La Cidade de Cultura de Galicia (CdC) tienen su origen en un proyecto megalómano de creación de un icono arquitectónico vacío de contenidos y proyectos o, aún peor, con un modelo cultural más propio del siglo XIX que del XXI. Recientemente, los nuevos responsables del gobierno gallego han decidido reformular el proyecto. Esta redifinición supone en cierta medida, e irónicamente, la búsqueda de un problema para el que la CdC sea una solución ya, parcialmente, preestablecida. Aún así, dado el estado de desarrollo del proyecto constructivo, esta opción podría considerarse la solución menos mala, una vez se descartan otras más radicales y políticamente incorrectas. Puestos en esa situación, convertir esta opción en una oportunidad dependerá de la calidad de las ideas, y la capacidad de iniciativa y buena gestión de sus responsables políticos.
Como parte de este trabajo de redefinición, la Fundación Cidade da Cultura de Galicia está desarrollando un proceso participativo, gestionado por la empresa Cidadanía, para repensar el futuro de la CdC. En concreto, se trata de redefinir los futuros usos de una parte de las obras que constituyen el proyecto original y que aún no se habían adjudicado, lo que se ha denominado Obra Aberta. En concreto en Enero de 2006 la Consellería de Cultura e Deporte del gobierno gallego suspendió temporalmente las obras del Teatro da Música y del Edificio das Novas Tecnoloxías para redefinir su diseño y utilización. Este proceos se ha planteado de un modo participativo y se están desarrollando una serie de foros de debate dentro de los que he tenido ocasión de participar en un foro virtual sobre “creación en rede”. En este foro tuve oportunidad de proponer algunas ideas y “escuchar” muchas otras realmente interesantes de otros participantes. El objetivo final es que estas aportaciones sean utilizadas en las siguientes fases del proceso de redefinición, y en este sentido trataré aquí de resumir mi visión del problema / oportunidad centrado en los aspectos que se tocaron en el foro. [Por supuesto, el proyecto CdC incluye muchos otros aspectos, muchos de ellos de mayor visibilidad pública, que no abordaré aquí].
En mi opinión la discusión sobre la “revitalización” de la CdC puede beneficiarse de las analogías con el debate que ha generado la teoría de la clase creativa (propuesta por Richard Florida en su libro The Rise of the Creative Class) y su aplicación a la gestión urbana. Posiblemente esta teoría sea más útil en el diseño de las políticas de gestión de un nuevo espacio cultural, como es la CdC, que en la revitalización de una ciudad ya existente. La teoría de las clases creativas propone que las claves del crecimiento económico en las últimas décadas son la tecnología, el talento y la tolerancia. Estas 3 T podrían informar la estrategia a seguir en el proyecto de la CdC: un proyecto basado en el abundante talento de los creadores ya existentes, y que es independiente de la existencia de la infraestructura (el objetivo debería ser catalizar este talento y no tratar de “construir” desde cero); aplicar la tolerancia entendida como libertad de creación y colaboración; y utilizar de un modo intenso la tecnología como nuevo medio de creación, expresión y comunicación que reduce o elimina barreras y genera nuevas oportunidades.
