WWF/Adena ha presentado el 13 de marzo el informe “Conservando nuestros paraísos marinos” (Una propuesta de red representativa de Areas Marinas importantes para la Conservación en España). (nota de prensa, informe completo en pdf) [noticia en La Voz de Galicia]. Este documento es el resultado de la colaboración entre un grupo de expertos y WWF/Adena en la que se seleccionaron un total de 20 zonas marinas de especial relevancia por su biodiversidad en España. En mi opinión, esta propuesta tiene un valor especial dado que, en lugar de identificar pequeños enclaves que puedan ser protegidos de modo estricto (reservas integrales o “no-take zones”), se proponen grandes ecosistemas con una unidad funcional. La propuesta no pretende la protección total de estas zonas; busca llamar la atención sobre la importancia ecológica de estos ecosistemas, y sobre el valor de los productos y servicios ecológicos que proporcionan al hombre (especialmente por las pesquerías que se desarrollan). De este modo supone plantear una nueva forma de conservación, compatible con el uso humano, y basada más en la conservación de procesos ecológicos clave que en la protección de hábitats o especies concretos. Además, la propuesta trata de iniciar un proceso de discusión y diseño de estrategias de gestión sostenible de estas zonas que supere los actuales problemas de sobre-explotación de recursos y degradación de hábitats. Por tanto, la propuesta es una llamada de atención a la administración y a la sociedad en general y representa un modelo de acción maduro e inteligente por parte de una organización conservacionista,
La propuesta combina tres tipos de zonas: áreas costeras (afectadas por múltiples actividades humanas), zonas de plataforma continental y talud (afectadas principalmente por la pesca de arrastre) y zonas profundas (por ahora escasamente explotadas pero en las que existe una alta diversidad y singularidad ecológica y presentan comunidades muy sensibles a las perturbaciones). Además, la propuesta trata de establecer un balance geográfico, incluyendo zonas, no protegidas en la actualidad, del Atlántico y Cantábrico, Mediterráneo (incluyendo Baleares) y Canarias.
En el caso de Galicia, participamos tres científicos marinos (Victoriano Urgorri de la Universidad de Santiago, Angel Guerra del Instituto de Investigaciones Marinas del CSIC en Vigo, y yo mismo) y se propusieron finalmente tres grandes zonas: 1) el Banco de Galicia, una montaña submarina de gran diversidad biológica y creciente importancia pesquera; 2) el conjunto de la Costa da Morte (representativa de los ecosistemas costeros oceánicos atlánticos y sometida a una fuerte explotación pesquera pero poco perturbada por otras actividades humanas; exceptuando el impacto agudo de las mareas negras); y 3) la Ría de Arousa (como ejemplo de una de las grandes rías bajas gallegas, un tipo de ecosistema único donde se desarrollan numerosas actividades humanas como pesca, acuicultura extensiva, gran desarrollo urbano, intenso transporte marítimo, y que por tanto sufren fuertes impactos a la vez que son el soporte de una importante industria dependiente de los ecosistemas marinos).
Fui bastante crítico en su momento con el incluir en la propuesta zonas profundas y muy alejadas de la costa por dos razones. En estos momentos no sufren impactos humanos graves y su protección efectiva es poco viable a no ser con un elevado coste de vigilancia (en recursos humanos y tecnología). Pero lo más importante es que las propuestas de zonas profundas pueden servir de excusa para desviar la atención de las zonas costeras y de plataforma continental donde si existen problemas graves que requieren acciones rápidas. Puede que la “fácil” protección de zonas profundas sobre el papel, sirva como excusa para no abordar la gestión de las zonas costeras.
Con respecto a las dos zonas costeras propuestas en Galicia, existe hoy en día una alta preocupación por la sostenibilidad de las actividades que se desarrollan en su ámbito. Su gestión sostenible supone un enorme reto dada la diversidad de usos y de valores ambientales a conservar. Esta propuesta debería por lo menos abrir el debate entre todos los usuarios e interesados para 1) definir los problemas ambientales que existen en estas zonas, 2) el futuro se desea, y 2) las estrategias de gestión que permitirán alcanzar estos objetivos.