Ya hemos hablado por aquí de la oposición que el proyecto Google Print ha suscitado entre los "intelectuales" europeos. En la "vieja" Europa el enfrentamiento con Google lo han liderado las grandes bibliotecas nacionales que consideran que ese debe ser "su" proyecto. [Por cierto, después de rasgrase las vestiduras y anunciar faraónicos proyectos públicos, Google Print ya ha empezado a funcionar a pesar de los problemas, mientras el gran proyecto pan-europeo lideado desde Francia no ha dado señales de vida].
Tim Wu, profesor de derecho en las universidades de Virginia y Columbia y especialista en Internet y propiedad intelectual, publicó esta semana un artículo en Slate, Leggo my ego (GooglePrint and the cuylture war), donde discute la versión americana del debate Google Print. En EEUU son los autores, representados por el Authors Guild, los que han abierto el enfrentamiento con Google. La razón es que defienden su derecho a controlar si desean o no que sus obras aparezcan en el buscador de libros. Wu plantea que parte de este debate se debe a una mala interpretación de lo que en realidad es Google Print, que no es más que un buscador especializado en libros (y que puede dar acceso completo sólo en casos muy específicos en los que ya no exista copyright o los autores den su permiso). Por tanto, y para autores actuales no existe peligro de que sus libros se distribuyan libremente en la red sin su consentimiento. Pero, parece que los autores confunden búsqueda en el texto completo con acceso al texto completo.
Una segunda razón de la polémica es la diferente tradición de los autores que trabajan en Internet y los escritores tradicionales que publican sus libros en papel. Internet ha desarrollado una cultura de la exposición donde el enlace lo es todo: el reconocimiento a un autor se mide en términos de enlaces y por tanto no aparecer en los motores de búsqueda es no existir. Los autores tradicionales viven (o vivían) en la cultura del control, donde ellos mismos o sus editores tienen una capacidad de decisión casi absoluta sobre pueden aparecer sus obras. Cuando se mezclan ambas culturales surge el conflicto.
Wu proporciona algún ejemplo ingenioso que nos puede ayudar a entender mejor el problema: supongamos que los propietarios de un terreno pueden decidir que su propiedad no se incluya en un mapa; ¿cómo podrían hacer su trabajo los cartógrafos?, ¿ganarián o perderían los propietarios y toda la sociedad si los mapas fuesen incompletos?. Para Wu, los autores tienen que acabar entendiendo que si no desean que Google Print (o cualquier otro motor de búsqeda) los incluya, no deberían escribir. Si siguen empeñados en evitar la búsqueda digital acabarán hundidos en la irrelevancia y el anonimato. Si esto es así, puede que la gente deje de leer libros y cada vez lea más blogs. Los bloggers viven para ser enlazados y encontrados por los buscadores. Y para todos los que nos gustan los libros y la lectura este no sería un futuro muy atractivo ...
Puede ser muy ilustrativo para los escritores lo que está pasando con la "literatura científica": aquellos artículos que aparecen en revistas que no tienen versión electrónica (ya quedan pocas) o que ni siquiera publican sus índices en Internet (muy, muy pocas), están dejando de ser leídos y citados por otros científicos. Están condenados a adaptarse o a extinguirse.