Se está representando la adaptación de una obra de los 1990. Muchos actores se repiten, incluso algunos personajes (eso si más viejos y con más experiencia), pero ni el escenario ni los protagonistas principales son los mismos. En realidad esta obra parece representarse en múltiples escenarios donde se desarrollan tramas simultáneas; los actores y los personajes se mueven de una forma aparentemente caótica entre escenarios, pero de algún modo semeja existir algún tipo de coordinación y cada vez más espectadores (muchos de ellos actores de la trama) creen adivinar un final (curiosamente, cada espectador se imagina un desenlace diferente).
Parece que regresa la exuberancia irracional, se repiten burbujas y se predicen cataclismos. Veamos como lo explican algunos de los actores y espectadores de esta obra global:
1. José A. del Moral, en Frikis y burbuja 2.0, revisa todos los indicadores que nos muestran que se aproxima una nueva burbuja tecnológica alrededor de la web 2.0. Pero a continuación pasa a explicar por que piensa que esta vez la burbuja no estallará. La clave sería que en lugar de una burbuja tecnológica, ahora estamos ante lo que podríamos definir como una burbuja social (apoyada en la tecnología):
- En 2000 se invertía mucho en contenidos y en publicidad. Esta vez, tenemos herramientas que facilitan la creación del contenido por parte del usuario (gratis) y, sobre todo, se recurre a técnicas mucho más baratas de marketing viral. El valor ahora ya no está en el que produce contenidos (¡qué gran error!) sino en el que ha aprendido a animar a otros para que los generen gratuitamente. Aquí conviene recordar que no todo fueron fracasos hace cinco años y que Google se consagró en aquel entonces. ¿Cuál fue su secreto? Fundamentalmente, no gastar en publicidad. ¡Tomemos nota!
- Realmente se ha producido una revolución tecnológica. La Web 2.0, y sobre todo el Ajax, suponen una mejora sustancial de lo que vemos y hacemos en Internet. Los mapas de Google son uno de los mejores ejemplos.
- Cosas que antes parecían imposibles son ya realidad: la televisión por Internet o la telefonía IP. Son posibles gracias a la banda ancha, que cambia sustancialmente la forma de usar Internet.
- Existe toda una generación conectada a Internet que vive en el messenger, bloguea con sus colegas y confunde canciones con MP3.
2. Martin Varsavsky, en ¡Llegan los Bills y los Super Bills!, nos explica una nueva idea para Fon, que en mi opinión está (¿lo ha estado siempre?) en el núcleo des u estrategia de negocio. Los Super Bills serían lo que “los antiguos” llaman franquicias y son la vía, externalizada y basada en emprendedores locales, para solventar el problema de “la última milla” y que Fon pueda llegar de un modo masivo, barato y capilar a los usuarios:
Estamos trabajando también en el concepto del Súper Bill. Los Súper Bill son emprendedores que van por los barrios conectando puntos de acceso y cobran de muchos puntos. Fon quiere trabajar con Super Bills, porque creemos que el espíritu Bill también es muy necesario para crear comunidad.
…
Con respecto a las expectativas de negocio, creemos que Fon será para un Bill como montar un cibercafé, pero sin tener que alquilar local ni tener ningún tipo de infraestructura y, como tal, todo depende de donde vivas. Además, Fon tiene antenas para los Bills que llegan a 300 metros de distancia.
