Arnold Kling aporta en Econlog (Patent Law) más evidencias del sinsentido que significa el sistema de patentes norteamericano (un modelo al que nos vamos acercando peligrosamente en Europa). Primero resume dos artículos de abogados especializados en patentes que critican el funcionamiento de la Oficina de Patentes estadounidense. Michael Rosen plantea que la falta crónica de examinadores suficientes genera retrasos medios de dos años en el proceso de revisión y que se espera que este retraso se incremente a 4 años en 2008. Brian Kahin explica que la mayor parte de las solicitudes (aprox. 90%) son aceptadas dado que los examinadores suelen ser técnicos con escasa experiencia y conocimientos que deben enfrentarse a poderosos y experimentados equipos de abogados y tecnólogos. En resumen, es fácil, pero lento, conseguir una patente, independientemente de que suponga o no una verdadera innovación (aunque Arnold Kling ve una contradicción entre ambos abogados, creo que ambos problemas pueden existir al mismo tiempo como también indican algunos comentarios al post original).
Pero, la mejor referencia del post de Econlog apunta a un “no abogado” (¿será casualidad?). El genial emprendedor y hacker Paul Graham ha publicado un ensayo (Are software patents evil?) donde explica lo simple que es patentar algoritmos de software, algo por ley no patentable. Para hacker es muy sencillo esconder un algoritmo en un procedimiento que lo ejecuta y de este modo superar la revisión de los examinadres “no hackers”. A partir de este argumento, Graham propone que las grandes compañías como Microsoft o Amazon utilizan en realidad las patentes como un sistema de defensa. Reclaman un enorme número de patentes de “amplio espectro” para conseguir (gracias a la habilidad de sus hackers tecnológicos y legales y a la debilidad de la Oficina de Patentes) que un buen porcentaje sean admitidas. Su interés primario no es utilizar sus patentes en nuevos productos; por el contrario pretenden que sus competidores (mucho menos fuertes) no puedan atacar su mercado mediante innovaciones.
Visto así, para una compañía las patentes serían armas disuasorias que tratan de crear un escenario de guerra fría. Pero, desde una perspectiva más amplia, la de los business ecosystems, las patentes son armas de destrucción masiva que eliminan buena parte de las posibilidades de que la creatividad e innovación afloren y generen riqueza, entendida como nuevos beneficios sociales, empresariales y creación de bienes públicos.