El pasado miércoles El País publicó el artículo Escenarios urbanos de violencia donde, a partir de los recientes episodios de violencia en barrios franceses, anuncia que va a analizar como "recuperar las zonas degradadas". En realidad dedica poco esfuerzo a este objetivo y se centra en la crítica al "neoliberalismo", el capitalismo, la iniciativa privada y la competencia como causa de todos los males de nuestras ciudades.
Llama la atención que el artículo apareciese en la sección de Cultura cuando suponía una crítica política y socioeconómica a ciertas formas de arquietectura y urbanismo. Pero más sorprendente es que los especialistas entrevistados y la propia periodista lleguen a identificar a esos culpables tan claros cuando muchos de los factores de degradación que critican han sido en realidad consecuencia de proyectos promovidos por grupos progresistas, basados en una estricta planificación de usos y espacios y poco confiados en la iniciativa privada y los mecansimos de mercado. Así aluden a la gentrificación, una consecuencia de la revitalización de los barrios históricos defendida por los "nuevos urbanistas". Pero veamos algunos ejemplos:
... la falta de transporte público y unas tipologías poco adaptadas al modo de vida tradicional de sus habitantes forman parte de la ideología del sistema económico capitalista, según explica Oriol Nel.lo, geógrafo y actualmente director general de planificación territorial de la Generalitat catalana
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... el urbanista alemán Hans Jorg Duvigneau, miembro del grupo de estudio sobre vivienda social de la Unión Europea (www.cecodhas.org) ... "En estos momentos hay una política urbana bastante común entre los países de la UE a través de diferentes programas, como el Urban para la rehabilitación de barrios degradados, y en estos años ha habido experiencias fallidas y otras que han conseguido regenerar las zonas degradadas. De lo que se trata es de aprender unos de otros". La evidencia de que los planes y soluciones han sido insuficientes es que algunos de los suburbios parisienses que vivieron los disturbios de forma más virulenta habían recibido ayudas del programa Urban, como es el caso de La Courneauve, en las afueras de París.
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Para el geógrafo y antropólogo Neil Smith, "las revueltas de las banlieues demuestran que no hay nada nuevo y que estamos desesperados en busca de soluciones porque las visiones neoliberales del urbanismo están cuestionadas". En su opinión, estas políticas de buena voluntad de la UE para regenerar las ciudades no funcionarán "si no cuestionan el neoliberalismo de las últimas décadas. Es más, estas políticas podrían reforzar esta economía excluyente porque en el fondo pueden entenderse como un proceso expandido de gentrificación. Esta reconquista del espacio urbano por una clase, generalmente tipo media alta, a costa de otras, se está expandiendo cada vez más y se ha convertido en una estrategia del capitalismo global. La UE acepta que las ciudades deben competir unas con otras porque ellas mismas se han convertido en centros de producción de servicios para el turismo o el consumo. Y si hay competencia, hay ganadores y perdedores".
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El urbanista Amador Ferrer, autor del libro Los polígonos de Barcelona (Ediciones UPC), considera exagerado, como está sucediendo en parte en el intenso debate que se vive en Francia, culpabilizar ahora al urbanismo del Movimiento Moderno -y más concretamente a su principal propagandista, Le Corbusier- de los problemas de estos polígonos. "Muchas de sus teorías continúan siendo válidas, pero una cosa es la teoría y otra la práctica", indica. "Los que defendemos los polígonos como una manera de gestionar el crecimiento rápido de la ciudad estamos muy decepcionados de cómo se aplicó la teoría en muchos casos, pero incluso ahora me parece mejor un buen polígono que mantenga diversidad de usos y clases sociales y esté bien conectado con transporte público, que otros sistemas como la dispersión de viviendas y urbanizaciones en todo el territorio". Para Ferrer, el problema se ha desplazado desde las ciudades, cada vez mejor planificadas, a la costa y otras zonas rurales.
¿Es el movimiento moderno un instrumento capitalista y neoliberal?. ¿Lo es el programa Urban?. ¿Cuál es la alternativa a la "ideología" capitalista?. Pero de nuevo, la iniciativa privada se insinúa como problema de base:
Hemos perdido la oportunidad de hacer las cosas mejor y los nuevos barrios que están creciendo ahora en España, casi todos ellos en manos de la iniciativa privada, en muchos casos tendrán los mismos problemas de falta de sostenibilidad y aislamiento que se intenta arreglar ahora en los viejos", indica Isabela Velázquez ...
Para poder leer interpretaciones alternativas y debates más inteligentes sobre este mismo tema, David de Ugarte nos dirige a un debate entre lectores de Salon.com sobre "Can a city be progressive AND affordable?", donde se preguntan si son precisamente los modelos urbanos "progresistas" los que incrementan el coste de la vida:
Do politically and culturally progressive populations drive up the cost of living? Are the poorest cities conservative by default? What mid sized city offers a decent quality of life and a progressive community without it costing a fortune to live there? (And, um, we'd rather it didn't have 10 months of winter either.)
El propio de Ugarte pone el ejemplo de Barcelona como un caso donde "una presión especulativa agobiante" ha dado lugar a "una experiencia desastrosa". Lo achaca a la burguesía:
No hay que dar más que un paseo para darse cuenta de que las Olimpiadas del noventa y dos, la “recuperación” del Poble Nou, el Borne y ahora Forum de las Culturas mediante, la costa norte e incluso trozos de la Mina, representan la culminación de una verdadera Reconquista de la burguesía barcelonina
Pero esta transformación urbana se ha dado con gobiernos de signo progresista, y algunos de sus líderes intelectuales han dado muestras de hipocresía y "conservadurismo". En muchas ciudades, los que fueron responsables directos de la planificación del desarrollo urbano en las últimas décadas son los que ahora critican al capitalismo como causa de los problemas que sus planes han generado. ¿Los mercados les impidieron completar sus proyectos?, o ¿la iniciativa privada frenó en parte la degradación urbana originada por una mala planificación?.
Hasta que el debate urbano se libere de posiciones maniqueas entre "buenos" y "malos" no se entenderán los problemas ni se podrán encontrar soluciones. Artículos como el de El País y planteamientos como las de algunos expertos que aparecen citados no son demasiado útiles para ir en esta dirección. El debate de los lectores de Salon.com puede ser mucho más objetivo y valioso.