Una noticia aparecida en el número de 7 de Abril en Science, Villagers Drafted Into China's Model of 'Sustainability' (acceso sólo para suscriptores), presenta el proyecto The Village of Huangbaiyu desarrollado por el China-U.S. Center for Sustainable Development. Parece que las autoridades chinas están preocupadas por: 1) la extrema desigualdad entre el explosivo crecimiento económico que experimentan sus zonas urbanas y la extrema pobreza de las poblaciones rurales (aunque en mi opinión lo que realmente les debe preocupar es esta segunda parte de la desigualdad), y 2) la degradación ambiental de buena parte de su territorio. Huangbaiyu, cerca de la frontera con Corea del Norte, supone un ejemplo paradigmático de ambos problemas. En particular sus recursos naturales han sido sobre-explotados de modo que los bosques originales han desaparecido y la contaminación es importante por las explotaciones mineras (especialmente carbón) existentes en la zona.
El centro chino-americano, auspiciado por Bill Clinton en 1999 y presidido por el gurú de la arquitectura sostenible William McDonough, lanzó una competición para seleccionar proyectos de desarrollo rural sostenible en China que ayudasen al gobierno chino a revertir estos problemas. El proyecto para Huangbaiyu fue seleccionado y las infraestructuras asociadas están a punto de finalizarse. El proyecto propone la concentración de las aproximadamente 400 unidades familiares (unas 1400 personas que viven en la actualidad por debajo del umbral oficial de la pobreza dado que su renta per cápita es de unos 440 US$ anuales) en un nuevo pueblo (acabando de este modo con la dispersión poblacional que dificultaba su acceso a infraestructuras básicas y generaba mayor impacto ambiental). Las nuevas construcciones pretenden incrementar el confort de sus habitantes y utilizan materiales “naturales”, duraderos y adaptados a las necesidades de la zona y energías renovables (fundamentalmente solar y biofuel). En paralelo al cambio en las infraestructuras se planea la restauración forestal y el cambio hacia una economía basada en los usos sostenibles de estos nuevos (en realidad viejos) recursos naturales y la agricultura.
Aunque el sitio del proyecto hace mucho hincapié en la implicación de la comunidad en el proyecto, incluyendo mecanismos participativos de toma de decisiones y diseño, el artículo de Science manifiesta la preocupación existente por la aceptación real del proyecto por la población local. Se cita a Shannon May, un estudiante de doctorado de Berkeley que ha vivido un año en la zona, que plantea su preocupación por que los funcionarios chinos, obligados a converitr el proyecto en un éxito, apliquen medidas coercitivas para lograr que la gente cambie su ubicación. Es llamativo que el proyecto haya empezado por las infraestructuras dejando los cambios en las actividades económicas para una fase posterior. La concentración de la población implica un cambio en la relación de la gente con el medio y por tanto reduce la capacidad de mantener sus actividades actuales (como la ganadería de ovejas o la acuicultura), mientras no surjan nuevas opciones.
La información publicada, junto con el sistema político chino (que utiliza mecanismos fuertemente jerarquizados de toma de decisiones), justifica las dudas sobre el papel de la comunidad local en el diseño de este modelo de sostenibilidad. Si a esto unimos la “obligatoriedad” del éxito que puede estar en la mente de algunos responsables políticos, las señales de alarma son claras, sobre todo teniendo en cuenta que Huangbaiyu no es más que el campo de pruebas de un modelo de desarrollo que puede ser trasladado por el gobierno chino a otros 900,000 núcleos rurales existentes en el país.