Hace poco proponía que las dificultades en el acceso a recursos financieros dificultaba el desarrollo de nuevos proyectos por parte de los pescadores artesanales chilenos. Chile, un país fascinante por su geografía pero sobre todo por el dinamismo y capacidad emprendedora de su gente, es también un país de contrastes. A pesar de que su renta per cápita y crecimiento económico destacan en el entorno latinoamericano, subyacen enormes desigualdades internas.
Posiblemente estas desigualdades se manifiesten (y en parte pueden ser consecuencia) de las diferencias en el tipo de políticas aplicadas en diferentes sectores socioeconómicos. Así, mientras que no parece que los pescadores artesanales hayan sido un objetivo de las políticas de innovación y emprendimiento, en otras actividades del sector primario (como la acuicultura, la silvicultura, los cultivos de fruta o la ganadería) si se ha contado con una estretagia que ha apostado por la innovación en tecnología y gestión. Los resultados parecen claros y mientras que los sectores innovadores han expeimentado crecimientos notables (constituyendose en referencias mundiales), en el caso de la pesca artesanal permanencen problemas muy básicos que atrapan a las comunidades en un círculo vicioso.
Pablo Halkyard en PSD Blog (Incubators, innovation and growth:) presenta ejemplos de la capacidad de la innovación de generar crecimiento en países en desarrollo (y por supuesto en los ya desarrollados):
Many have argued that technological innovation and knowledge incubators can play a key role in development – the Scandin avian countries, Chile, Korea, Uganda, Kenya and India being the frequently cited cases.
En concreto utiliza el caso de Chile como un ejemplo del éxito de este tipo de políticas haciendo referencia a un artículo en Business Week (Chile: an innovative incubator), donde se narra la historia de Fundación Chile creada en 1976 para promover la innovación tecnológica y la incubación de proyectos empresariales que desarrollen el potencial de los recursos naturales chilenos:
In the 1980s the nonprofit foundation concluded that Chile had natural competitive advantages that could make it a big success in commercial salmon farming. Abundant freshwater lakes and saltwater fjords along the country's 6,435-kilometer Pacific coast don't freeze during the winter, which means the salmon grow faster, reaching market weight at least six months earlier than they do in Norway, the world's other big producer. By 1982, Fundación Chile had its first salmon farm up and running. Seven years later it sold it to a Japanese company for $22 million.
That early success spurred the creation of an industry that directly employs 45,000 people, from assembly-line fish-packers to PhD marine biologists. Chile exported $1.4 billion of salmon and trout last year, 35% of the world's supply.
Es evidente el éxito económico que la Fundación Chile ha logrado en la transferencia de tecnología y en la identificación, promoción e incubación de nuevos negocios. Otra discusión es si estos éxitos, sustentados en avances tecnológicos y nuevos modelos empresariales, han traído consigo efectos secundarios. Así, en estos momentos existen importantes conflictos de las industrias salmoneras con pescadores artesanales (que compiten por el uso de las mismas zonas costeras siendo incompatibles en gran medida sus actividades) y otros grupos de interés (ecologistas o los propios pescadores, entre otros) preocupados por el impacto ambiental de este sistema de acuicultura extensiva.
Posiblemente, el análisis coste-beneficio favorezca claramente la opción de la acuicultura, pero sería intersante que tanto Fundación Chile como otras organizaciones apostasen también por la innovación en la pesca artesanal. Puede que en este caso, la relación entre costes y beneficios presentase otro resultado. En pocos sitios como en Chile los pescadores artesanales pueden estar tan preparados para afrontar el reto.