El pasado miércoles el suplemento Culturas de La Vanguardia publicó dos artículos que ponen en cuestión los pilares de la literatura y el cine: el argumento y el guión. Como veremos estas enmiendas a la totalidad de la cultura narrativa, aunque presentadas desde una perspectiva disciplinar, no son más que señales de una nueva forma de entender la creación, más abierta al receptor. El nuevo lector o espectador debe activar sus sentidos y, sobre todo, su inteligencia para acabar de definir personajes y construir historias a partir de piezas de información parciales y, en parte, inconexas. El libro o la película se conierten en una propuesta abierta de escenarios, en sentido real y figurado, que deben ser imaginados y desarrollados por el espectador (y adoptan en cierta medida el lenguaje de los videojuegos).
Xavier Bru de Sala critica a buena parte de la literatura contemporánea y se manifiesta Contra el argumento
No nos fiemos del argumento. Los argumentos son poco relevantes. No son lo primordial. Pueden resultar fascinantes, pero son engañosos. Quedarse con el argumento (aquello de contar la peli) es casi banal…
Lo que de veras cuenta son dos cosas: lo que se dice y lo que se hace. La relevancia de las frases, una tras otra, que sean capaces de transmitir sentido y emoción. La expresividad, la elocuencia, la pertenencia, la profundidad de las frases ... Inmediatamente por encima, están las situaciones, que dan cobijo a los hechos. Nada de planteamiento, nudo y desenlace. Eso son más bien ´falòrnies´. Las situaciones verdaderas casi pueden intercambiarse, saltar de un lugar a otro de la obra, sin que ésta se resienta demasiado.
Algunos ejemplos sugerentes dan fuerza a sus argumentos. Nos pasea por algunas de las, consideradas, obras maestras de la literatura, de Ulises a la Biblia pasando por El Quijote y abarcando todo Shakespeare. ¿Qué tienen en común?. Carecen de argumento o, altrenativamente, cuentan con tantos argumentos que las rutas a seguir por el lector son infinitas:
Dejad a un lado la gran novela del XIX y ya me iréis contando argumentos. El de la ´Odisea´, por ejemplo. El mismo que el del ´Ulises´, que Joyce ridiculiza -un tío que sale de casa, se da una vuelta por Dublín y vuelve- para homenajear las situaciones. ¿Vale? ¿Y qué os digo de Shakespeare? Que nadie entiende ni entenderá jamás el argumento de ´Hamlet´. Vaya por donde, el mejor argumento del mundo, resulta que no lo entiende ni el mismísimo Shakespeare. Pues si a él se le escapaba... Os propongo releer ´Hamlet´ como una sucesión inconexa de situaciones, olvidando por una vez que están hilvanadas. Más aún, tomad todas les escenas de todas las obras de Shakespeare, metedlas en una coctelera. A ver qué sale. La misma cantidad y peso de verdad humana. ¿Lo que vale para el mejor argumentista del mundo no valdrá para los otros grandes autores? ¿Aún no os he convencido? A ver quién me cuenta el argumento de la ´Biblia´ sin blasfemar contra la ´Biblia´. A ver si alguien es capaz de contar el argumento del ´Quijote´ sin cargarse la obra, compuesta, claro está, de situaciones
Angel Quintana ataca a buena parte del cine oficial, obsesionado por que se cuente una “buena historia”, y propone un esbozo de manifiesto Contra el guión:
Hoy, en las escuelas de cine, en las comisiones de valoración de Ministerios y conselleries o en los despachos de los productores, Dios tiene un nombre propio y ese nombre es guión. Sin embargo, algunas de las mejores películas realizadas en los últimos años … se han realizado sin guión. Todas han sido planteadas como obras abiertas, atentas a ese instante revelador proveniente del mundo real. Todas son conscientes de que la apuesta cinematográfica de estos tiempos se halla en los discursos fronterizos, en las obras que desafían las coordenadas establecidas por los géneros y por los cánones.
Este ataque al guión le sirve para defender la película La leyenda del tiempo de Isaki Lacuesta como un ejemplo exitoso de este tipo de cine carente de una línea argumental lineal y cerrada.
Pero existen muchos otros ejemplos de la importancia de las “narraciones abiertas” en la cultura audiovisual. El último libro de Steven Johnson, Everything bad is good for you, es una defensa apasionada de la nueva televisión de ficción, aquella que crea series basadas en múltiples tramas y personajes que se cruzan o discurren en paralelo. El espectador debe componer el hilo argumento a partir de fragmentos de información dispersos. Esta nueva forma de narrar, o de proponer esbozos de historias, obliga al hasta ahora pasivo espectador a un ejercicio intelectual notable y, en el fondo en mi opinión, a un esfuerzo creativo.
Pero el teatro, la forma original de cultura audiovisual, puede convertirse en otra forma de narrar de manera abierta permitiendo, en este caso, a los propios actores (en el fondo también espectadores de su propia obra) crear argumentos alternativos a partir de un esbozo de escenarios y personajes. Es el caso del teatro improvisacional, una forma del teatro experimental, del que uno de sus máximos representantes, el director Peter Brook, es una fuente de inspiración para teóricos de la gestión empresarial y la innovación como Michael Schrage (como él mismo reconoció en esta entrevista que comentamos en Aprendiendo a innovar: olvidemos los MBAs y estudiemos arte dramático).
Pero, el ejemplo más elaborado de esta tendencia son los videojuegos. Un videojuego es una estructura narrativa donde actúan dos grupos de creadores; los diseñadores y programadores en una fase inicial y los jugadores tras su salida al mercado. En este sentido, los videojuegos son la evolución natural de la literatura, el cine o el teatro, abriendo la narración a múltiples actores. Pero algunos MMORPGs, como Second Life, abren a los usuarios no ya la historia sino también buena parte dela construcción de personasjes y escenarios.
Si trsaladamos estas ideas al ámbito político o de la gestión de organizaciones, la tendencia que emerge en la cultura significa un paso de la planificación centralizada a la estrategia, el análisis de escenarios y los modelos degobierno colaborativos. Los antiguos líderes deben reconfigurarse, abandonan su vieja función y se convierten en creadores de escenarios y catalizadores de dinámicas por parte de sus liderados, usuarios, lectores, jugaodres o espectadores.