Los espacios públicos han sido históricamente una parte integral de nuestras ciudades (en buena medida su razón de ser), al menos de las ciudades mediterráneas y europeas. De este modo, este elemento básico en la vida urbana se ha interiorizado como algo consustancial con la existencia de las ciudades, independiente de opciones políticas o delos procesos socioeconómicos. El fenómeno de la “metropolización” de las ciudades, su transformación en estructuras difusas, multicéntricas, ha provocado una transformación de los espacios públicos. Como consecuencia del urban sprawl surgen los grandes centros comerciales, inicialmente en EEUU y posteriormente en el resto del mundo, como otro modelo de organización de la vida social de los habitantes de las grandes áreas metropolitanas, la “ciudad difusa” extendida y de baja densidad.
El modelo de ciudad difusa ha sido atacado por razones ideológicas, ambientales o sociales. El modelo de gran centro comercial como espacio público ha recibido similares o mayores críticas, muchas de ellas asociadas a la acusación de mercantilización y privatización de la vida social urbana. Pero, muchas de estas críticas se olvidan de que los centros comerciales son una respuesta adaptativa a las nuevas estructuras urbanas y a la incapacidad de las administraciones públicas para proporcionar alternativas de espacios públicos ante los nuevos escenarios sociales y espaciales.
Este debate ha derivado hacia la teoría de las clases creativas de Richard Florida, aunque buena parte de la discusión no tiene que ver tanto con las ideas originales de Florida como con el uso de ellas que realizan los políticos en gobiernos locales. Estos gestores urbanos han simplificado las propuestas transformando lo que debería ser un proceso “bottom-up” (creación de condiciones para que los ciudadanos puedan desarrollar su capacidad innovadora y emprendedora) en otro “top-down” donde los gobiernos locales tratan de diseñar y controlar de un modo jerárquico la dinámica social y económica y buscan la atracción de una clase creativa externa. Esta estrategia se basa fundamentalmente en grandes proyectos arquitectónicos y culturales (entendiendo “la cultura” como la acumulación de grandes espectáculos dirigidos a ciudadanos-espectadores). Por supuesto, existe otro debate, de mucho más calado, sobre la teoría de las clases creativas que discute si los factores que realmente señala Florida son responsables del crecimiento económico en las ciudades. Aquí la teoría de la clase creativa falla por su excesiva simplicidad y por confundir causas con consecuencias, pero en este post me interesa más el debate sobre los usos políticos de las ideas de Florida.
Como parte de este proceso de debate político y social resurge en los últimos años la necesidad de “recuperar” los espacios públicos en las ciudades como parte de un modelo urbano más compacto y denso que incentive la vitalidad y dinamismo de los centros urbanos. Este debate, como en el caso de la clase creativa, repite los errores habituales de los responsables políticos. Entre estos errores tienen, en mi opinión, especial importancia:
- confundir los espacios públicos con la gestión pública de los espacios comunes,
- atacar a los centros comerciales como el “mal absoluto”, sin ofrecer además ninguna alternativa atractiva para los ciudadanos, y pretender revitalizar los espacios públicos limitando la iniciativa comercial (en realidad un pago al apoyo electoral de los oligopolios del pequeño comercio), y
- gestionar la recuperación con una aproximación top-down, imponiendo un diseño y usos que “deben” ser aceptados por una ciudadanía pasiva.
Ante este panorama, preocupante por la reedición de errores y el inicio de guerras contra enemigos imaginarios, surgen otras ideas e iniciativas que pueden identificar estrategias alternativas de recuperación efectiva de los espacios públicos y el capital social y actividad económica que tienen asociados. En este sentido me han parecido especialmente interesantes tres ejemplos que analizan los aspectos teóricos y las estrategias prácticas de recuperación delos espacios públicos.
1. Paste and Vinegar hace un largo e interesante resumen de una reciente conferencia de Manuel Castells sobre “The Networked City: Information and communication technologies, spatial structure, and urban dynamics”. Las teorías de Castells se sustentan en la idea de que la dinámica urbana en la era de la información está caracterizada por procesos simultáneos de centralización (concentración) y descentralización que dan lugar a regiones metropolitanas que se convierten en las nuevas unidades funcionales. Estas regiones superan las escalas administrativas y políticas tradicionales, lo que genera problemas de adaptación a la nueva realidad de la gobernanza urbana. Sobre esta idea señala los tres principales problemas que afrontan estas nuevas regiones, entre los que sobresale la necesidad de preservar los espacios públicos para la vida social:
- how to establish a multimodal communication system (it’s not anymore public transport versus cars but cars, pedestrians, bikes, buses, electrical cars…); and it’s not only transport but communication: how cell phones/smart information systems allows to organize these transports
- how to preserve public space in which social life could be articulated: a need to prevent public space to be privatized (big shopping malls in the periphery of cities).
