En El País Juan Cruz entrevista al “lingüísta global” David Graddol, "El español ganará la partida al inglés". A pesar del titular, la predicción poco tiene que ver con las estrategias (o la falta de estrategias) de regulación y “defensa” del idioma:
P. ¿Por qué cree que el inglés tiene tanto éxito?
R. He estudiado el asunto durante décadas, y aún no tengo respuesta. Quizá haya algo en la estructura del idioma, algo que lo hace híbrido, viral.
P. Habla del inglés global. Y cuando el español ha decidido respetar sus diferencias se ha hecho más potente.
R. No hay motivo para tener una autoridad que regule un idioma; un idioma funciona como una red, no se lo puede regular del todo porque eso mata la vitalidad del idioma. En Asia hay muchas variedades del inglés. El futuro del español se tiene que basar en lo mismo. Todos hablarán un español internacional, así como su español regional o local.
Hace unos días David de Ugarte planteaba en Una lengua de ágrafos una serie de hipótesis, todas ellas posibles y probables, que explicarían los resultados de recientes estadísticas que mostraban la escasa actividad de los hispanohablantes en Internet (“La cuestión es pues ¿por qué los hispanoparlantes españoles publican relativamente menos? ¿Es el español -al menos en Europa- una lengua de ágrafos?”). Con respecto al papel de las academias de la lengua:
… puede ser un síntoma de un sistema de enseñanza que no les ha dotado de las herramientas expresivas suficientes para sentirse seguros escribiendo en su propio idioma y sí de un obsesivo culto a una RAE que cada día parece más cercana en su afán normativo a vindicar la propiedad del idioma. En este caso sí que habría un problema… pero no estaría en la red o en la política tecnológica, sino en la escuela, el Bachiller y la Universidad.
Tomando los argumentos de Graddol y de Ugarte, me inclino a pensar que no es que no sea necesaria una autoridad lingüística, es que su existencia es contraproducente al limitar la capacidad de adaptación y evolución de un idioma y alejar la norma (“la corrección”) de la práctica común. Como comentaba en el post de David de Ugarte:
... es el papel de la RAE como guardián oficial del idioma y la alegría con que buena parte de los hispanohablantes aceptan a este policía de la lengua. Mientras muchos piensan que defiende el idioma, el inglés nos demuestra que las lenguas no necesitan defensores oficiales, si no hablantes libres y activos.