogsearch de Google se puede navegar por un océano de información y opiniones.
Entro en el tema sólo para llamar la atención sobre un debate que ha quedado un poco oculto dentro de la catástrofe pero tiene enorme relevancia para entender nuestra sociedad. En Katrina parece haber fallado la respuesta del gobierno, pero no existe unanimidad sobre si el fallo se debe achacar a unos políticos concretos (sea el Presidente de EEUU, la gobernadora de Louisiana o el alcalde de Nueva Orleans) que han actuado mal y tarde o un modelo organizativo basado en exceso en la intevención y control público. De hecho, otra línea del debate se centra en criticar a la economía de mercado como causante del agravamiento de la catástrofe.
Joseph Stiglitz, el Nobel de Economía, defendió en El País, El tsunami negro, las limtaciones de los mercados:
A menudo, los mercados, con todas sus virtudes, no funcionan bien en una crisis. De hecho, con frecuencia el mecanismo del mercado se comporta repugnantemente en las emergencias. El mercado no respondió a la necesidad de evacuación enviando enormes convoyes de autobuses para sacar a la gente; en algunos lugares, respondió triplicando el precio de los hoteles en áreas vecinas, lo cual, si bien refleja el marcado cambio en la oferta y la demanda, se califica de extorsión en los precios. Semejante comportamiento resulta tan odioso porque aporta poco beneficio de reparto y supone un enorme coste distributivo, porque quienes disponen de recursos se aprovechan de quienes carecen de ellos.
Amartya Sen, ganador del premio Nobel de Economía, ha resaltado que la mayoría de las hambrunas no van asociadas a una escasez de alimentos, sino a que quienes los necesitan no pueden acceder a ellos por carecer de poder adquisitivo. EE UU, el país más rico del mundo, disponía claramente de recursos para evacuar Nueva Orleans. Es sólo que Bush hizo caso omiso de los pobres, las decenas, quizá cientos de miles de personas que no tenían los recursos para pagarse su propia evacuación. Cuando uno es pobre, no tiene tarjeta de crédito, y la mayoría de los que se quedaron atrapados estaban especialmente bajos de fondos porque era fin de mes. Pero si hubieran tenido el dinero, no es tan evidente que los mercados hubieran respondido con rapidez para proporcionar la oferta necesaria; en tiempos de crisis, a menudo no lo hacen. Ésa es una de las razones por las que el ejército no usa un sistema de precios para asignar recursos.
Por el contrario, Johan Norberg defiende en su blog el papel de los mercados y la sociedad civil (Katrina: the case for markets and a strong civil society), y lo hace reuniendo una serie de opiniones de autores críticos con el papel del gobierno al que achacan casi todos los fallos que contrastan con los éxitos, mayores o menores, de las iniciativas autónomas de la sociedad civil.
Anne Applebaum (Washington Post):
John Tierny (New York Times):
The company sent in outside doctors and nurses to the airport, where patients were dying and medical care was in short supply. FEMA rejected the help because the doctors and nurses weren´t certified members of a National Disaster Medical Team.
President Bush has promised to find out what went wrong and make sure the government has a better plan for the next disaster. But plans can do only so much. As the Acadian workers demonstrated, coping with a disaster requires the ability to improvise and break the rules - talents notably absent in most bureaucrats.”
Thomas Sowell (Townhall.com):
”Well before Katrina reached New Orleans, when it was still just a tropical depression off the coast of Florida, Wal-Mart was rushing electric generators, bottled water, and other emergency supplies to its distribution centers along the Gulf coast. ... Nor was Wal-Mart unique...
Meanwhile, laws prevent the federal government from coming in without the permission or a request from state or local authorities... The desire to make money usually gets people in gear faster than the desire to help others.”
Que cada uno saque sus propias conclusiones. [Aviso para los excesos de interpretación: Stiglitz no critica los mercados de modo absoluto, sólo propone que su eficacia para dar una respuesta rápida en casos de crisis es limitada].
[Publicado también en Atina Chile]