- what about the institutional coordination at the metropolitan regions level: it does not exist and the solutions that exists so far did not work
Las soluciones pueden venir de la interacción del diseño de los espacios y flujos urbanos y la recuperación del valor para los ciudadanos de los espacios públicos:
- more planning of mobility and connectivity: usage of “ground” and multimodality must be better planned in order to less concentrate flow.
- paying attention to environmental issues: some regions are close to ecological disasters (water, diseases, air quality…), not only in the Third World but also in LA
- one of the most important problem is how to diffuse in the city the cultural sense of cities: there are more and more “villes sans histoires” (cities without history): less and less physical/cultural marks for inhabitants, less intermediary forms between their home and the world. An idea was to built monuments (”architecture de signature”) a la Ghery, but it’s still problematic and concentrated in specific places: it does not solve the loss of sense for daily life of inhabitants. Barcelona managed to have an innovative solution: opening public space with urban architecture (sculpture, small monuments…), people don’t always like them but at least they make senses, as landmarks for navigation for instance.He concluded that every attempt to articulate citizens needs in these metropolitan regions should start with the political will; and it does not exist: so it’s rather a problem of reconstructing or tightening between professional of space (urban planners, architects…) and populations.
Siendo cierto que lo fundamental es el deseo político de generar cambios de este tipo, sólo se puede desear lo que se conoce y comprende y me temo que, en muchas ocasiones, los políticos están muy lejos de entender que modelo de ciudad que “desean” realmente y cuales son los medios para conseguirlo.
2. El taller Injertables, que organiza en unos días el colectivo Ergosfera en Coruña, diseñará y ejecutará “apariciones víricas de uso público adulterado”. Pretenden ofrecer a los ciudadanos (y a los responsables políticos que quieran y sepan entenderlo) un modelo de trabajo y recetas para acciones a pequeña escala que recuperen el uso público de los espacios públicos abandonados a su suerte; todo ello con bajo coste y alta flexibilidad. El propio sitio del taller y mi post previo explican las razones del interés de este proyecto para la recuperación de los espacios urbanos. Los organizadores del taller explican en su blog, Injertando futuras ciudadanías, la “agenda oculta” del taller: transformar la relación de los ciudadanos con la ciudad y convertirlos en los verdaderos protagonistas de “lo urbano”, más allá de políticos y arquitectos (lo habituales protagonistas del urbanismo):
Estas acciones, que se infiltran continuamente por las fisuras de lo urbano, representan quizás una de las últimas oportunidades de las ciudades para salvar lo que quede de su creatividad auténticamente contemporánea, y desde luego, de su potencial de supervivencia futura, pues es desde fuera, conceptualmente, pero desde dentro, realmente, como las propuestas de recuperación de la ciudadanía pueden llevarse a cabo, rescatando así la posibilidad de futuros inciertos, abiertos a responder a nuestros diversos y variables deseos subjetivos.
Es en este punto donde una y otra vez nos equivocamos los productores de ciudad, ya que por nuestra pretenciosidad y alejamiento disciplinar de la ciudadanía media, cuando detectamos este problema, y muchos lo han hecho ya a lo largo de la historia, no nos damos cuenta que la ciudad, como dice Rem Koolhaas, siempre sale victoriosa, y la arquitectura se supedita invariablemente a los dictados de una serie de procesos urbanos mucho más potentes, que no consistentes, que las armas de las que disponemos los involucrados en tal menester. Por eso, siempre que optamos por sistemas de creación de ciudad novedosos y alejados de lo convencional, pero rígidos y generadores de nuevas reglas e imposiciones para los ciudadanos, sólo provocamos una vez más su continuo fracaso.
Y es por esto por lo que con esta acción no pretendemos crear ninguna clase de modelos o tipologías a reproducir, sino experimentos formales y programáticos que se desarrollarán en un tiempo y lugar determinados, para desaparecer sin dejar rastro una vez provocadas ciertas distorsiones en la percepción conceptual de lo público que poseen los habitantes de la ciudad. Pues estamos convencidos de que sólo de esta forma podrán llegar a aparecer, en algún caso, nuevos usos, nuevas apropiaciones, nuevas experiencias, nuevos, en definitiva,… ciudadanos…
3. Enrique Peñalosa fue alcalde de Bogotá durante sólo tres años en los que revolucionó la ciudad. Acaba de participar en el World Urban Forum III celebrado en Vancouver donde ha sido uno de los protagonistas al demostrar como revitalizar una megalópolis latinoamericana. Los problemas de Bogotá harían pensar que es imposible su recuperación sin una finanaciación muy elevada, impensable para un país como Colombia. Peñalosa demostró como el deseo político y la capacidad de toma de decisiones y gestión puede transofrmar radicalmente los espacios públicos y la calidad de vida de los ciudadanos con pocos recursos financieros. Esteban Undurraga resume la intervención de Peñalosa en el blog de Durán Arquitectos + asociados (y en NorteSur), resaltando la importancia crucial que tienen los espacios públicos en la calidad de vida en los países pobres y para los ciudadanos pobres, más allá de las habituales preocupaciones estéticas que suelen centrar el debate en las ciudades de países desarrollados:
Su discurso fue un claro golpe sobre la mesa llamando a la sofisiticada audiencia a repensar el concepto de sustentabilidad urbana. En sus palabras, la palabra sustentabilidad debiera ser explícita en cuanto a los valores de justicia social y equidad en el acceso a los beneficios y garantías urbanas. En los países con menos recursos, cuando el rico toma un descanso, toma el auto y se va a la playa, ó se va de viaje, ó en el peor de los casos, disfruta de su jardín. Los pobres salen a la calle. Es todo lo que tienen.
