Estos días he escrito bastante sobre algunos de los temas que más me preocupan: la innovación y el desarrollo. Sobre innovación comenté las evidencias que apuntan a que su planificación dentro de las empresas es muy poco eficaz y que la mayor parte de innovaciones surjen fuera de los lugares y personas encargadas de este objetivo. Sobre desarrollo, analizamos como los proyectos basados en "información efímera" ideados y gestionados por emprendedores locales parecen ser más exitosos que aquellos que se apoyan en una "burocracia masiva" asociada a la ayuda y planificación gubernamental. Ambas cuestiones son parte de una misma idea, que he repetido aquí muchas veces: la planificación "top-down" no funciona, mientras que los modelos "bottom-up" no planificados suelen resultar mucho más exitosos.
En general, cuando se habla de desarrollo, la innovación no aparece como un factor determinante. Son las grandes políticas y la macroeconomía las estrellas. Pero, al fin, parece que este paradigma ya caduco empieza a cambiar. Sobre el papel de los emprendedores en el desarrollo africano comentamos hace poco el trabajo de William Easterly, profesor de economía en la New York University. Easterly acaba de publicar un nuevo libro, The White Man's Burden, que lleva un sugerente subtitulo ("porqué los esfuerzos occidentales para ayudar al resto han hecho tanto daño y tan poco bien"). José Carlos Rodríguez comenta este libro y nos conduce a un artículo del Premio Nobel Amartya Sen en Foreign Affairs (The man without a plan). ¿Por qué los occidentales hemos fracasado?: por utilizar modelos de desarrollo basados en la planificación.
Easterly presenta evidencias robustas del fracaso de la planificación de la ayuda humanitaria realizada por los gobiernos occidentales, ONGs y organismos internacionales para el desarrollo de los países pobres. Amartya Sen, un crítico del liberalismo reconoce en gran parte las evidencias presentadas por el liberal Easterly, y sólo critica al libro en el estilo y en las valoraciones que el autor hace de sus resultados. Por ejemplo, cabría preguntarse hasta que punto un programa de ayuda que no presenta resultados, ni positivos negativos, es neutro o totalmente negativo dado que consume ayuda que no se puede dedicar a otros proyectos. Easterly lo consideraría un fracaso rotundo y absoluto; Sen no parece tan tajante.
Amartya Sen trata de mostrar a un Easterly alejado del ultraliberalismo y destaca que en realidad no se opone a la ayuda occidental al desarrollo, más bien critica que la ayuda no llegue realmente a los pobres. El problema son los grandes planes para salvar al mundo que se gestan en despachos de Washington, Londres o Madrid. De hecho, Easterly tampoco parece defender un cambio inmediato y repentino a un sistema de puro mercado que reemplace a las institucions económicas:
" Although Easterly recognizes the importance of a market system with good property rights, he looks for its nurtured emergence in a qualified form -- rather than its drastic imposition on bemused recipients by befuddled "planners of markets."
O sea, los mercados planificados tampoco funcionan. Para Sen esto significa alejarse del liberalismo. Pero, podemos verlo de otro modo: algunos pretenden llegar al mercado mediante la planificación y crean instituciones con apariencia de mercados pero que no son mercados. Por tanto, Easterly critica a los falsos liberales defensores de una liberalización planificada.
Las conclusiones del libro de Easterly se basan en análisis estadísiticos comparativos en que integra información sobre ayuda y efectos en diferentes regiones y análisis de casos de estudio. Para Amartya Sen, que no pone en cuestión la metodología, las inferencias estadísticas correlativas no pueden ofrecer una relación causal definitiva. Estoy de acuerdo, pero, en cualquier caso, las evidencias estadísticas deberían tener mayor validez y poder de convicción que los discursos de Blair, Bono o Geldoff (y estos muchas veces los unicos argumentos de los partidarios de grandes programas de ayuda donde la cantidad de recursos es lo único importante o, al menos, mucho más importante que los fines).
Para entender los dos modelos de desarrollo Easterly compara dos figuras: los "planners" y los "searchers". Los planificadores determinan lo que se debe ofertar para el desarrollo (y el libro propone que han fracasado estrepitosamente). Los buscadores tratan de identificar la demanda. Los planificadores serían los causantes de la "burocracia masiva" escasamente innovadora; los "buscadores" serían los emprendedores locales que se apoyan en la "información efímera" traducida en diseño y tecnología.
Al fin desarrollo, innovación y (falta de) planificación empiezan a combinarse en un mismo análisis. Esta vía puede ser mucho más efectiva para comprender los resultados de las políticas de desarrollo que los análisis macroeconómicos. El libro de Easterly viene en cierto modo a apoyar la estrategia de Dean Kamen y coloca otra interrogante en el portátil de 100 US$ del MIT.