5. Necesidades de recursos materiales y humanos para la adaptación al EEES
Aunque el proceso de adaptación al EEES implica cambios culturales importantes, no podemos olvidar la necesidad de que las condiciones de desarrollo de la actividad docente (el contexto donde se debe conseguir la adaptación) se modifiquen para facilitar (o al menos no impedir) los objetivos. En este sentido, planteo a continuación dos grandes tipos de necesidades sobre las que las universidades ya están actuando en mayor o menor medida o deberían plantearse en un futuro inmediato:
Necesidades de recursos materiales
- Rediseño de los espacios de trabajo de los centros universitarios para adecuarse a los nuevos modelos docentes. Por ejemplo, se hace evidente en la mayor parte de los casos la necesidad de contar con espacios adecuados para tutorías y seminarios (5-10 personas) diseñados para trabajo en grupo y no para clases magistrales.
- Incremento de fondos bibliográficos para utilización activa por los alumnos. Esta necesidad no tiene por que traducirse necesariamente en aumentos de las obras disponibles “en papel” en las bibliotecas universitarias. Este objetivo puede lograrse de un modo más barato y eficaz mediante la digitalización de contenidos parciales de libros básicos (los problemas de copyright podrían superarse con mecanismos de acceso restringido en intranets) o el desarrollo y utilización de materiales de dominio público o copyleft.
- Acceso a Internet por parte de los alumnos. Este objetivo podría cubrirse con una combinación de acciones que podrían abarcar: redes inalámbricas en campus (wifi), aulas de informática “móviles”, y promoción de compra de portátiles (negociación de precios con proveedores y de financiación con bancos).
Necesidades de recursos humanos
El cambio docente implica un incremento de la carga docente del profesorado que por el momento no ha sido convenientemente evaluado. Por ejemplo, en los casos que he tenido oportunidad de conocer o en los que he participado, este aumento de dedicación docente puede suponer entre un 50 y un 100% (dependiendo de factores como el número y tipo de tutorías). Por tanto, es imprescindible en primer lugar abordar la evaluación objetiva y cuantitativa de este aumento. El aumento de carga docente individual debe analizarse en el contexto de la reducción de estudiantes universitarios que, en muchos casos, puede permitir asumir la adaptación con los recursos humanos existentes. En mi opinión esta evaluación debería hacerse a pequeña escala dada la heterogeneidad existente entre áreas y departamentos en cada universidad.
Una vez realizado este análisis, se podrían aportar soluciones. Partiendo de la imposibilidad financiera de aumentar de modo importante las actuales plantillas de profesorado, se deberían buscar alternativas viables que sean asumibles con un coste limitado. Por ejemplo la asignación de asistentes / becarios de apoyo (por ejemplo estudiantes de doctorado o posgrado con una dedicación parcial, de unas 10 h semanales, durante 3-4 meses). Como alternativa, caso de que las universidades necesiten un aumento de capacidad docente y no puedan asumirlo, las instituciones deberían evaluar la posibilidad de reducir la limitación de plazas de modo que la universidad cuente con un menor número de estudiantes y pueda ofrecerles una enseñanza realmente adaptada al EEES. Por supuesto, esta es una decisión política y estratégica, pero los responsables no deben obviar el problema y deberían entender que una enseñanza de calidad, y adaptada a los requisitos, del EEES, precisa de unos recursos mínimos por alumno.