Cory Doctorow critica en Boing Boing a The Royal Society, que ha propuesto públicamente la restricción en el acceso a las publicaciones científicas (aquí podéis leer la noticia original en The Guardian). La Royal Society es la sociedad científica británica por excelencia, una especie de academia nacional de ciencias, que ha tenido un papel histórico en el desarrollo científico. Edita revistas que se han situado, y algunas continúan haciéndolo, entre las de mayor impacto en diferentes disciplinas científicas.
Ahora parece que la Royal Society se siente amenzada por las publicaciones editadas por la Public Library of Science o BioMed Central, entre otras, que han creado un nuevo modelo editorial: el acceso a los artículos es abierto y gratuito y los gastos derivados de la edición (muy reducidos por que todo el proceso es electrónico) se cubren con aportaciones de los científicos y/o sus instituciones.
Las instituciones científicas, en el modelo editorial tradicional, debían (y aún lo hacen en la mayor parte de casos) pagar para que se haga ciencia en sus laboratorios y volver a pagar para comprar las revistas en donde sus propios científicos publican sus resultados. Pagan dos veces pero aún así el copyright de la publicación donde aparecen sus resultados es propiedad exclusiva de una editorial (o de una sociedad científica) y no pueden divulgarlos libremente. Algunas instituciones, como el NIH (National Institutes of Health) estadounidense, han desafiado este modelo y "obligan" a las editoriales a darles libertad de difusión de los artículos publicados por sus científicos, pero las instituciones más pequeñas tienen difícil poder negociar acuerdos de este tipo. El nuevo modelo, mantiene los mismos pagos institucionales pero a cambio libera los resultados para su utiliación libre por cualquier usuario. La Royal Society, al atacar este modelo, pone al descubierto su agenda oculta: a pesar de sus principios oficiales, no está demasiado preocupada por la creación y difusión de conocimiento científico, más bien se ocupa de su propia supervivencia como organización.
Es un hecho que muchas de las revistas editadas por sociedades científicas "sin ánimo de lucro" (las comillas son más necesarias que nunca ante noticias como esta) están en crisis. Los equipos editoriales no han sido capaces en estos casos de mantener el ritmo editorial de las editoriales comerciales; por ejemplo las revisiones de los manuscritos tardan mucho tiempo, no han desarrollado sistemas electrónicos de gestión de manuscritos y comunicación con los autores, etc. De este modo, los autores se retraen a la hora de enviar manuscritos a este tipo de revistas (corren el riesgo de perder demasiado tiempo y esfuerzo en el proceso editorial), y prefieren revistas más rápidas y eficaces. Como consecuencia, las revistas de sociedades pierden relevancia y bajan en los ránkings, y de este modo pierden aún más interés. Muchas veces este proceso termina en la desaparición de la revista y en otras en la compra (o acuerdo comercial) con editoriales comerciales, que suelen relanzar la revista dotándola de una gestión más profesionalizada.
La realidad es que las sociedades científicas se han convertido en muchos casos en organizaciones burocráticas y escleróticas que aportan escaso valor a sus asociados. A pesar de esto, siguen actuando en ocasiones como poderesos grupos de presión ante los gobiernos (por ejemplo en España las sociedades científicas suelen ser interlocutores habituales de la administración pública en la discusión de las políticas científicas). En ocasiones sus únicas razones de supervivencia son las revistas que editan. Y si su "modelo editorial" peligra, su propia existencia se pone en entredicho, y de paso el poder de sus dirigentes.
Curiosamente, la Royal Society defiende sus intereses particulares atacando el modelo de acceso abierto que, al menos teóricamente, debería estar más próximo de sus principios, y no ataca a las editoriales comerciales que son sus principales competidores (aunque en ocasiones puedan ser su tabla de supervivencia mediante acuerdos de comercialzaición de sus revistas). El hecho de que Public Library of Science se convierta en el enemigo principal de sociedades científicas y editoriales es una buena señal: su modelo de negocio es muy competitivo.