Una nueva universidad privada, especializada en educación a distancia, quiere instalarse en la comunidad de Madrid. En Estrella Digital Fernando González Urbaneja (Los rectores no quieren competencia) critica la actitud de las autoridades académicas españolas que unánimente han rechazado el proyecto que, en cambio, aprueba el gobierno autonómico madrileño:
El Gobierno de Madrid (el de Esperanza Aguirre) ha dado luz verde al proyecto de creación de una universidad privada bajo la modalidad no presencial o a distancia que se ubicaría en Madrid, con sede social en Collado Villalba. Le toca ahora a la Asamblea de Madrid considerar y aprobar, en su caso, la ley que dará luz verde a esta nueva universidad, que hará la nº 17 en la capital de España. Tanto el Consejo de Universidades de Madrid, como el Consejo de Coordinación Universitaria del Ministerio de Educación, han emitido informes desfavorables para el nuevo proyecto con argumentos como que “la demografía ha reducido el número de estudiantes, lo cual aconseja no aumentar la oferta universitaria”.
Urbaneja defiende el proyecto por la solvencia de las empresas que lo dirigen y critca la adversión a la competencia de nuestras (ya existentes) universidades
... El portazo de las demás universidades, incluidas las privadas, acredita el horror a la competencia que padece el sector y que revela debilidad e inconsistencia.
No creo que sea necesario justificar la luz verde a un proyecto de este tipo por su calidad. Es una universidad privada y por tanto sólo nos debería preocupar que cumpla las reglas de juego; es su problema (y su oportunidad) sobrevivir y ser rentable en ese escenario que nos dibujan de feroz competencia y escasa demanda.
Puede sorprender la respuesta de las universidades privadas ya existentes, que se alinean con la posición de las públicas, pero no debemos olvidar que, suele suceder que una vez se nos reconoce nuestro papel como jugadores en un mercado tratamos de evitar la entrada de nuevos actores. Es un comportamiento racional (mejora nuestras expectativas de rentabilidad) y corto-placista (nos beneficia en lo inmediato, pero posiblemente nos perjudicará en el largo plazo cuando apliquen esa misma regulación arbitraria en nuestra contra). Por desgracia, a veces los modelos más simples de comportamiento económico "racional" describen prefectamente las estrategias de los individuos y empresas.
Todos deberían leer el libro de Raghuram G. Rajan y Luigi Zingales Saving Capitalism from the Capitalists: unos para acabar de entender que la competencia no es un efecto molesto de la necesidad de incrementar la oferta para responder a aumentos de la demanda (más bien es la fuerza selectiva que permite mejorar el sistema), y todos para comprender que la libertad económica sólo lo será realmente si todos la pueden disfrutar.