Siempre me ha indignado la hipocresía con que la sociedad, los medios y los políticos tratan el dopaje de los deportistas profesionales. Se exige un deportista “sano” pero sólo se valoran logros que, en muchoss casos, deben ser necesariamente consecuencia del uso de sustancias dopantes. Y para lograr que la conciencia común permanezca tranquila, se pasa por encima de los más mínimos derechos de cualquier eprsona, incluyendo un deportista bien o mal pagado: el derecho a su intimidad y a disponer de su cuerpo como considere conveniente. Pero esta actitud tiene un coste: la ilegalización que conduce a la aparición de mafias que se aprovechan para obtener un beneficio ilícito a costa de los propios deportistas que no pueden contar con referencias objetivas de la naturaleza y consecuencias de los tratamientos que se puedan aplicar. Este es el verdadero problema, las mafias nacidas al amparo de la ilegalización.
Por todo lo anterior me ha gustado especialmente el post de Juan Urrutia Mi cuerpo es mío donde defiende el derecho de cada uno a doparse si lo considera conveniente y explica de un modo muy claro como admitiendo y legalizando el dopaje (y permitiendo el desarrollo de un mercado) podría resurgir el deporte y conseguir un “juego limpio” real (y no el aparente que tenemos ahora bajo continua sospecha):
Han atrapado a la mafia de las sustancias dopantes para aumentar el rendimiento deportivo, hace un par de días se habló de un mercado de órganos y llevamos meses discutiendo sobre el modelo holandés y el sueco en lo que se refiere a la prostitución.
Mi mujer y yo diferimos en los tre asuntos. Ella dice que hay cosas con las que no se trafica. Como el cuerpo por ejemplo. Yo creo que todo es comercializable siempre que haya un verdadero mercado en el que se garantiza, más o menos, la calidad de la mercancía, la seguridad sanitaria y la libre voluntad de las partes contratantes.
Por lo tanto la discusión debe limitarse a estas circunstancias. Y en ellas yo sostengo mi opinión. No he recibido ni vendido órganos, aunque confío en aumentar mi vida con transplantes e implantes. No he vendido mi cuerpo ( quizá por falta de demanda ) y no confesaré el uso que haya podido hacer del mercado de la carne pues me gustaría mantener el morbo de la incertidumbre sobre mis inclinaciones sexuales, un tema tan de moda esta temporada.
Pero sí he sido deportista y sé lo que engancha la competitividad y el deseo furioso de ganar y ser el mejor.Si con ciertas sustancias puedo aumentar mi rendimiento quizá esté dispuesto a correr ciertos riesgos para mi salud a medio y largo plazo. No solo mi cuerpo, también mi tasa de descuento temporal es mía.
Contra estas consideraciones no me sirven los futuros costes sanitarios de cuidar las secuelas de estas exageraciones pues siempre hay una cierta forma de hacer recaer dichos costes sobre la persona que se arriesgó: son parte de esos riesgos que esa persona tomó conscientemente.
Y, además, en este campo del deporte, el uso de drogas tendría una consecuencia colateral que hay que considerar. Seguramente acabaría habiendo dos clases de deportistas para cada deporte, los amateurs de antaño y los profesionales. En algunos deportes esta diferenciación ha subsistido hasta hace poco y en otros todavía se mantiene, dando origen a los torneos “open”, donde se mezclan unos y otros.
A los que le gusta disfrutar del deporte como espectadores podrían continuar haciéndolo con posiblidades de ver records mundiales cada día. A los que nos gusta el deporte como parte de esa competecia que aumenta espectacularmente los niveles de adrenalina y solo queremos ganar o que nuestro equipo gane aunque no bata records, acabaremos volviendo a los campos de juego a entrenarnos en fair play.
Disminuirá el número de galácticos, los que queden serán vistos y jaleados por algunos y contibuirán con su “sacrificio” personal a la mejora de la medicina. Por otro lado aumentará la practica y el seguimiento de los depertes porque sí, para llegar a ser un héroe local y llevarse al chico o la chica con que todos sueñan.
¿Pero no llevará este deseo de conquista sexual al dopaje? Quizá ocurra como con los diuréticos que estilzan nuestra figura. ¿Los deberíamos prohibir?