Hace unos días comentaba como estamos asistiendo al nacimiento de la nueva estrategia para el mantenimiento de los subsidios agrícolas europeos. El ex-Ministro de Agricultura español Jaime Lamo de Espinosa defendía en un artículo en ABC (Energía y medio ambiente: nuevos objetivos de la agricultura) la necesidad de mantener mediante subsidios la agricultura para que sirva como una fuente de materiales para generación de biocombustibles y como sumidero de gases de efecto invernadero. Por desgracia, en mi opinión, buena parte de los argumentos eran sumamente demagógicos y no se apoyaban en evidencias.
Manuel Pimentel, ex-Ministro de Trabajo, acaba de publicar en Cinco Días un nuevo artículo donde defiende argumentos similares a los de Lamo de Espinosa. El artículo, A agricultura muerta, nueva agricultura, ha aparecido también en el blog de Pimentel. Felizmente, y al contrario que Espinosa, Manuel Pimentel tiene la virtud de proponer cambios en el modelo agrícola español buscando su adaptación a las nuevas condiciones económicas y demandas sociales. Pero por desgracia sigue planteando estrategias de desarrollo basadas en las subvenciones, aunque reorientadas hacia el logro de nuevos objetivos:
... Creo sinceramente que la agricultura tendrá un razonable futuro, que significará cambios importantes en cultivos, conceptos, filosofías y tecnologías. Mostremos algunas de estas posibilidades.
...
[1.] ... Los cultivos y los bosques limpian la atmósfera y sirven para producir oxígeno. De alguna forma deben participar también en el programa global contra el efecto invernadero.
[2.] Unido a lo anterior se pueden esgrimir muchos otros razonamientos medioambientales para aconsejar un colosal programa de reforestación en toda Europa de tierras marginales. En España hablaríamos de cientos de miles de hectáreas, que podrían dedicarse a bosques proporcionando una renta a sus propietarios, con el consiguiente aprovechamiento de caza, madera y, en general, todos los productos forestales. La financiación de estas políticas de repoblación no deberían cargarse exclusivamente a los fondos agrarios, sino a los medioambientales y a los dedicados al cambio climático.
[3.] ... Los biocombustibles y la biomasa serían importantísimas fuentes energéticas alternativas. Y además, no aportan CO2 al balance global, ya que todo el que sueltan al aire lo fijaron previamente de la atmósfera.
Estas propuestas vuelven a incurrir en algunos de los errores de Lamo de Espinosa. Por ejemplo defiende el efecto sumidero de los cultivos pero no se plantea cual es la diferencia neta con respecto a ecosistemas no agrícolas (que también fijan gases); defiende la biomasa como fuente de energía planteando una contabilidad neutra de CO2 que olvida todos los consumos de energía (que generan emisiones adicionales de CO2) que acompañan a la actividad agrícola (y que ya se ha demostrado que conducen a balances negativos). Además, llega a proponer como un beneficio de la agricultura que "produciríamos oxígeno", cuando no parece que este gas, esencial para la vida, sea particularmente escaso, o lo vaya a ser en un futuro, en nuestra atmósfera.
Quizás lo peor aparezca al final, cuando plantea que es la ausencia de mecanismos de mercado lo que determina los bajos precios que alcanzan hoy en día los precios de los productos agrícolas españoles:
La agricultura tiene futuro. Y eso que no he querido referirme a un probable ciclo de subida de las materias agrícolas básicas, deprimidas anormalmente más tiempo del que nos dicta la razón de mercado.
Olvida que el sistema de aranceles impide para muchos de esos productos la competencia (que si existiría en un mercado verdaderamente libre) con las importaciones de países en desarrollo. El efecto de un verdadero mercado abierto en la agricultura sería complejo y variable para los distinos productos (en función de su demanda y de la existencia de competidores), pero es fácil predecir que en la mayor parte de casos se generaría una bajada de precios que, por cierto, beneficiaría a los consumidores (o lo que es lo mismo, la inmensa mayoría de la población).