En ABC, Nueva York, capital de todos los derroches ibéricos:
«¿Tanto dinero tienen?». A la empleada de una fundación con sede en la Quinta Avenida le hacían chiribitas los ojos ante la largueza con la que instituciones españolas «compran» espacios en Nueva York. Entre los hitos de la munificencia oficial con dinero público la Generalitat valenciana dejó el listón muy alto: alquiló la Frick Collection, el museo más exquisito de la urbe, al módico precio de 35.000 dólares (casi 28.000 euros) para presentar su Bienal. El evento pasó inadvertido para la prensa americana, pero tuvo mucho eco en España.Si a muchos estadounidenses les cuesta ímprobos esfuerzos situar a España en el mapa, pronunciar las palabras «Castilla y León» era un trabalenguas. La comunidad se gastó la friolera de 7.210.000 euros en promocionar los «tesoros» regionales: su orquesta sinfónica tocó en el Carneggie Hall porque pagó a tocateja, y luego tuvo que regalar 2.000 entradas porque sólo se vendieron 800. Aunque más cejas se enarcaron con delectación en la «capital del mundo» cuando el gobierno regional «convenció» a los responsables del Museo de Historia Natural para que desmontaran un ala e incrustaran una exposición sobre Atapuerca. Un millón de euros hizo de ganzúa.Aunque las comunidades autónomas se disputan hoteles y restaurantes, con séquitos multipartidistas para contentar a todos y cámaras que «prueben el desembarco», para gesto surrealista la cena que celebró en el Waldorf Astoria el Ayuntamiento de Granada: gastó 200.000 euros en presentar el premio García Lorca, dotado con 50.000.