Etica para un "homo sapiens" es una crítica genial que Javier Sampedro hace en el suplemento Babelia de El País del libro de Jesús Mosterín La naturaleza humana. De nuevo surge la necesidad de la tercera cultura: la naturaleza humana ha sido un asunto dejado a las ciencias sociales, pero es imposible su comprensión sin conocer su base biológica que, sin ser su única causa, determina el escenario sobre el que se desarrolla nuestra historia individual y colectiva. Hasta hace poco esta idea era considerada peligrosa entre los intelctuales del pensamiento políticamente correcto:
Hace treinta años, cuando le preguntaron su opinión sobre el marxismo, el biólogo Edward O. Wilson respondió: "Bella teoría. Especie equivocada".
Y Wilson sufrió las consecuencias de su herejía:
... se convirtió pronto en la bestia negra de la izquierda científica norteamericana, y no por sus ideas políticas, sino por atreverse a extender a la especie humana lo que es cierto de todas las demás especies del planeta Tierra: que su psicología y su comportamiento social son producto de la evolución biológica, y por tanto están muy influidos por los genes. Pero Wilson, por desgracia para los ideólogos de todo signo, tenía razón.
Treinta años después, los ciudadanos cultos y bien informados se sienten abrumados por numeorsos interrogantes, a veces etiquetados como éticos otras como científicos, para los que no cuentan con elementos de decisión:
... bombardeado por opiniones ajenas y contradictorias sobre el respeto a las otras culturas, el encaje de los nacionalismos, las políticas lingüísticas, la relación entre Iglesia y Estado, la discriminación de la mujer, el modelo educativo y los riesgos del progreso científico, por no hablar de temas como la selección genética de los hijos, la sedación de los enfermos terminales, la eutanasia y el suicidio asistido.
La tercera cultura es lo único que puede acudir en su auxilio. Siempre consideramos que la cultura no necesita a la ciencia, pero sin la biología no podemos dar respuesta a los interrogantes que nos agobian. Y la biología nos dice que los individuos somos los únicos "entes" sociales con una base biológica, con un cerebro. Los entes supraindividuales (naciones, religones, ideologías) no son más que realidades estadísticas resultado de agregar realidades individuales y por tanto sus derechos deberían ser siempre secundarios a los de los individuos:
En la mecánica estadística, una rama de la física, la temperatura de un cazo de agua no es más que el promedio de la agitación de cada una de las moléculas de agua. La temperatura es una abstracción útil, pero no tiene una existencia propia: sólo existen moléculas individuales, cada una moviéndose a su aire. El pensamiento de Mosterín se basa en una especie de ética estadística. La nación, la comunidad, el pueblo y otros grupos son meras entidades estadísticas.
No tienen cerebro, y por tanto no pueden tener libertad, cultura, lengua ni religión, que son atributos del cerebro y sólo pertenecen a cada individuo. El error de los nacionalismos, las religiones y las ideologías totalitarias es que pretenden encajar a los individuos en un molde colectivo -la cultura del pueblo, la religión del país, la lengua de la nación-, cuando son los moldes los que deben adaptarse a los individuos, y no al revés.