Centrándonos el el “problema de la creación en red”, en el foro de debate se abordó la interacción entre el “espacio físico” de la CdC y “espacio virtual” de Internet y la traducción de esta relación en proyctos que integren ambos espacios en un proceso de creación y difusión cultural. He querido definir mis propuestas bajo el término “CdC en rede” para señalar lo que considero como claves del posible éxito del proyecto: la integración de la red Internet con el espacio físico CdC y la generación de redes sociales de colaboración en este entorno dual. Con esta base en el foro surgió con fuerza una idea que apoyo plenamente y que defiende que la CdC se convierta en un espacio de colaboración abierta tanto entre creadores en particular como con los ciudadanos en general, y un modelo cultural dinámico y activo que supere la visión estática del museo tradicional. La importancia de la cultura de la remezcla debería ser otro elemento que debería informar el proceso de redefinición. Basándome en estas ideas, presento a continuación un borrador de algunas propuestas básicas para la redefinición del proyecto y revitalización de las infraestructuras proyectadas que puedan ayudar en el debate:
1. Definición de una “infraestructura física” que incluya las redes de comunicaciones, los recursos de computación (propios o apoyados en otras instituciones como el CESGA), y el diseño de los espacios de trabajo y representación, entre otros. Si se propone un modelo colaborativo que promueva la innovación y la creatividad se deben diseñar las condiciones que faciliten estos procesos. Cuestiones tales como las redes wifi abiertas y ubícuas o los espacios reconfigurables y adaptables surgen como necesidades básicas al mismo nivel que el diseño arquitectónico de los edificios. Por suerte, estas infraestructuras tienen un coste muy inferior, pero por desgracia suelen pasar desapercibidas, precisamente por su escaso coste.
2. Definición de una “infraestructura intelectual” que proporcione las “herramientas” intangibles y los entornos de trabajo adecuados. Dentro de esta infraestructura deberían incluirse cuestiones como el asesoramiento y formación de los usuarios en los aspectos legales y estratégicos de la propiedad intelectual, la promoción y difusión de sistemas de licencias abiertas y flexibles (desde el copyleft hasta las Creative Commons o Coloriuris), la difusión y la formación activa de los usuarios de herramientas de colaboración en red (como el software que soporta la web 2.0), etc.
3. Creación de un laboratorio de software libre dedicado a la integración de esfuerzos (ya existentes en Galicia y a nivel global) en el desarrollo de herramientas de código abierto para la creación y colaboración (desde, por ejemplo, Processing a Mediawiki o Wordpress). Más que la personalización de herramientas pre-existentes (proceso que en ocasiones genera demasiado ruido y dudas entre los usuarios que ventajas; véanse las versiones locales de Linux que surjen constantemente en España), se deberían centrar esfuerzos en facilitar el acceso a las mismas y la formación activa de los usuarios. Un aspecto en el que si sería importante la “personalización” sería la adaptación lingüística al gallego y castellano.
4. Definición de un modelo organizativo basado en proyectos y en la participación abierta, que fomente de la inter– y transdisciplinaridad. Este modelo debería clarificar a gestores y usuarios los recursos disponibles, las condiciones de uso, las obligaciones de los participantes y los retornos esperados por la institución.
5. Establecer un plan financiero realista que defina y asegure las fuentes de financiación necesarias para desarrollar los proyectos. Al mismo tiempo, se debería buscar activamente el patrocinio privado tanto en la definición de objetivos como en la financiación para lograr un modelo sostenible en el tiempo y robusto, en la medida de lo posible, a los cambios políticos. Dada la reciente historia de la CdC, la financiación puede ser un elemento extremadamente delicado dado que se deberían evitar posturas demagógicas que reclamen ahora ingentes recursos en respuesta al despilfarro que marcó el inicio del proyecto, pero, al mismo tiempo, la CdC debe asegurar un soporte suficiente para los proyectos que gestione (no parece razonable que ahora se busque el voluntarismo de los creadores tratando ahora de abaratar costes, lo cual sería especialmente desincentivador en este caso).
6. Definición de líneas estratégicas de actuación. Algunas de ellas podrían ser:
- Interacción entre ciencia, tecnología y arte en proyectos comunes que construyan la tercera cultura que necesita urgentemente nuestra sociedad.
- Interacción entre artistas “puros” y “aplicados” (como aquellos dedicados al diseño industrial, la moda o la arquietectura, por ejemplo). Los dos tipos interacciones que se proponen permitirían ampliar la base de actuación de la CdC (incorporando a sectores sociales emergentes, como son los científicos, alejados tradicionalmente, aunque equivocadamente, del mundo de la cultura) y el impacto social de las actividades al mostrar una cultura moderna y activa cercana a los problemas de las sociedades actuales.
