Existe una opinión dominante que argumenta que uno de los efectos secundarios de la globalización es la degradación ambiental. Algunos opinan que este es un mal menor que debemos asumir como contrapartida a las mejoras sociales y económicas que producen la reducción de barreras a los flujos humanos, financieros y comerciales. Otros opinan que el proceso de globalización nos lleva a la insostenibilidad y por tanto debe ser corregida (restringida) para evitar daños irreparables en los recursos naturales y servicios de los ecosistemas.
Una postura mucho menos frecuente es la defensa de que la globalización es positiva para la calidad ambiental. Comparto esta última postura y creo que el efecto neto de la globalización es la mejora en sostenibilidad ambiental, lo cual no evita que en algunos casos puedan darse efectos negativos puntuales más o menos persistentes.
Para hacernos una idea de los argumentos y tono de este debate os presento aquí cuatro voces, dos pro- y dos anti-globalización, desde la academia y desde el periodismo y la divulgación.
Jonathan Adler, en The Commons Blog, comenta un artículo de Indra de Soysa y Eric Neumayer, (False Prophet, or Genuine Savior? Assessing the Effects of Economic Openness on Sustainable Development, 1980-1999. International Organization, 59:731-772, 2005). Estos autores analizan estadísticamente un panel de datos de países confrontando variables descriptoras del proceso de globalización (inversión extranjera, comercio exterior e índice de libertad económica) y el índice de sostenibilidad utilizado por el Banco Mundial (que mide el crecimiento del conjunto de stocks de capital humano, manufacturado y natural de un país). Los resultados son robustos a los efectos del tamaño de muestra y modelo esatdístico empleado y muestran claramente un efecto possitivo de la los indicadores de apertura económica o globalización en la sostenibilidad.
Por otra parte, en la misma línea, Johan Norberg ha presentado hace unos días la 22and Annual John Boynthon Lecture en Sydney (Australia), titulada The Wealth of Generations: Capitalism and the Belief in the Future (versión pdf de la conferencia). Marcelino Fuentes, Biopolitical, comenta la opinión de Johan Norberg y destaca la defensa que hace de la capacidad humana (acrecentada por la globalización) para resolver nuestros propios problemas (incluyendo los ambientales):
Sure, we have big environmental problems ahead of us. But we have even bigger problems behind us, and we managed to deal with them thanks to more wealth, knowledge and technology, and I see no reason why we wouldn’t be able to continue doing that.
En el lado opuesto, defendiendo los efectos catastróficos de la globalización sobre el medio ambiente, nos señalan otros dos artículos en AtinaChile!. El primero es un artículo de opinión de David Ehrenfeld (The Environmental Limits to Globalization. Conservation Biology. 19:318, 2005). Su resumen es suficientemente explicativo de la postura de los conservacionistas opuestos a la globalización:
Las críticas a la globalización se han basado principalmente en sus efectos socioeconómicos, sin embargo sus efectos ambientales son igualmente importantes. Estos incluyen la aceleración del cambio climático; la disminución global de reservas de energía barata; un incremento substancial de la contaminación de aire; agua y suelo; disminución de la biodiversidad, incluyendo la pérdida masiva de variedades de cultivos y animales de crianza; agotamiento de pesquerías oceánicas y un aumento significativo de invasiones de especies exóticas, incluyendo patógenos vegetales, animales y humanos. Debido a la retroalimentación negativa de estos cambios, el futuro del proceso de globalización es poco prometedor: Los problemas ambientales y sociales inherentes a la globalización están completamente interrelacionados – cualquier intento de tratarlos como entidades separadas escasamente tendrá éxito al intentar la urgente transición a un mundo post-globalizado
Por último, y en un tono más periodístico (y apocalíptico), James H. Kunstler, el autor de The Long Emergency, ha escrito en The Guardian que Globalisation is an anomaly and its time is running out. Este párrafo, traducido por AtinaChile! resume su opinión:
"Visto a través de estos lentes, el ocaso de la actual etapa de globalización se nos muestra amenazante en el horizonte. Los norteamericanos han gozado de la fiesta, pero los fuegos artificiales y esta orgía especial de trasporte fácil, aire acondicionado ilimitado, productos súper baratos hechos por esclavos en lugares lejanos, está a punto de clausurarse. La globalización ha terminado. El mundo se convertirá nuevamente en un lugar grande."
[Publicado también en AtinaChile]