A veces se escriben posts con el “bienintencionado” propósito de provocar, y en unas pocas ocasiones se consigue el efecto deseado y surgen voces que critican lo escrito aportando nuevas y mejores ideas. Me preguntaba hace poco Por qué en España nunca habrá un Silicon Valley. Para ello comparaba punto a punto la receta que Guy Kawasaki proponía como clave del éxito del Silicon Valley original con el escenario español. Reconozco que comparar realidades tan diferentes como la californiana y al española puede ser, en algunos puntos, un poco forzado y que, sobre todo, adopté un tono especialmente negativo para provocar respuestas. Y algunas respuestas ha habido, unas escuetas, otras largas y detalladas, pero todas interesantes y poniendo de manifiesto que el futuro no tiene por que ser tan negro y que, muchas veces, las cosas son mucho más sencillas de lo que tendemos a pensar.
Marcelino Fuentes hace un comentario a mi post, corto pero muy claro (en su estilo personal e intransferible):
Nunca es tarde para copiar el éxito irlandés: bajar los impuestos.
Rafael Chamorro se muestra menos escéptico que yo, lo cual me parece especialmente estimulante al venir de alguien que desde dentro de la administaración pública es capaz de mostrar un entusiasmo infinito y una capacidad de trabajo admirable (que tuve ocasión de disfrutar en el eFindex):
… creo que la obligación de los políticos si que debería ser conseguir que España se parezca en lo bueno a Finlandia y a Irlanda. Sin embargo, creo que tienen razón en lo comentado.
Ramón Sangüesa nos regala en el post original varios comentarios largos que merece la pena reproducir aquí por que contienen más y mejores ideas que el original. Constituyen en conjunto una lección magistral de estrategia y política de desarrollo regional:
Leyendo a Ramón se puede visualizar un futuro más esperanzador que el que yo dibujaba. Primero, somos más parecidos de lo que parece a California (y no pretendo ahora ser irónico): contamos con naranjos y capital procedente de la construcción y, sobre todo, con una administración obsesionada con “hacer algo por la innovación” aunque no sepa muy bien el que. Donde mantengo dudas es en vencedor en la dialéctica entre planificación y experimentación en la gestión pública. Ramón ve una diversidad de estrategias y acciones de las diferentes administraciones que, por puro ensayo y error acompañado de un aprendizaje, permitirá una evolución positiva. A mi, por el contrario, me preocupa que la diversidad sea escasa y la capacidad de aprendizaje muy baja (dado que las administraciones tienden a no “sufrir” sus errores), pero puede (ojalá sea así) que esté equivocado. Otro comentario de Ramón nos proporciona otra visión desde EEUU:
Me he encontrado un artículo que puede ser interesante para sopesar si más que aplicar una receta (inversión estatal) u otra (receta Kawasaki) lo más inteligente no será variar de estrategia e instrumentos según el momento y la circunstancia. En Newsweek de la semana pasada aparece un especial dirigido por Fareed Zakaria (Can America compete?) en el que se buscan diagnósticos e ideas para dar con una formula sostenible. Es interesante ver cómo se considera el sistema de innovación. La presidente del MIT (que algo debe saber sobre el tema) afirma lo siguiente:
“To do that, we must invest in talent and research. First, that means investing in education—especially core science, math and engineering. Second, we must invest in university research. After World War II the U.S. government pioneered such investments in order to capture, in peacetime, the technological gains that had been made while the nation was at war. This led to astonishingly productive growth in research and industry. By the mid-1960s the United States was investing, in terms of federal dollars, about 2 percent of GDP in research. This year, it's about 0.8 percent. Today other countries are ramping up their investments in research. Robert Solow, an MIT faculty member and Nobel laureate in economics, did a study that estimated that 50 percent of this nation's economic growth since World War II can be attributed directly to technology. That's a big fraction. We shouldn't back off investments that fuel that kind of economic growth.”
Buen resumen. Se lo podríamos pasar a todos los que están intentando montar Silicon Valleys en el país... añadiendo todo lo que olvida. El problema de toda esta brilante exposición de Kawasaki y tu correspondiente comentario es en qué momento de creación de Silicon Valley establecemos la comparación. Porque una cosa es comparar Silicon Valley a pleno rendimiento (años 80-90, por ejemplo) que creo que es lo que tiene Guy Kawasaki en la cabeza (es su experiencia) y otra preguntarse en qué momento y por qué los naranjales de, precisamente, California abren paso a industrias primero aeronáuticas y, segundo, asociadas a la Defensa. O mejor, qué extraño mix de planificación y no planificación coincide en ese momento.
Hay toda una etapa inicial del Valley -anterior al nacimiento de Kawasaki- donde empiezan a pasar cosas en relación con los fondos federales de investigación. Por ejemplo, no se puede explicar el Valley sin el programa de investigación de DARPA sostenido a lo largo de años y años. Igualmente el cambio en la legislación sobre la propiedad intelectual de las universidades que ocurrió más o menos en los 80. Las dos iniciativas se incluyen en la muy americana tradición de gestionar estratégicamente la I+D como auténtica "arma de supervivencia", un concepto que en Europa (no sólo en España) no ha calado jamás. Kawasaki no dice nada al respecto.