- Acercamiento de la cultura al ciudadano, considerado como un usuario activo y no como un consumidor pasivo.
- Promover la integración de las tecnologías de la información en la vida cotidiana de modo que se apoye la reducción de las múltiples brechas digitales (generacional, educativa, rural vs. urbana) que afectan a la sociedad gallega.
7. Identificación de modelos de “buenas prácrticas” orientados tanto al proceso creativo como a la difusión, desarrollados en otros contextos y de los que se puede aprender de modo rápido. Estos serían algunos ejemplos: Arteleku, Dorkbot (especialmente interesantes, por su proximidad, son los casos de Madrid y Barcelona), Medialabs, Hacklabs, Stanford d.school, MIT Media Lab, proyecto Copyfight del colectivo Elástico, (incluyendo la biblioteca de cultura libre), ArtFutura, Ars Electronica, etc.
8. Identificación y puesta en marcha de proyectos piloto con una especial capacidad de generar un efecto de demostración (entre el colectivo de creadores, entre financiadores privados y entre la población en general) y multiplicador. La experiencia de estos proyectos podría definir un modelo de trabajo para las líneas estratégicas al tiempo que permitirían colocar a la CdC como una referencia cultural y creativa a nivel nacional e internacional. La selección de estos proyectos debería realizarse cuidadosamente teniendo en cuenta su viabilidad, la existencia de una masa crítica de participantes que puedan desarrollarlos en el corto plazo y su impacto en la sociedad gallega y en el exterior. Estos sería algunos ejemplos de ideas sobre las que se podrían organizar proyectos de este tipo:
- Rescate de conocimiento local, fortalecimiento de redes sociales y reducción de la brecha digital (aquí se desarrollan más estas ideas y se presentan algunos ejemplos).
- Desarrollo de “wikipedias” locales y temáticas (un ejemplo paradigmático puede ser el caso de la Cordobapedia).
- Proyectos de integración de herramientas web 2.0, realidad aumentada, Internet local y sistemas de información geográfica en entornos urbanos: ciudades inteligentes (con algunas experiencias recientes muy relevantes), visualización en tiempo real de información, anotación urbana colaborativa, etc
- Talleres de revitalización de espacios públicos, siguiendo modelos ya ensayados en Galicia.
- Digitalización y difusión en acceso abierto de contenidos audiovisuales, en especial aquellos de interés para Galicia y/o difíciles de encontrar en formato digital (y por tanto en riesgo de extinción práctica) (un buen ejemplo lo proporciona la reciente iniciativa de CulturaGalegaTV). Integración en proyectos internacionales con objetivos similares, de modo que se evite la repetición de esfuerzos y se contribuya al crecimiento de repositorios abiertos de contenidos.
- Talleres de creación en vanguardias artísticas (por ejemplo, sotware art, net.art, vídeo o música experimentales, etc) con la participación activa de figuras de relevancia internacional que trabajen en periodos intensivos con creadores emergentes locales.
- Talleres de desarrollo de videojuegos educativos y actividades de experimentales de formación (por ejemplo, podemos encontrar ejemplos relevantes en los usos educativos de Second Life).
9. Creación y gestión de una incubadora de proyectos de empresas culturales (nacidas o no de ideas desarrolladas en la CdC). Una parte de los proyectos, y sus productos derivados, son susceptibles de un desarrollo comercial. Esta oportunidad no se debería abandonar dado que puede ser un elemento de apoyo al crecimiento económico, la generación de empleo, el fomento del espíritu emprendedor, al tiempo que proporciona a la CdC una mayor relevancia pública. Esta incubadora debería seguir el modelo organizativo de otras iniciativas existosas (y ensayado repetidas veces en el caso de empresas de base tecnológica) constituyendo una red de inversores y especialistas en gestión empresarial que apoyen a los “emprendedores culturales” con buenas ideas, ya contrastadas en proyectos previos, a desarrollar su iniciativa empresarial.