El último número de la revista electrónica The Economist's Voice, publicada por The Berkeley Electronic Press y que editan el Premio Nobel de Columbia Joseph Stiglitz, y los profesores de Berkeley Bradford Delong y Aaron Edlin, incluye dos interesantes artículos sobre la reconstrucción de Nueva Orleáns tras la catástrofe ocasionada por el huracán Katrina.
The Economist's Voice es una publicación peculiar que se define como "a nonpartisan forum for
economists to present innovative policy
ideas and engaging commentary on the issues of the day. Columnists
range over the political spectrum". La revista consigue que economistas, principalmente académicos y de think tanks, de alto nivel reflexionen sobre temas de actualidad y escriban artículos cortos donde propongan soluciones a problemas específicos. Es de agradacer en este caso que los autores bajen a la arena del debate y reflexionen sobre un problema urgente sin tomar la actitud muy típica de los investigadores académicos de no dar opinión hasta no disponer de "todos los datos" (lo cual nunca suele ocurrir o, en todo caso, sucede cuando ya es demasiado tarde para que las propuestas sirvan para algo).
En este caso, los dos artículos analizan desde el punto de vista económico la oportunidad de reconstruir Nueva Orleáns y, en caso de tomar esta decisión (cosa que por otra parte parece estar fuera de toda duda), como se debe afrontar el proyecto (cuál debe ser la participación de los fondos públicos, papel de la iniciativa privada, criterios y métodos para asignar los fondos a las diferentes necesidades que se plantean en la reconstrucción).
El primero de ellos, de Robert W. Hahn (The Economics of Rebuilding Cities: Reflections after Katrina), propone diferentes métodos para la asignación eficiente de recursos (haciendo un uso intenso de subastas para determinar los costes y beneficios reales de diferentes opciones). Así, plantea Hahn su propuesta que critica las opciones basadas en el uso exclusivo de subsidios públicos:
The economists’ framework provides a useful starting point: select policies that will maximize or increase net benefits—defined as economic benefits less costs. One way of increasing net benefits is to get people to take into account both the private and social cost of their decisions. This clearly has not been the case in places like New Orleans, where the federal government foots the bill for a major part of the flood protection system, subsidizes flood insurance, and hands out cash cards after the disaster. More generally, if insurance for disasters related to hurricanes, earthquakes, and even terrorist-prone regions is subsidized, we can expect inefficiencies following from too many people choosing to live in highrisk areas.
Of course, sometimes the government should intervene in markets. For example, providing some liability protection for firms manufacturing anti-terrorist devices after 9-11 may have been sensible. But the onus should generally be on those favoring intervention to show why the benefits are likely to justify the costs.
El segundo artículo, de Edward L. Glaeser (Should the Government Rebuild New Orleans, Or Just Give Residents Checks?), defiende en realidad la no reconstrucción planteando que pagar a los residentes el dinero que se iba a invertir en reconstruir la ciudad (para que se establezcan en otro sitio) puede ser una mejor opción:
Should government rebuild New Orleans? Edward Glaeser asks whether the residents would be better off with $200,000 in their pockets than to have $200 billion spent on infrastructure: shouldn’t we be insuring the people, not the place? New Orleans has been declining and its people mired in poverty for decades; its port and pipelines cannot employ a large city, and $200 billion is unlikely to change that.
Por supuesto, no se deberían aplicar crtierios exclusivamente económicos para tomar una decisión de este tipo (y de hecho ambos autores lo reconocen), pero la racionalidad económica puede ayudar a evaluar alternativas y tomar las mejores de decisiones, que en ocasiones pueden ser contraintuitivas. En todo caso, ambos autores llegan a conclusiones radicalmente distintas: uno propone la reconstrucción basada en la iniciativa (mayoritariamente) privada, otro propone la no reconstrucción basada en subsidios públicos. Entre ambas posturas hay una enorme variedad de opciones intermedias.