Esta es la hipótesis que defiende Juan Urrutia Elejalde en su ensayo Innovación y propiedad intelectual:
Es posible que la Propiedad Intelectual no haga falta. Es decir que la competencia haga su trabajo sin necesidad de que exista ni copyright en el mundo cultural ni patente en el mundo industrial.
Para llegar a esta conclusión utiliza argumentos de la teoría económica ("es teoría economía de la correcta principal, no exclusivamente neoclásico, basada en la Teoría de la Información") y la observación de lo que sucede en nuestra sociedad. Respecto a la la innovación:
... la innovación cobra una importancia enorme porque:
- Estamos en un mundo globalizado en el que no sólo se compite en precio -o salarios bajos-.
- Estamos en una sociedad del conocimiento en la que:
- Saber más es crucial.
- El mayor peso del valor añadido está en intangibles en donde la innovación es más fácil pero también más crítica.
- Contamos con las TIC que hacen posible la sociedad del conocimiento y que, en sí mismas, forman un sector en el que la competencia mediante la innovación es crucial.
- Y el código de los programas es un bien intangible yperfectamente reproducible que, por si sólo, desafía a los derechos de propiedad intelectual (lo mismo que los CDs o los DVDs... o incluso no pocos medicamentos).
Sobre la propiedad intelectual:
- Quizá el monopolio (producido por la patente) como remedio sea peor que la enfermedad (la falta de incentivo).
- Quizá el libre mercado (con competencia dinámica) haga innecesario el monopolio y el incentivo no sea tan importante.
- Quizá la Propiedad Intelectual (civil o mercantil) sea un obstáculo a la innovación en condiciones no muy extrañas.
- Reducir la extensión (ámbito) de la propiedad
- Ensanchar el "espacio (dominio) público",
Basándose en estos argumentos, Urrutia defiende que un país abierto se debe combinar competencia y colaboración en los ámbitos cultural y empresarial para lograr beneficios para creadores, empresas y para los usuarios (y por tanto crecimiento y desarrollo). Parece que el copyright y la patentes son innecesarias como señales o incentivos hoy en día (e incluso pueden ser negativas) para generar esa combinación de comportamientos (y los únicos beneficiarios son en realidad las sociedades intermediarias que gestionan los derechos en el caso de la cultura). Este es el resumen y principales conclusiones del ensayo:
Un país pequeño y abierto en un mundo globalizado sólo puede competir mediante incrementos continuos de la productividad generados por una innovación permanente. Esta innovación permanente exige una mezcla de cooperación y rivalidad como la que se daría en un sistema abierto de ciencia o cultura en el que, tanto los investigadores y creadores como las empresas de un tipo u otro, pusieran en común su conocimiento científico o su capacidad creativa.
Esta mezcla sólo se da cuando concurren unas circunstancias especiales en la demanda de ciencia o de cultura por parte de las empresas de un tipo u otro: condiciones
. Estas condiciones especiales exigen que el producto intangible que ha sido inventado por científicos o creadores culturales, así como su calidad, sean críticos para la empresa industrial de base científica o para la empresa cultural que lo usan como input.
En general, en el mundo cultural no se dan las condiciones
. Luego para conseguir la mezcla de cooperación y rivalidad que es óptima para la sociedad se requiere de la extensión de la propiedad privada a la propiedad intelectual en forma de derecho de autor o copyright. Precisamente por esa necesidad, renunciar a este derecho (si la legislación lo permitiera) constituiría una verdadera señal creíble de que el autor tiene fe en la calidad de su obra.
En estas condiciones sería de esperar que, o bien los precios de mercado reflejaran esas calidades diferentes, o bien que, sabiendo esto, todos los creadores renunciaran a sus derechos de propiedad intelectual. En cualquiera de estos dos casos la innovación cultural sería más intensa y sólo saldrían perjudicadas las sociedades gestoras de derechos de autor.
En el mundo industrial basado en la ciencia, sin embargo, sí que se dan las condiciones
de forma que la mezcla óptima de cooperación y rivalidad ocurre sin necesidad generalizada de tener que usar al efecto esos monopolios temporales que proporcionan las patentes. En consecuencia renunciar a esa especie de monopolio, de cualquier manera de las posibles, no constituye una señal creíble de la calidad del producto.
En estas condiciones las rivalidad en el mercado nos llevará a una buena asignación para los consumidores y a una situación en la que la innovación será más rápida que lo que sería en un mundo con patentes.