Poco nuevo se puede decir sobre los incencios en Galicia que no se esté diciendo ya en los medios y, sobre todo, en los blogs. Además, las razones profundas de esta catástrofe ya estaban ahí, llevaban mucho tiempo trabajando para lograr el resultado que ahora sufrimos. Aquí recojo algunas muestras entre las innumerables reflexiones que se han publicado estos días (y que por desgracia seguirán apareciendo, al menos, hasta que la lluvia detenga al fuego).
Sobre la incompetencia política (pasada, presente y … futura?)
Xosé Luis Barreiro Rivas en La Voz de Galicia, Los mitos del fuego también se caen:
Claro que, con el bosque, también se queman los mitos. Y ahora ya sabemos, por ejemplo, que las malas rachas de fuego que sufrió el PP no estaban provocadas -como ellos insinuaban- por el BNG, salvo que hoy apliquemos - sensu contrario - el mismo razonamiento. También estamos aprendiendo que en la dialéctica entre el pirómano y el bombero, que inspira la actual política forestal, gana siempre el pirómano. E incluso empezamos a ser conscientes de que la retórica de la «criminalidad desaforada» no es más que el último recurso que nos queda antes de reconocer que el refuerzo constante de los sistemas contra incendios constituye una política insostenible y equivocada.
El verano pasado, cuando Suárez Canal se asomaba con angustia de novato a sus primeros incendios, le recomendé cambiar el discurso, describir el problema en términos correctos, y orientar la solución hacia las políticas agrarias, forestales y urbanísticas. Pero él prefirió hablar con el fiscal, e ingresar con todos los honores en la ilustre cofradía de los fracasados. Por eso me temo que ya no tenemos serenidad ni condiciones para tratar en serio un problema que, a pesar del tiempo, de la diarrea legal y de los millones de euros volatilizados, se está saldando con un rotundo fracaso.
Marcos Taracido en Libro de Notas, Otra marea negra:
Lo que viene alegando el actual Gobierno gallego de que se trata de “hacer el mayor daño posible” sin más, es, como siempre, delegar responsabilidades; durante los muchos años de Gobierno del Partido Popular sus dirigentes se dedicaban a achacar las oleadas incendiarias a los militantes del Bloque sin, por supuesto, aportar ni una sola prueba; hacer lo mismo ahora, sólo iguala los métodos de gobierno y alienta la política del insulto, la difamación y las palabras vacías. Mientras no tengan pruebas de una conspiración judeo-masónica (cristiano-falangista o algo así sería en este caso) que se callen, que asuman responsabilidades y que trabajen. Por ejemplo, que obliguen (que hubiesen obligado) a mantener las fincas limpias. Pasearse por los ayuntamientos gallegos ofrece un panorama desolador al respecto, con las carreteras tomadas por la maleza y los parques habitados por hierbas y hojas secas. El tojo, el gran vegatal gallego que a menudo se pone como ejemplo de posible combustible energético, se convierte en la práctica en un conductor exceptional para que el fuego salte de un monte a otro sin freno posible. Ayer, al tiempo que leíamos en el periódico que el alcalde de Boqueixón (ayuntamiento limítrofe con Santiago de Compostela) dictaba una orden para que los vecinos limpiasen obligatoriamente las fincas para evitar los incendios que todavía habían respetado la comarca, podíamos ver una gigantesca humareda que salía de ese consistorio para oscurecer el resto del día a toda la mancomunidad compostelana. Un poco tarde.
Antonio Pérez Cribeiro reactiva su blog indignado para decirnos que Arde Galicia … un año más:
De nuevo vuelven liarse en polémicas trascendentales (para ellos los son, repito). La única diferencia es que los que antes eran los otros ahora son los unos, y dicen más o menos lo mismo que contaban los otros. Y los otros, ahora hacen lo mismo que antes los unos, y que tanto les disgustaba cuando ellos todavía no eran los otros.
Mientras, otra vez es el pueblo quién llega donde los servicios públicos no alcanzan. Se repiten las imágenes del Prestige: familias enteras haciendo filas con cubos de agua y jóvenes agarrados a una manguera, intentando sofocar, al menos, algunas llamitas del fuego que devasta su tierra.
Aunque los primeros días la política informativa ha sido bastante transparente, parece que esto ya se ha acabado, como comenta Nacho de la Fuente.