Lo que tampoco se ha entendido en Europa (y sí lo gestiona estratégicamente USA) es que internet en sí mismo es un entorno de innovación y eso que empezó en el conjunto de universidades que vivían de DARPA y pasó al Valley ha sido clave par el despegue de centros de innovación en lugares aparentemente inverosímiles como Irlanda (mirad la estrategia de gobierno respecto a infrastructuras de comunicación de altas prestaciones) o la India (no hay Bangalore sin banda ancha por satélite).... conectados, casi de inmediato, al entorno de innovación global. Para Kawasaki es tan natural, tan parte de su entorno, tan transparente que ni lo cita. Esto está muy bien tratado en el libro de Lewis Branscomb Investing in Innovation: Creating a Research and Innovation Policy That Works, y, más cerca de nosotros, en las publicaciones de Artur Serra.
Siguiendo com intentos de precisar circunstancias históricas, no hay que olvidar el peso, en su momento, de todo el entorno emprendedor y especulador de California: al parecer había en ese estado en torno a los años cincuenta un entorme flujo de capital sobrante que la edificación (sí, sí de la construcción!) y la especulación inmobiliaria.
En conjunto una interacción compleja de planes estratégicos federales, circunstancias favorables locales, iniciativa privada, iniciativa pública, interés y estratégia a muchos niveles. Seguramente vivida desde múltiples identidades (pregúntale a un emprendedor del Valley que le parece la política de innovación de Washington y verás surgir extraños orgullos locales ahí).
Así pues, la primera pregunta para saber si las observaciones de Kawasaki son aplicables es ¿Cuán lejos estamos en nuestro país del momento equivalente al de California cuando empezó la transición "naranjal-industria estratégica"? ¿Cuán lejos estamos de disponer de una gestión estratégica de nuestros sistemas de I+D?.
Criticamos siempre a nuestro entorno y a nuestra Administración, que andan con unos conceptos de riesgo para reírse y de control político-administrativo de todas las iniciativas de futuro como para llorar. Sin embargo, olvidamos que una forma de aprender es empezar a hacer cosas, no perfectas pero sí necesarias para emprender en alguna dirección. Como les digo a todos los alumnos bloqueados por no tener claros todos los detalles antes de lanzarse a crear su empresa: "a empezar se empieza empezando".... y les recomiendo que se lean el The Art of the Start del propio Kawasaki, por cierto. Que en diversos entornos los gobiernos se planteen como estrategia la innovación (no necesariamente crear un Silicon Valley) es una mejora respecto a "atraer turistas" ¿o no?.
En mi entorno tanto la Administración como las organizaciones empresariales andan obsesionadas con la innovación. Probablemente equivocadas en los instrumentos o incluso con errores graves de concepto pero están empezando a actuar hacia un objetivo de innovación, cosa que ya es un cambio respecto a visiones gubernamentales anteriores (promoción de la "cultura del pelotazo" y "liberalización o privatización entre amigos" según uno quiera recordar la época Solchaga o los diversos gobiernos del PP). Por ejemplo, la proliferación de nuevos parques tecnológicos en Cataluña promovidos por asociaciones empresariales locales, ayuntamientos y cajas de ahorro locales, me parece una iniciativa suficientemente desordenada como para que empiece a dar resultados interesantes.
Por contra, la dificultad para integrar estratégicamente la I+D y la transferencia me parece un problema que puede minorar su impacto futuro e internacional. Las iniciativas Avanza, Consolider, los CENITs, etc. no entran en este tipo de horizonte estratégico más distribuido. Tampoco me parece que el concepto de I+D+I con que opera el gobierno catalán (el actual o el anterior) sea para lo último de lo último. Eso sí en la medida que los planes Avanza, Consolider, etc. muestran un principio de consideración estratégica de la I+D o los planes de I+D catalanes integran Internet como área prioritaria de investigación, en esa medida empiezo a ver que, con errores, equivocados, incluso anticuados empezamos a hacer a la transición naranjal-industria de innovación. Vamos que "empezamos a empezar empezando".
En la medida en que la multiplicidad de entornos de activación -local, estatal- generan competencia por ser el primero en tener éxito, perfecto. Ya se sabe que eso tiene el peligro de la redundancia. Desde la perspectiva de los sistemas complejos eso es inevitable. A estas alturas no querremos volver a las ideas de control centralizado de la época industrial ¿verdad?.
Y finalmente -y no veo qué tiene que ver en esto ni con identidades múltiples ni orgullos históricos- de modelos de innovación geográficamente localizados que funcionan los hay a montones. No tiene nada que ver el éxito de Irlanda con el modelo de Silicon Valley o con el de Finlandia o el Sur de Suecia y norte de Dinamarca (Oresund) o el de Bangalore. Así que tampoco es extraño que alguien "pase" de crear el enésimo Silicon Valley. Quizá convenga ser más original que eso. Hay muchos caminos para llegar al éxito ¿Nos vamos a pasar de perfeccionistas antes de ponernos a andar?