Así el espacio urbano común se transforma en la única fuente de bienestar social directamente accesible por los que tienen menos, y la ciudad (y sus autoridades) tiene el deber moral de atender esa necesidad. La ciudad debiera ser capaz de no hacer distincion de usuarios, de garantizar el acceso a los beneficios urbanos y proteger la salud de sus habitantes. Todos sin exclusión.
Cuando una ciudad (y sus autoridades) planean y ejecutan planes mayúsculos de infraestructura en favor del automóvil y el transporte privado, se le está diciendo a la gente en su cara, que no todos tienen los mismos derechos. Cuando una ciudad carece de parques e infraestructura PUBLICA de recreación, está sugiriendo que los más pobres no necesitan descanso.
Charles Montgomery también ha reseñado la intervención de Peñalosa en Tyee.ca (The Mayor Who Wowed the World Urban Forum; vía Resilience Science). En este caso explica las acciones específicas desarrolladas en Bogotá, que atacaron especialmente los problemas de tráfico.
Enrique Peñalosa presided over the transition of a city that the world--and many residents--had given up on. Bogota had lost itself in slums, chaos, violence, and traffic. During his three-year term, Penalosa brought in initiatives that would seem impossible in most cities, even here in the wealthy north. He built more than a hundred nurseries for children. He built 50 new public schools and increased enrolment by 34 percent. He built a network of libraries. He created a highly-efficient, "bus highway" transit system. He built or reconstructed hundreds of kilometers of sidewalks, more than 300 kilometres of bicycle paths, pedestrian streets, and more than 1,200 parks.
…
"If you base progress on per capita income, then the developing world will not catch up with rich countries for the next three or four hundred years. The difference between our incomes is growing all the time. So we can't define our progress in terms of income, because that will guarantee our failure. We need to find another measure of success."
The measure he came up with was shockingly simple. Happiness.
"And what are our needs for happiness?" he asked. "We need to walk, just as birds need to fly. We need to be around other people. We need beauty. We need contact with nature. And most of all, we need not to be excluded. We need to feel some sort of equality."
Before you dismiss Peñalosa as some hemp-hatted revolutionary, remember that this is a guy who titled his first book Capitalism: The Best Option.
The problem in Bogota was that most people didn't have access to the public space that is supposed to make such happy things happen. The wealthy had turned city sidewalks into parking lots for cars. Public parks had been fenced off, essentially privatized by neighbours. And for years, the government had been blowing its budgets on highways and road improvements, with the encouragement of Japan's international development agency, which was apparently in the business of creating new markets for Japan's carmakers. So while the wealthy in Bogota could spend their weekends in country clubs or private gardens, the poor had little but jammed streets and televisions to occupy their leisure time. Peñalosa resolved to establish a balance.
Peñalosa's official War on Cars began when he ordered the sidewalks cleared of cars. That triggered a movement to impeach him--unsuccessful, since it was in fact illegal for people to park on the sidewalks. He then launched a system which banned 40 percent of vehicles from the roads during rush hour. Peñalosa convinced his city council to raise the tax on gasoline, and used half the revenues to fund a rapid bus system that now serves more than 500,000 citizens.
After Bogota's first wildly popular "Car-Free Day" in 2000, residents voted in a referendum to make the event an annual affair. Most powerfully, the city was transformed from a place of hopelessness to one of civic pride.
Esespecialmente interesante el contraste entre la acción política de Peñalosa y las habituales “políticas de escaparate” europeas. Los gobiernos locales se lamentan retóricamente del “problema del tráfico” y acusan a los ciudadanos de utilizar de modo excesivo el automóvil. Para “educarnos” instauran el “día sin coches” como una simple prohibición efímera. Tras ese día, que genera el lógico enfado de los afectados (que no cuentan con alternativas en la mayor parte de casos), todo vuelve a la normalidad. En el caso de Bogotá, se tomaron decisiones políticas polémicas y arriesgadas que generaron cambios radicales en la movilidad de los ciudadanos y el uso de los espacios públicos. Sólo después se instauró el “día sin coches” ofreciendo ya alternativas reales y eficaces y como una manera de reafirmar unas determinadas políticas.