En el blog de Infonomía se ha publicado una reflexión interesante y provocativa (No hay innovación sin liderazgo) sobre el papel que debe jugar la admnistración y la política en el fomento de la innovación en nuestra sociedad. Interesante por que defiende un nuevo papel de lo lo público como catalizadores y conectores de las iniciativas privadas, y por tanto se aleja del debate un poco vacío e inútil de la financiación y las subvenciones. Provocativa por que plantea un reto que muy probablemente pocos administradores y/o políticos sean capaces de aceptar y afrontar: olvidarse de su papel de controladores y pasar a ser facilitadores, dejar una pequeña parcela de poder duro por un campo más amplio de poder blando:
Se podría decir, quizás, que ya no podemos esperar nada de los mundos de la administración y de la política (que, recordemos, no son el mismo mundo), y que si algo tiene que pasar deberá venir de la capacidad de transformación de la sociedad civil. Pero no estoy de acuerdo. De hecho, es justamente porque la iniciativa privada es, “genéticamente”, individualista, gremial, orientada a la explotación de un área pequeña de la realidad, que opino que su impacto es menor del posible como elemento de “futuro social”.
Creo que justamente la nueva responsabilidad de lo público consiste en establecer los puentes que conecten las personas de la sociedad civil que están dejando su piel para que la riqueza siga creándose (literalmente es así, en un contexto de emergencia de la competencia global que ha cambiado radicalmente las reglas del juego). La función de lo público es hacer que la sociedad funcione (servicios públicos e infraestructuras), y que la sociedad progrese. Y esto último se consigue catalizando la combinación de talentos individuales.
El papel de lo público sería, pues, conectar lo privado, a través de proyectos transversales ambiciosos. Crear “espacios” donde flirteen y se crucen promiscuamente las iniciativas individuales de emprendedores y empresarios. Es crear el “estado mental” colectivo de optimismo en nuestras capacidades colectivas para “crear futuro”.
Se proponen un par de ejemplos de proyectos liderados por la administración pública catalana que siguen el modelo propuesto:
El programa INNOVA de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) ha lanzado un interesante programa para la “aceleración” de empresas innovadoras surgidas como spin-offs de las universidades. La idea es conectar a esos valientes emprendedores con empresarios y directivos maduros, que saben cómo hacer crecer una empresa, porque ellos lo han vivido en primera persona. Que la entusiasta gente del programa INNOVA de la UPC haya convencido a la “sociedad civil” empresarial (directivos y empresarios con prestigio) que aporten su conocimiento a los “jóvenes” me parece un extraordinario ejemplo de “conectar personas”, de catalizar las conexiones, que difícilmente aparecen de forma espontánea, para contribuir a un objetivo social: la creación de riqueza en forma de nuevas empresas viables, fuertes.
Otro ejemplo es el de la reorganización (“refundación”, sería más correcto) del portal de la Generalitat de Catalunya. Un esfuerzo para aplicar las últimas tecnologías de arquitectura y buscadores de información, que no se queda, sin embargo, en el ámbito de lo interno a la administración. Gencat se puede convertir con el tiempo en un fantástico vehículo para acabar organizando toda la información del país, una verdadera infoestructura, que conecte las islas de información hoy esparcidas por el territorio digital. Un fenomeno de “urbanización digital” que proyecta riqueza.
Desconozco los detalles de ambos proyectos, pero, de seguir la filosofía que se plantea en Infonomía, van en la buena dirección. Por desgracia los medios de comunicación están llenos de noticias (más bien deberíamos decir anuncios) sobre proyectos públicos totalmente inútiles (y eso si, costosísimos) que parecen buscar (sólo aparentemente) los mismos objetivos. Pero, Infonomía no es un medio tradicional, habla de innovación con conocimiento de causa y, por tanto, muy probablemente Innova y Gencat sean algo realmente útil.
Por supuesto este post también resultará provocador a todos aquellos que desconfían de lo público y creen que su único papel es dejar hacer a la iniciativa privada. Confieso que, aunque con dudas, yo me ecuentro en muchas ocasiones en ese ámbito de opinión. La politica tiene un papel como regulador, definiendo las reglas de juego, y queda para el debate si esta tarea es dejar hacer o es intervención. Infonomía va un poco más allá y nos propone que seamos realistas, y que lo que en otros países con una sociedad más madura e independiente no es necesario aquí es imprescindible:
Una última nota: los que amamos nuestro país, los que creemos que o pensamos en el futuro o nada, tenemos ahora una importante responsabilidad. Hay que poner energía para conectar los nodos de iniciativas emprendedoras. En otros países las sinapsis aparecen de forma espontánea, como en los Estados Unidos. Pero aquí, [email protected] mí@s, no. Es nuestra responsabilidad catalizar las sinapsis (conexiones) entre los nodos más activos, que la lógica empresarial lleva en principio a pensar de forma egoísta
No niego que puedan tener razón, pero ante este panorama me asalta una duda. El nuevo papel de lo político es complejo y delicado (difícil de gestionar y difícil de capitalizar electoralmente, sobre todo enfrentándose con las alternativas populistas habituales más rentables en el corto plazo). Esta nueva gestión pública se acerca a una forma de arte y no consigo identificar en nuestro entorno una masa crítica de políticos capaces de cumplir ese papel. Y ante esta situación surge el peligro de que la clase política acepte entusiasmada la propuesta de Infonomía para traducirla de nuevo en más planificación e inversión. Si esto fuese así, mejor sería optar por la reducción del papel de lo público.