El proyecto de Stefano Boeri y Multiplicity, Milano. Cronache dell’abitare, sobre el futuro de Milán que comentamos antes es intersante por su metodología de análisis del uso de los espacios urbanos. El sitio web del proyecto permite explorar, sobre una fotografía aérea de Milán, la organización, estética y vida de la ciudad, combinando texto, fotografía y video.
Sobre métodos de análisis urbano resulta también interesante un artículo publicado ya hace dos años en Harvard Design Magazine donde se revisaba el libro Territories: Islands, Camps and Other States of Utopia, publicado en 2003 como el catálogo de una exposición del mismo título organizada por la galería Kunst-Werke en Berlin. La exposición y el libro presentan diferentes proyectos sobre “la política del espacio”, entre los que destacan varios análisis de la frontera israelo-palestina y los usos políticos del espacio en el contexto del conflicto existente. Boeri es uno de los autores y el artículo describe su metodología (similar a la utilizada ahora en Milán):
Boeri's technique, what he calls “sampling,” favors filmmaking techniques over cartography for excerpting experiences and practices that possess aggressive power. His experiential atlas of the Israeli-Palestinian boundary films the trips of Palestinian cab drivers who have learned to navigate a complex, thick, and ever-changing line. The Israeli side of the border is relatively smooth and traffic-engineered, while the Palestinian side is slow and largely unknowable, given changing roadblocks and control points.
Como contraste, los arquitectos israelíes Eyal Weizman y Rafi Segal, que han desarrollado diversos proyectos sobre la utilización política de la arquitectura israelí, utilizan una metodología basada más en la visualización de información cuantitativa y cartográfica:
Together they have developed a specialized cartography to map Israel's techniques of land acquisition. One cartographic series compiles the continuous contradictory agreements and aggressions that have created a dizzying set of overlapping planimetric borders in the West Bank. Most of these have resulted in isolated enclaves between contested areas. The special cartography also takes a closer look at what first appear to be North American suburban development patterns, the cul-de-sacs of Radburn or a million golf developments around the world. But on the West Bank, these banal instruments develop another aggressive repertoire. They are trained to creep, encircle, and cut off nearby Palestinian territory. They favor linear extensions in the land that create walls or fortifications of Israeli territory, but they also favor isolated points, usually on mountaintops. As a consequence of these and other factors, the cartography must account for the vertical axis. It must stratify what Weizman and Segal call the “flat discourse” of geopolitics to map the conquest of sectional space as well. A vertical cartography maps highway overpasses, water aqueducts, and sewage infrastructure connecting the isolated islands. It also maps a scenographic command over the land that naturally results from the occupation of high elevations and maps the land grabs that sometimes masquerade as archeological claims to sacred sites. Moreover, extending the vertical axis from this below ground space to the space of orbiting satellites, one finds additional claims to the microwave space of telephony and media broadcasting, making even the airspace Israeli-controlled.
Tanto Boeri como Weizman y Segal tratan de comprender un proceso político, social y económico (el uso del espacio) siguiendo aproximaciones alternativas: una más próxima al arte y basada en métodos narrativos y otra más próxima a la ciencia y basada en cartografía “tradicional”. Pero, realmente interesante surge al combinar (como hace el libro y la exposición) y comparar ambos métodos de modo que ciencia y arte se convierten en aproximaciones a la descripción y compresión de la realidad. Dos métodos para un mismo objetivo. De hecho la diferencia es más formal que real; el trabajo de Boeri mantiene un “componente científico” importante mientras que Weizman y Segal utilizan “modos de expresión artísticos” en la comunicación de sus resultados.