El pensamiento de suma cero es, posiblemente, una de las grandes desconocidas entre las razones del inmovilismo y conservadurismo de nuestra sociedad, y por tanto una limitación a la capacidad de innovación y emprendedora (y a la generación de nueva riqueza). Es un problema transversal que afecta por igual a las diferentes opciones ideológicas y a los distintos sectores sociales y económicos. John Hagel ha reflexionado sobre el pensamiento de suma cero a partir de un artículo de Rich Kaarlgard en Forbes, donde define esta mentaidad como "World's worst disease". Según Hagel:
... this is perhaps the most fundamental rift in any society. It ultimately determines whether the society is progressive and dynamic or stagnant and conflict-prone.
...
Static, zero-sum worldviews generally arise when people focus on the allocation of existing resources.
O sea, cuando pensamos que la riqueza total no puede incrementarse, nuestros esfuerzos se dirigen a la distribución. Pero el bienestar y el progreso pocas veces son consecuencia de la redistribución, en la mayor parte de los casos se deben a la creación de riqueza.
Veamos algunos ejemplos de lo más diverso que demuestran como el pensamiento de suma cero está incrustado en el DNA de nuestra sociedad (ya propuse algún ejemplo dentro del ámbito de la biología de la conservación).
Kaarlgard comenta el caso de los políticos, el paradigma por excelencia de la suma cero, dado que, por suerte, los puestos políticos remunerados están limitados, y por tanto sus esfuerzos deben ir destinados a repartirse este recurso limitado (y que, en principio, no es susceptible de crecer):
Why do so many opinion makers promote the zero-sum view? I think that politicians, even the best and brightest, become zero-sum thinkers because they occupy a zero-sum world. Only one person can be President of this country; only 50 can be governors; only 100 can be senators. . . . Politicians live in a world in which one person’s gain is another’s loss.
Hagel aplica la suma cero a los ejecutivos de empresas, y pone ejemplos en diversos ámbitos (protección de la propiedad intelectual, márketing, ...), pero es especialmente interesante su planteamiento de que el pensamiento de suma cero conduce a la marginalización de la innovación:
... Rather than assigning innovation to the ghetto of R&D, why not liberate innovation and view it as an activity that everyone in the enterprise should be pursuing every day? Of course, that means breaking the mindset that innovation is about product development. After all, innovation is ultimately about finding ways to deliver new value to the marketplace from existing resources, whether this value is in the form of products, new work practices, improved business processes, new management techniques or new business models. Innovation is the antidote to zero-sum thinking.
Para terminar y como ejemplo de la transversalidad de la suma cero, podemos encontrar un ejemplo en la educación al leer el artículo ¿Es justa la libertad de elección en la escuela? de Xavier Bonal, Profesor de Sociología, en el suplemento de Educación de El País de hoy mismo. El artículo defiende la limitación de la libertad de elección como forma de asegurar la igualdad de oportunidades. El artículo merecería un análisis mucho más detallado, pero lo traigo aquí sólo para mostrar como, en mi opinión, la postura del autor parte de la hipótesis implícita de la suma cero. Sólo si pensamos que los beneficios globales que podemos obtener de la asignación de unos determinados recursos a la educación son fijos (y por tanto independientes del tipo de política que apliquemos) y qu todos los usuarios buscan el mismo tipo de beneficios (que coinciden con los que han decidido los gestores) podríamos defender esa postura. Pero si los beneficios deseados son variables y las diferentes políticas pueden lograr distintos resultados, la libertad de elección si importa (y mucho) para el bien común (y por supuesto, para el individual).