2. Oportunidades y amenazas del EEES
En mi opinión el EEES es (o debería ser) una oportunidad de mejora de la calidad de la docencia universitaria debido a los siguientes factores:
- Supone un cambio de paradigma: de un sistema basado en la enseñanza del profesor a un sistema basado en el aprendizaje del estudiante.
- Introduce transparencia en el sistema al establecer un contrato de facto profesor-alumno (ECTS).
- Supone una apuesta por una formación integral que aborda tanto los contenidos científicos como las capacidades (y por tanto entiende a los estudiantes como profesionales y ciudadanos activos).
Por el contrario, si el proceso no se gestiona adecuadamente, corremos el peligro de que el EEES se pueda convertir en:
- Un cambio administrativo en la forma de medir la dedicación de los alumnos (y posiblemente de los profesores).
- La obligación de preparar una tabla de equivalencias entre horas de clase (crédito tradicional) y horas de trabajo del alumno (crédito ECTS).
- Crear nuevas víctimas del sistema. Tanto a los profesores que, si no interpretan adecuadamente el cambio, pueden convertir una asignatura en un “campeonato de capacidades”: “ahora tengo que enseñarles ciencias y, además, inglés, informática, a trabajar en grupo, habilidades de comunicación, ….”, desbordando su capacidad de trabajo, como a los alumnos que pueden sufrir un cierto abandono al recibir menos clases a cambio de nada incrementando su trabajo individual sin ninguna contrapartida.
Desde mi punto de vista el principal valor del EEES es servir de excusa para provocar un cambio docente muy necesario en la universidad española. Este nuevo espacio implica numerosos cambios normativos que, en si mismos, no tienen por que afectar a la calidad de la docencia universitaria. Por el contrario, sin que los cambios normativos obliguen a ello, la adaptación al EEES ha provocado un proceso de reflexión y debate interno que es muy positivo en si mismo (aunque sólo sea para reconocer las numerosas deficiencias del sistema), y que además puede servir de punto de partida para cambios importantes. Por tanto, el EEES está sacando a la luz muchas realidades de nuestras universidades; pero no lo tomemos como excusa: el EEES no es el problema, sólo hace aflorar los problemas.
Así como la adaptación al EEES está provocando reflexiones sobre la situación previa, el cambio no está siendo, en muchos casos, resultado de un análisis de los objetivos que se persiguen. Se está siguiendo un proceso demasiado mecánico, sin responder a dos preguntas básicas: por qué (¿cuáles son nuestros objetivos finales?) y cómo (¿qué modelo docente queremos?).
El proceso de adaptación depende fundamentalmente de cambios culturales y organizativos que afectan a los diferentes actores (instituciones, profesores, estudiantes). Por el contrario, según pasa el tiempo entiendo que son menos relevantes los recursos económicos (en muchos casos, se demanda financiación para lograr recursos que se pueden obtener con cambios organizativos o administrativos mucho menos costosos).
Aunque por supuesto la financiación actual es insuficiente, existen otros factores que son aún más relevantes y sobre los que, posiblemente, se está prestando menor atención institucional. Los cambios culturales deben afectar a instituciones (universidades y organismos autonómicos y estatales), profesores y alumnos, mientras que los cambios organizativos conciernen tanto a profesores como, especialmente, instituciones.
Son especialmente importantes los niveles organizativos medios (equipos de dirección de cada centro que son responsables de la gestión de cada titulación; la titulación debe ser la unidad organizativa). Los profesores son importantes, pero las experiencias aisladas no tendrán ningún efecto. Por el contrario si un equipo decanal se cree y se involucra en el proceso de cambio logrará muy posiblemente resultados importantes (cualquier facultad promedio cuenta con una alta diversidad de profesores que permite asegurar el éxito).
La falta de voluntad política que estamos experimentando en los últimos años (y que se manifiesta en los retrasos en la aparición de la legislación prometida y en los cambios en las líneas de actuación básica) está minando la credibilidad del sistema y el ánimo de aquellos profesores y gestores especialmente comprometidos. Siempre pensé que lo importante del proceso de adaptación al espacio europeo era el cambio en la cultura universitaria (la forma de entender la docencia y al relación entre profesores y alumnos) y no los catálogos de títulos o las cuestiones administrativas. Sigo pensando lo mismo, pero si los temas legales no se resuelven de un modo rápido y sin crear perversidades, se convertirán en un incentivo para no involucrarse en el proceso de cambio (o en una penalización para los que ya lo están haciendo).
Los procesos de adaptación que se han iniciado en muchas universidades, aún siendo globalmente positivos, se han revelado como demasiado reglados. Incluyen muy poca experimentación, teniendo en cuenta la poca experiencia y conocimiento de primera mano de los profesores sobre innovación docente (la inmensa mayoría son herederos del "monopolio de la clase magistral"). Además, y como era esperable en una universidad con una enorme inercia, los resultados de los pocos experimentos son utilizados muy lentamente por la escasa capacidad adaptativa de la institución y de sus gestores y profesores. La clave del éxito es la gestión adaptativa: entender el proceso de adaptación como una serie de experimentos controlados cuyos resultados permiten una adaptación continua.
Los estudiantes tienen escasa voluntad de participación. Este hecho no es sorprendente dado que esos estudiantes se han adaptado durante años a un modelo que les premia por su pasividad y conformismo. Aún es así, en ocasiones es sorprendente la buena respuesta cuando realmente se creen el proceso y se involucran. Lo realmente dificultoso es conseguir su participación para lo que deberían incluirse medidas de choque que incentiven claramente su participación (por ejemplo es básico que todas las actividades docentes sean evaluadas explícitamente).