Esta tarde he participado en una mesa redonda sobre investigación y desarrollo en Galicia organizada por El Grupo Correo Gallego, dentro de la serie de tertulias semanales que se emiten en Radio Obradoiro (en este caso se emitirá el sábado 25 de Marzo) y se publican en la edición dominical de El Correo Gallego (26 Marzo).
En la mesa participaron además dos responsables políticos del gobierno de la Xunta de Galicia, Salustiano Mato (Director General de Investigación, Desarrollo e Innovación) y Rogelio Conde-Pumpido (Director General de Promoción Científica y Tecnológica del Sistema Universitario de Galicia), Xavier Alcalá (ingeniero de telecomunicaciones, profesor de la Universidad de A Coruña y novelista), Xavier Vence (Profesor de Economía y especialista en gestión de la innovación de la Universidad de Santiago) y Luis Liz (profesor de Química de la Universidad de Vigo). El primer detalle relevante (y preocupante por lo que significa respecto al sistema de i+D+I gallego) es que todos los participantes son profesores universitarios (aunque algunos ocupen ahora otros cargos y otros tengan además una mayor o menor experiencia empresarial).
Se debatieron numerosos temas durante casi dos horas y existió un acuerdo amplio sobre la evaluación de la situación actual de la I+D+I en Galicia y el tipo de políticas que se necesitan para el futuro. Posiblemente el debate (¿y las discrepancias?) aflorarían al entrar en el detalle de muchas de las ideas planteadas (y de las acciones necesarias para su aplicación), pero en este foro no se llegó a ese nivel de profundidad.
Estas son algunas de las cuestiones que plantee en la mesa (muchas de ellas ya habituales de este blog):
- Una economía basada en un uso intensivo del I+D+I es posiblemente la única alterativa estratégica de futuro para Galicia, una región poco avanzada insertada en un entorno avanzado y que disfruta de un bienestar obtenido fundamentalmente por los apoyos financieros externos (vía Unión Europea).
- El sistema público gallego de I+D+I ha centrado su atención hasta el momento casi exclusivamente en la inversión (y con esfuerzos limitados). Los políticos se han preocupado por el cuánto, descuidando casi completamente el cómo y para qué. La financiación puede jugar un papel relevante, pero no el más relevante ni el único. Es preciso un cambio cultural y organizativo a todas las escalas y en todos los sectores implicados (especialmente, la administración pública, las empresas, el capital riersgo, las universidades y los investigadores) que permita rentabilizar realmente la inversión pública y privada.
- El sistema universitario gallego en particular, y el español en general, presentan una gran rigidez burocrática y organizativa que dificulta su adaptación a un modelo flexible, abierto y colaborativo de I+D (el que yo defiendo como adecuado). En estos momentos es mucho más sencillo poder colaborar en proyectos específicos con científicos extrajeros que con colegas de una universidad vecina (con los que compartes intereses e incluso infraestructuras). De este modo, el propio sistema conduce a la atomización de grupos y a su unidisciplinaiedad (precisamente dos problemas que las políticas de I+D dicen querer corregir).
- Los sistemas de evaluación para asignación de financiación pública (y en muchos casos privada) a grupos de investigación están centrados en el análisis a priori (midiendo la calidad de la propuesta y el historial previo del grupo solicitante), pero la evaluación de resultados (a posteriori) es prácticamente inexistente. Se debería dar la vuelta por completo al sistema de modo que se centrasen los esfuerzos en la evaluación de resultados de los proyectos de I+D.
- La universidad necesita crear incentivos reales y atractivos para sus investigadores y grupos. Hoy en día, y auqnue suene duro, a un profesor universitario no le debería interesar dedicarse a la investigación a un nivel competitivo, a no ser por el placer personal y la visibilidad social (escasa) que le puede proporcionar. Los incentivos que recibe son muy escasos y no compensan el enorme coste que conlleva en tiempo, preocupaciones y esfuerzo (respecto a un profesor que no se dedique a la investigación).
- El capital riesgo en Galicia es inexistente (dado que en realidad no se arriesga). Se necesita más capital realmente arriesgado y adaptado a las necesidades de los proyectos emprendedores que surgen aquí (por ejemplo, capital semilla y apoyo en la gestión para proyectos que necesitan una financiación pequeña).
