La semana pasada estuve en Cáceres y Badajoz participando en un curso sobre "Diseño del Plan Docente en el Espacio Europeo de Educación Superior" organizado por el Servicio de Orientación y Formación Docente de la Universidad de Extremadura (aquí podéis encontrar los materiales que empleé en el curso). Este curso es una nueva edición de uno similar que impartí el año pasado.
Hace un año escribí algunas reflexiones sobre el proceso de adaptación en que están inmersas las universidades españolas, que básicamente sigo manteniendo. Pero ha pasado un año, he tenido oportunidad de conocer nuevas experiencias al mismo tiempo que el escenario político y académico ha seguido evolucionando (o en algunos casos, no lo ha hecho en absoluto). Estas son algunas ideas adicionales que amplian o corrijen mis opiniones de hace un año:
- Desde mi punto de vista, el principal valor del EEES es servir de excusa para provocar un cambio docente muy necesario en la universidad española. Este nuevo espacio implica numerosos cambios normativos que, en si mismos, no tienen por que afectar a la calidad de la docencia universitaria. Por el contrario, sin que los cambios normativos obligen a ello, la adaptación al EEES ha provocado un proceso de reflexión y debate interno que es muy positivo en si mismo (aunque sólo sea para reconocer las numerosas deficiencias del sistema), y que además está sirviendo de punto de partida para cambios importantes. Por tanto, el EEES está sacando a la luz muchas realidades de nuestras universidades, pero no lo tomemos como excusa: el EEES no es el problema, sólo hace aflorar los problemas.
- Así como la adaptación al EEES está provocando reflexiones sobre la situación previa, el cambio no está siendo, en muchos casos, resultado de un análisis de los objetivos que se persiguen. Se está siguiendo un proceso demasiado mecánico, sin responder a dos preguntas básicas: por qué (¿cuáles son nuestros objetivos finales?) y cómo (¿qué modelo docente queremos?).
- El proceso de adapación depende fundamentalmente de cambios culturales y organizativos que afectan a los diferentes actores (instituciones, profesores, estudiantes). Por el contrario, según pasa el tiempo entiendo que son menos relevantes los recursos econónicos (en muchos casos, se demanda financiación para lograr recursos que se pueden obtener con cambios organizativos o administrativos mucho menos costosos).
- Son especialmente importantes los niveles organizativos medios (equipos de dirección de cada centro que son responsables de la gestión de cada titulación; la titulación debe ser la unidad organizativa). Los profesores son importantes, pero las experiencias aisladas no tendrán ningún efecto. Por el contrario si un equipo decanal se cree y se involucra en el proceso de cambio logrará muy posiblemente resultados importantes (cualquier facultad promedio cuenta con una alta diversidad de profesores que permite asegurar el éxito).
- La falta de voluntad política que estamos experimentando en los últimos años (y que se manifiesta en los retrasos en la aparición de la legislación prometida y en los bandazos en las líneas de actuación básica) está minando la credibilidad del sistema y el ánimo de aquellos profesores y gestores especialmente comprometidos. Siempre pensé que lo importante del proceso de adaptación al espacio europeo era el cambio en la cultura universitaria (la forma de entender la docencia y al relación entre profesores y alumnos) y no los catálogos de títulos o las cuestiones administrativas. Sigo pensando lo mismo, pero si los temas legales no se resuelven de un modo rápido y sin crear perversidades, se volverán en un incentivo para no involucrarse en el proceso de cambio (o en una penalización para los que ya lo están haciendo).
- Los procesos de adaptación que se han iniciado en muchas universidades, aún siendo globalmente positivos, se han revelado como demasiado reglados. Incluyen muy poca experimentación, teniendo en cuenta la poca experiencia y conocimiento de primera mano de los profesores sobre innovación docente (la inmensa mayoría son herederos del "monopolio de la clase magistral"). Además, y como era esperable en una universidad con una enorme inercia, los resultados de los pocos experimentos son utilizados muy lentamente por la escasa capacidad adaptativa de la institución y de sus gestores y profesores. La clave del éxito es la gestión adaptativa: entender el proceso de adaptación como una serie de experimentos controlados cuyos resultados permiten una adpatación contínua.
- Los estudiantes tienen escasa voluntad de participación. Este hecho no es sorprendente dado que esos estudiantes se han adaptado durante años a un modelo que les premia por su pasividad y conformismo. Aún es así, en ocasiones es sorprendente la buena respuesta cuando realmente se creen el proceso y se involucran. Lo realmente dificultoso es conseguir su participación para lo que deberían incluirse medidas de choque como la evaluación que incentiven claramente su participación (por ejemplo es básico que todas las actividades docentes sean evaluadas explícitamente).