La revista Tiempo ha publicado en su último número (Políticos enredados) un panorama un tanto deprimente de los usos de los blogs por los parlamentarios españoles. De entre los 609 diputados y senadores, sólo(?) 18 escriben un blog (que se pueden consultar en el agegador parlamentarios.info creado or la Sociedad de las Indias Electrónicas). Sin duda un porcentaje superior al de la población general, pero tremendamente bajo si pensamos lo que un blog le ofrece a un político elegido para un cargo público: la oportunidad de contar con un canal de relación con sus representados ágil, fácil de usar, inmensamente barato e independiente del aparato de su partido. Desde este punto de vista es incomprensible que sólo un escaso 3% de nuestros representantes se hayan sentido atraidos por la oportunidad. Los datos empeoran si comprobamos la frecuencia de actualización o los contenidos de algunos de esos 18 (supuestos) blogs. Por otra parte, puede que ese 3% resulte escaso, pero resultaría mucho más escandaloso conocer el número de parlamentarios que utilizan habitualmente el correo electrónico o para cuantos simplemente un ordenador es parte de sus herramientas de trabajo habituales.
El artículo hace un buen repaso a varios de los pocos, y encomiables, ejemplos de blogs de parlamentarios. Explica en palabras de los propios implicados cómo los utilizan, los beneficios que les aportan o sus problemas (entre otros, el tono de buena parte de los comentarios que, como ya decía hace poco, parecen coto reservado a hooligans de todos los colores). Pero, la lectura del artículo confirma mi preocupación por dos cuestiones que reflejan el concepto que los políticos tienen de Internet (y de sus ciudadanos) y el escaso nivel de “lo digital” en nuestro país.
Gustavo de Arístegui, uno de los principales representantes de los bloggers parlamentarios, minimiza la importancia de los blogs por su “excesiva” abundancia y por su poco valor en comparación con el contacto “directo” con los ciudadanos:
“El problema –explica Arístegui– es que la proliferación de blogs resta visibilidad. Para tener repercusión es necesario distinguirse del resto”. Para él el blog es “una complemento más. Está bien tener reflejos informáticos pero nada sustituye estar a pie de calle. El contacto, el calor es necesario. Los votantes quieren hablar, abrazarte y darte ánimos. Eso no puede sustituirse”.
¿Es un problema la proliferación?. Más bien todo lo contrario, obliga al blogger a atraer a su público con más y mejores contenidos. Posiblemente eso represente un gravísimo problema para muchos de nuestros políticos demasiado acostumbrados a contar con una audiencia cautiva independientemente de su capacidad personal de convocatoria, y poco dados a invertir tiempo y esfuerzo intelectual para regalarlo a todo aquel que desee (sin la recompensa inmediata, casi “pauloviana”, del voto). Pero más grave me parece que un político del nivel de Arístegui parezca defender los tradicionales mítines políticos como el modo idóeno de relación con el ciudadano. O no ha entendido nada o se ve obligado a ser políticamente correcto (me inclino por esta última opción dada la inteligencia que ha demostrado en diversas ocasiones este parlamentario). Primero, los blogs permiten una relación virtual (principalmente, pero son el inicio de mcuhas relaciones más allá de la red), pero que puede ser tan cercana y dinámica como la que sucede en el “mundo real”. Segundo, los mítines son el sumum de todo lo que no debería ser la política: discursos vacíos para un público ya entregado de antemano (probablemente muchos de los hooligans de los comentarios se dejan caer en esos mítines) y con una nula capacidad de crítica. Los mítines sólo son útiles (siempre para los partidos, casi nunca para los ciudadanos) como demostración de fuerza y para lograr segundos en el prime time de los medios de comunicación.
Mi segundo motivo de procupación surge del mismo artículo de Tiempo donde se cita mi opinión sobre este tema. Lo que me preocupa en concreto, dicho sin falsa modestia, es mi catalgación como “experto en la política en Internet”. Curiosa definición de un blogger que cuando empezó esta aventura se marcó como única norma que no hubiese normas sobre temas o estilos, salvo una excepción: no escribir sobre política (o al menos sobre la política aburrida que “disfrutamos” en España). Cierto que después las circunstancias me han llevado a incumplir en cierta medida mi autopromesa, pero sigo estando muy alejado de ser experto en casi nada, y especialmente en política o en Internet. Por suerte el mismo reprotaje si consulta con otros expertos reales, como David de Ugarte (responsable de algunos éxitos en elecciones sustentandos en parte en campañas basadas en las redes digitales y software libre). Pero posiblemente al artículo refleje una realidad: en España los “expertos profesionales” no incluyen en general a Internet dentro de su ámbito de actuación y los pocos que si han incorporado lo digital en sus análisis o estrategias siguen estando al margen de la política.
Las comparaciones son siempre odiosas pero, en ocasiones, pueden resultar especialmente didácticas. Joe Trippi el estratega de la campaña de Howard Dean en las primarias demócratas para las últimas elecciones presidenciales estadounidenses explicó en su libro The revolution will not be televised los detalles de esta campaña. Recordemos que ha sido, hasta el moemnto, el principal ejemplo exitoso de uso de Internet y redes sociales para organizar una campaña electoral con resultados espectaculares (tanto si los medimos como financiación como en apoyos). En una nota en la página 143 comenta, en realción con el uso de los blogs durante la campaña:
We would eventualy use several Internet experts and bloggers as consultants to the campaign, including Lessing, Weinberger, and Marcos Zuniga of Daily Kos.
Los políticos españoles en general, y el ejército de personas ocupadas en los aparatos de los partidos, asesores y publicistas que trabajan a su alrededor en particular, deberían leer este libro con detenimiento. Primero, para que entiendan que es Internet y como se puede utilizar. Segundo para que comprendan que si no cambian se quedarán al margen del juego en un futuro bastante próximo. Y tercero para que empiecen a pensar en que gente les puede ayudar, dado que, me temo, sus mejores consejeros no serán sus acompañantes habituales (tan analfabetos digitales como ellos mismos). Aún así, cuentan con una enorme ventaja, si la saben aprovechar: muy cerca de ellos (en sus propios partidos u organizaciones de apoyo) cuentan con personas que conocen muy bien este mundo, que han vivido un tanto al margen de los aparatos, y que les podrán ayudar. Las elecciones municipales de 2007 serán una buena oportunidad para empezar a vislumbrar el futuro.