Vengo de un mundo donde lo que podías y, sobre todo, lo que no podías o debías hacer estaba bien delimitado. Esos límites los marcaba tu origen geográfico, tu barrio, tu lengua, tu “clase” social, tu dinero, tu formación académica, tu experiencia profesional, … Era un mundo sencillo, estático y aburrido. Ese mundo se acabó, aunque muchos de sus instigadores siguen viviendo entre nosotros. A veces, incluso, parece que nos siguen controlando; pero están acabados, son el pasado.
Los que venimos de ese viejo mundo, ya nos hemos liberado de esas barreras, pero de vez en cuando vuelven a atormentarnos cuando osamos romper esos límites. Los nativos del nuevo mundo ya nacen desprovistos de esas ataduras emocionales, por eso muchos no los comprenden, siguen anclados en el pasado.
Perdón por la disgresión … mañana seguiremos vagabundeando por este nuevo mundo.