3. Un articulo en el número de Junio de Wired, The rise of crowdsourcing, describe la última (próxima?) tendencia empresarial. La externalización clásica, basada en el traslado de operaciones a países con menores costes salariales como China o India, sucumbirá por un nuevo modelo: el crowdsourcing. Gracias a las tecnologías de la información (Internet, herramientas de diseño y de fabricación baratas, sencillas y de calidad profesional) es posible superar las barreras que impedían agregar y coordinar a multitudes de amateurs y profesionales externos que se establecen en un mercado virtual para ofrecer sus servicios a clientes particulares o a empresas. El artículo utiliza, entre otros, el caso iStockphoto donde cualquier fotógrafo (desde el profesional hasta el que acaba de comprarse una cámara digital para hacer fotos los domingos) puede ofrecer sus imágenes en catálogos a precios muy inferiores a los que se obtienen en las agencias y fotógrafos profesionales. Como rsultado de su éxito (de hecho ya ha sido vendida por una cantidad astronómica a uno de los grandes del sector; otro signo de burbujas y exuberancia irracional) muchas agencias y profesionales están cambiando rápidamente su modelo de negocio para no quedar al margen. Otro ejemplo citado es Innocentive, del que ya hablamos y que denominamos “el eBay de la ciencia” (más ejemplos en Look Who's Crowdsourcing). Estos serían los 5 Rules of the New Labor Pool:
1. The crowd is dispersed
2. The crowd has a short attention span
3. The crowd is full of specialists
4. The crowd produces mostly crap
5. The crowd finds the best stuff
El principal valor del crowdsourcing, o al menos el que está generando beneficiosen stos momentos, es la reducción de costes. Aunque no mejoren la calidad de los productos y servicios (esta sería otra discusión), ofrecen niveles similares con un coste menor.
4. Y para finalizar, en el mismo número de Wired, Bruce Sterling (Blogging for dollars) afirma que hay burbuja pero que eso no es lo importante. ¿A quién le interesa o preocupa la burbuja?. No a las start-ups que utilizan la arquitectura de participación de la web 2.0 para captar usuarios sin costes de publicidad. No a los los usuarios que gracias a la burbuja pueden utilizar servicios mucho mejores y mucho más baratos (de hecho, gratis en buena parte de los casos):
It’s good to see Internet entre-preneurs grinning again. Web 2.0 makes them happy in several ways that its bubble-era forebear did not. Here’s a critical one: The new breed of online business has no need to advertise. Have you ever seen an ad for Skype? Any kind of pitch, anywhere? Yo, Skype don’t hype!
How can any business grow without an ad campaign? The key is what publisher Tim O’Reilly calls an architecture of participation. Web 2.0 outfits like Skype, Wikipedia, Flickr, and del.icio.us don’t need to promote themselves because, unlike their Web 1.0 counterparts, they connect people directly to engage in meaningful activities. In doing so, they’re disrupting markets – and challenging the Web’s ethos of transparency.
Rather than bragging about how insanely great its VoIP products are, Skype makes its users insanely productive by letting them talk with any other user worldwide for free. The company makes money by charging users for connecting to phone systems outside of its network. It’s a freemium model: Attract users with free services, then charge them a premium for special features.
Después comenta el ejemplo de Fon, aunque alerta del peligro de que los bloggers famosos (como nuevos presciptores sociales) con intereses en las empresas utilicen sus blogs para la promoción (algo que ha generado cierto debate en el caso de Fon). Pero el propio Sterling predice la solución, al tiempo que nos explica como será la tercera burbuja (que se parece mucho al crowdsourcing):
Such temptation hangs like a dark cloud over the blogosphere. But there’s a countervailing force: Anyone with a browser can communicate with the Web at large. Users don’t need bloggers to tell them where to go; they can easily tell each other. They could do to Fon what the denizens of Friendster did when MySpace came along: Use the old network to move their peers to the newer, cooler one.
Ordinary users could even become the architects- of their own participation, forming viral, networked, profit-seeking enterprises in which users don’t just make money but take ownership-. Imagine a version of Fon in which Foneros get a share of stock for each hot spot they add to the network. The more energy and resources the evangelist-employee-owners put in, the more tangible wealth they get back.
As Karl Marx might have put it, participants of the Net unite! You have nothing to lose but your roaming fees.
Bienvenida a la exuberancia irracional. Gracias a las burbujas se inyecta dinero privado que, aunque sólo sea en una pequeña parte, se traduce en innovación útil para los usuarios. Si al final no explota todos ganarán (usuarios, emprendedores e inversores), pero aún si estalla los beneficios para la mayoría serán indudables. Por supuesto, el mayor riesgo lo correrán los inversores … para algo son el capital riesgo.