Miles de causas próximas, todas reales y todas insuficientes
Nacho de La Fuente en La Huella Digital:
Cuestiones políticas, descuidos, venganzas, intereses urbanísticos o madereros, narcos que quieren entretener a las fuerzas de seguridad, cazadores en busca de presas que huyen del suelo quemado, quemas de montes descontroladas, miembros de cuadrillas antiincendios resentidos por su no renovación o que buscan asegurarse el trabajo, tirar un pitillo donde no se debe... Una, tres o todas a la vez parecen ser las causas de la ola de incendios que devora Galicia desde hace ya una semana.
Juan Varela en Periodistas21, Nunca máis contra el fuego:
Galicia es fuego y silencio. La mortaja del humo calla a todos. Antes de los incendios susurra la amenaza. Después, lamentos y también demasiada indiferencia. Nadie sabe nada a pesar de que muchos desconfiaban bastante y de bastantes. "Tiña que pasar", dicen. ¿Por qué?…
Es una nueva catástrofe como la del petrolero Prestige. Pero el enemigo esta vez no llega de fuera. Está dentro, desde hace mucho tiempo. …
Muchos queman el monte aunque nadie lo sepa. Galicia es desde hace mucho tiempo un polvorín de eucalipto y pino. Combustible esperando la chispa. La mayoría de las fragas y carballeiras ya no existen o son sólo un suspiro de frescor entre los resecos y agostados montes. …
Desarrollos urbanísticos caóticos que acrecientan el viejo desorden minifundista y de casa aislada. Donde antes se vivía y cuidaba ahora es un zarzal o los toxos cierran las corredoiras no reconvertidas en pistas forestales. …
Falta de cultura medioambiental y cívica. Plásticos, latas, cristales, fuegos, acampadas incontroladas en las playas, en los montes. En la fina arena las conchitas conviven con miles de colillas y muchos no recogen jamás la basura de las comidas y las meriendas aunque el contenedor esté a 50 metros. Alrededores de pueblos y aldeas transitados y sucios. Rodeados de desperdicios descuidados. Plástico y latas.
Xabier Vázquez Pumariño en Vieiros:
A quén benefician os lumes? Atrévome a dicir que a todos, como dicía é unha industria pública fantástica que emprega a moitas persoas e consume moitos medios. Habería que calcular en cánto benefician os lumes ao PIB galego.
Victoriano Urgorri se pregunta en La Voz de Galicia ¿Quén ten a culpa dos lumes?:
En corenta anos, aquela riqueza natural de bosque autóctono que de neno coñecín, quedou reducida, na Galicia litoral, á fraga do Eume, e os lumes destes días, de todos os días e de todos os anos, son o claro exemplo do que lle empeza a pasar tamén aos nosos ríos, ás nosas rías e a toda a nosa riqueza natural.
Tomen nota e bótenlle a culpa a quen lles pete. Tanto ten.
El victimismo y la búsqueda de una rentabilidad perversa
En La Voz de Galicia empiezan a pedir autovías “a cambio” de incendios:
Galicia tiene que conseguir lo que no consiguió tras la catástrofe del Prestige : una rotundísima actuación del Estado a su favor, con fuertes inversiones bien planificadas que permitan que, a pesar de las dos desgracias, podamos sacar cabeza tras un atraso secular. Cinco años después del Prestige , la única realidad es que si Rubalcaba dejase su veraneo en Santander y se viniese a Galicia a dirigir el dispositivo de seguridad, tardaría en coche más de cinco horas, porque la Transcantábrica sigue en pañales. Si la ministra Narbona hubiese venido de Madrid en tren, habría tardado ¡ocho horas!, porque Galicia no va a tener AVE hasta el 2015. Y si se quiere que Galicia se ponga a la par de la España próspera, no se puede consagrar un modelo que garantiza el 18% de la inversión del Estado para Cataluña y racanea el darle a Galicia un 8%.
Que contrasentido que mientras que a los propietarios se les impide construir durante 30 años si arde su monte (¿no implica esto que se les declara automáticamente culpables?; ¿no es una invitación a hacer daño de una forma fácil e impune en una sociedad cainita?), se piden recompensas para el “propietario y responsable colectivo”. Me temo que muchos pueblos y aldeas en que ya ninguno de sus vecinos cumplirá los 50 años conseguirán ahora su segundo parque infantil, … el primero lo lograron “gracias” al Prestige.