- La actitud de la universidad gallega debe ser mucho más activa. Aquí no son eficaces los modelos de países avanzados con un tejido empresarial diversificado y amplio que busca socios en las universidades. En Galicia, las universidades deben hacer ese papel, pero no exclusivamente. Deben también arriesgarse y plantearse proyectos emprendedores que lancen al mercado la innovación que se genera en su interior (y que en caso contrario quedará "archivada"). Pero, no debería entrar en competencia con la iniciativa privada por lo que este papel debería ser transitorio y centrado en los ámbitos donde existe un vacío.
- Las empresas innovadoras en Galicia son muy escasas. Las políticas públicas han buscado hasta el momento diseminar las ayudas financieras, en forma de subvenciones, entre el mayor número de empresas posible (sean o no innovadoras). De este modo, estas subvenciones constituyen un ingreso anual (prácticamente estable) en la cuenta de resultados de las empresas. Este tipo de políticas son totalmente inefectivas (no consiguen incentivar la innovación), pero, lo que es mucho peor, absolutamente perversas dado que se asocian a procesos burocráticos largos (que detraen tiempo y recursos de la actividad productiva de la empresa) y no discriminan en función de la capacidad innovadora. Debería modifcarse radicalmente el modelo, de un modo similar al propuesto para la financiación de proyectos de I+D en universidades, de modo que en lugar de subvenciones se utilicen fórmulas basadas en incentivos fiscales. Estos cuentan con dos ventajas: son más sencillos (menos burocracia) y permiten evaluar resultados (a posteriori) y no proyectos.
En el debate surgieron muchos otros temas interesantes, entre ellos:
- La investigación básica es importante, siempre que sea de calidad, pero a veces es la gran pagana de las políticas de I+D+I. En mi opinión la necesidad de la investigación básica es una evidencia de que la innovación no es planificable y surge como propiedad emergente del trabajo libre y (en ocasiones) independiente de diferentes actores, desde investigadores básicos (alejados del mundo de la empresa) hasta tecnólogos en empresas. Como tal, la investigación básica proporciona las piezas básicas que serán ensambladas en el futuro, en combinaciones difícilmente imaginables a priori, para generar nuevos productos y servicios. Pero para lograr este objetivo, es necesario que exista investigación básica, que sus resultados (la información y el conocimiento generado) se difundan y estén libremente disponibles y que existan intermediarios ágiles y con visión que se encarguen de la reutilización productiva de este conocimiento.
- La política pública e I+D debe dar cabida tanto a la investigación básica como a la aplicada y a la innovación, pero desarrollando instrumentos diversificados que se adapten a las necesidades de cada tipo de actividad.
- Un elemento fundamental es la necesidad de un cambio en los comportamientos de los actores implicados (empresas y universidades) de modo que pasen a considerar la I+D+I como un elemento estratégico. Pero para lograr este objetivo es preciso eliminar reglas de juego perversas y disminuir barreras. La administración pública puede actuar en este sentido orientando de modo adecuado su inversión, pero sobre todo, en su papel de regulador. Al mismo tiempo, la existencia hoy en día de alternativas de inversión mucho más rentables (como el sector inmobiliario) aparece como una barrera para que el capital financiero invierta en I+D+I, un problema que debe ser abordado desde políticas más globales.
- Se discutió el papel de los centros tecnológicos como enlace entre investigación básica e innovación y como socios de las empresas. Aunque no hubo tiempo a entrar en este tema, tengo serias dudas sobre el valor real que los centros tecnológicos juegan en estos momentos en Galicia.
- Por último, se crtitcó el papel que juegan las cajas de ahorros en la financiación de iniciativas empresariales y de la innovación (en la línea que planteé hace poco). La administración pública tiene gran parte de responsabilidad en este tema tanto por su papel como parte del gobierno de las cajas como en su posición de regulador. Pero las cajas, además de ser un sector financiero semi-público (o semi-privado, pero sin dueños explícitos lo que recuerda peligrosamente a la tragedia de los comunes), se han convertido en un grupo de poder de primer orden y difícilmente controlable (o sólo con un coste político demasiado elevado). Pero sus gestores, que no responden únicamente (o principalmente) a criterios de eficacia en la gestión y rentabilidad, canalizan una parte muy importante de los fondos financieros de una región como la gallega que quedan sustraídos a la iniciativa emprendedora y creadora de desarrollo.