El capital riesgo es prácticamente inexistente en Galicia, al menos en sentido estricto, o sea aquellas inversiones que asumen un riesgo aunque sea mínimo. Por aquí el capital riesgo exige unos niveles de certidumbre en la rentabilidad futura de la inversión y un tamaño mínimo del proyecto que excluyen a la inmensa mayoría de ideas realmente emprendedoras. Además gran parte de ese pseudo-capital riesgo depende de instituciones públicas o cuasi-públicas (como cajas de ahorros) que suelen presentar mecanismos de funcionamiento sumamente burocráticos que constituyen un buen antídoto contra la innovación.
En la mayor parte de casos el capital riesgo público (o semipúblico) y las ayudas a la innovación exigen una especialización de las nuevas empresas que deben dedicar buena parte de sus esfuerzos a responder a las exigencias burocráticas. De este modo, una empresa innovadora que nazca en nuestra comunidad tiene dos opciones: 1) dedicarse a buscar capital riesgo o subvenciones para I+D+I públicos detrayendo recursos y tiempo a su verdadera actividad (y por tanto reduciendo su capacidad competitiva); o 2) olvidarse de estas fuentes de financiación, centrarse en el desarrollo de productos y servicios y competir en desventaja con otras empresas, seguramente con peores productos y servicios, pero que han obtenido ayudas públicas que les dan una ventaja competitiva (muchas veces asociada a la reducción de precios).
Puede que el panorama que dibujo sea un simplificación excesiva, pero, por desgracia, responde a una realidad: no existe capital riesgo tal como se entiende en otras sociedades más avanzadas y las ayudas públicas suelen tener efectos perversos que se vuelven en contra de sus objetivos declarados.
La alternativa se centra en el capital riesgo privado, y especialmente aquel que se dedica a las pequeñas inversiones (las que necesitan la mayoría de proyectos empresariales que surgen en una sociedad con un tejido productivo escasamente desarrollado) y que aporta, además de financiación, conocimiento y experienca. Los business angels y sus redes son la respuesta a esta necesidad. Ramom Nogueira es uno de los pocos business angels que trabajan en Galicia (del que ya hablamos aquí) y el único que ha creado una red de ángeles (ban) totalmente privada, Alamut Business Network.
El El Correo Gallego ha dedicado un par de artículos a los business angels en Galicia y han entrevistado a Ramom Nogueira. En Inversores buscan ideas nuevas para financiar presentan las tres redes existentes:
Los business angels son algo más que inversores que aportan su capital a una empresa que se está gestando o que necesita crecer. Además de inyectar dinero, se implican en el proyecto y ofrecen dos elementos si cabe aún más importantes para el éxito: contactos y experiencia en la gestión. Pero ¿cómo se encuentran el ejecutivo que quiere apoyar una nueva aventura empresarial y el emprendedor que tiene una buena idea, aunque no dispone de fondos? En este punto entran en juego las llamadas bans (business angels networks). Galicia cuenta con tres de estas redes: Uniban promovida por la Universidade de Santiago; Bang impulsada desde la Confederación de Empresarios de Ourense y Alamut, la única privada que ha sido puesta en marcha por el empresario Ramóm Nogueira. Las dos primeras llevan algo más de dos años funcionando y la última lo hace desde principios de 2005.
En otro artículo, “Invertir en pymes es como apoyar una cantera futbolística”, Ramom Nogueira se muestra muy crítico con las políticas públicas de innovación:
“Como emprendedor aciertas y fracasas, incorporas capital humano a tus proyectos. Como inversor te incorporas a los proyectos y aportas tanto tus conocimientos, como tus contactos o tu capital”, explica. Nogueira ha montado, además, la primera red privada de ángeles de los negocios que existe en Galicia. Él cree que este fenómeno no debe de estar promovido desde la Administración. “Si son inversores privados, no tiene sentido que las redes sean públicas señala”. De hecho, Nogueira se muestra muy crítico con la política de subvenciones europea. “Para lo único que sirven es para atrofiar una sociedad, se crean empresas únicamente para el amamantamiento de las subvenciones y eso no funciona, cuando se acaba la subvención se acabó la empresa”, señala.
Apuesta por los incentivos fiscales como fórmula de apoyo a la creación de empresas. La fórmula es simple pero efectiva y ya ha demostrado su eficacia: las administraciones, más que intervenir de modo activo en los mercados (con subvenciones que distorsionan la iniciativa privada), deben reducir barreras (impuestos) a la iniciativa privada y dejar que los mercados generen riqueza.
Ramom ha publicado en su blog la entrevista completa (en El Correo Gallego publicaron sólo un brevísimo extracto). Es muy recomendable leerse esta versión ampliada donde Ramom explica muy claramente que son los business angels, cual ha sido su historia y papel en España y en Galicia y que oportunidades y amenzas se presentan en su futuro (en el fondo, las mismas a las que se enfrenta nuestra sociedad).