La solución pasa por otra forma de entender y hacer política y por la regeneración de una sociedad para hacerse responsable, fuerte y libre (y todo esto es enormemente difícil)
De nuevo Marcos Taracido en Otra marea negra.
Las soluciones son, como siempre, preventivas y a largo plazo y vendrán de la mano de un rural sostenible y un monte limpio, previa y paralela concienciación de la ciudadanía…
Pero esa estrategia se enfrenta a un población difícil, muy difícil. El ejemplo del Prestige es ilustrativo: un enemigo claro, la ineptitud de un Gobierno frente a una catástrofe natural no provocada, aunó a una gran parte de los gallegos en un movimiento civil inusitado. Pero ese gentío era principalmente urbano, no rural. Ante los incendios, ese potencial urbano carece de enemigo visible y su mayoría “progresista” le impide mirar hacia el actual bipartito social-nacionalista. Y la población rural está demasiado acostumbrada al silencio, a las jerarquías caciquiles, a la vida del terruño que lleva a defender lo de uno por encima de todo, sin conciencia del interés común o visión panorámica del mundo que le rodea. Durante años, los pirómanos e incendiarios tuvieron siempre nombre y apellidos en todas las aldeas y no hubo denuncias. Pedir ahora que las haya es desconocer al destinatario de la petición y a la sociedad a la que se dirige.
Juan Varela en Periodistas21, Galicia arde y se moviliza:
Galicia arde porque alguien la está prendiendo. No puede haber impunidad. Debe acabar el silencio. Hace falta un movimiento cívico como el que atajó la marea negra del Prestige y sus manchas más allá de la costa: en la política, las instituciones, las administraciones relacionadas con la tragedia.
Algunos malintencionados, resentidos y medios obedientes de sus paganos e intereses se preguntan dónde está ahora el espíritu de Nunca Máis. Siguen sin entender que mucha gente de buena fe protesta y se moviliza por sus derechos, los de su pueblo y su tierra. El objetivo no son los políticos. Esos son sus objetivos y sus intereses, no los de la mayoría de la gente. La marea alcanza y señala a los responsables cuando no cumplen los deberes para los que fueron elegidos. Eso es la democracia.
Para muchos la dependencia y el sectarismo es tan grande que nubla cualquier juicio. Pero el espíritu existe y ya está movilizándose de nuevo para luchar contra el fuego y contra las causas de tanta esquilma, de tanta ceniza, de tantas sospechas, de tanto llanto. Galicia arde, pero el espíritu se anima y resiste. A pesar de todo y de todos. El gran desafío es superar la tragedia para avanzar, para que no vuelva a ocurrir, para forjar una sociedad sobre el ánimo de quienes luchan contra el fuego y quieren a su tierra y a sus paisanos, no sobre la maldad de quienes sólo cuidan de sus intereses mezquinos y todo lo fían a ese ancestral clientelismo que hay que seguir sacudiéndose.
De nuevo Juan Varela, Nunca máis contra el fuego:
Contra o lume hace falta un Nunca Máis de conciencia, movilización y unidad. Una marea cívica para un profundo debate e impregnar Galicia de responsabilidad. Diseñar futuro para que la invasión no devore las joyas paisajísticas y naturales, responsabilizar a dueños de montes privados o comunales- de su mantenimiento, debatir los planes de esas costas antes pesqueras y ahora turísticas. Conciencia cívica, debate sin partidismos, sino con argumentos, y planificación para que el futuro no sea una hoguera o una negra sombra tendida sobre todos.
Marcelino Fuentes. The rural way of life:
The official taboo about the causes of fires continues to this day, as does the public ignorance of the matter. But it is taking new forms, as nobody still dares to imply that fires are accidental. A few years ago, a top government official said the fires were set by "organized gangs of pyromaniacs." Another top official is now saying that the intent of people setting fires is "to sow uneasiness and to alarm society," and the Spanish Minister of the Environment, Cristina Narbona, more bluntly accuses them of conducting "forest terrorism" [although fires usually affect scrubland, rarely tree plantations, and almost never the few remaining native woodlands].
For fear of losing votes no politician dares to name farmers. Quite the opposite, politicians keep subsidizing every fat cow and every little sheep. They keep paying for expensive telephone lines, roads and school buses (often school SUV's) reaching remote farms surrounded by eroded, sometimes black, landscape. They keep paying for fire brigades so that fire does not reach the peasants' homes. And they keep glorifying the traditional rural way of life.