El colectivo Ergosfera (blog), formado por estudiantes de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de A Coruña, vuelve a lanzar propuestas provocadoras e interesantes para entender como habitamos la ciudad y tratar de discutir y diseñar soluciones prácticas a los problemas urbanos. Ahora le toca al “problema de la vivienda”, tratado sin demagogía ni victimismos y con afán de proponer soluciones efectivas. CIudad doméstica es un taller que se inicia la semana próxima y finaliza en Julio (con acciones concretas en la ciudad de Coruña) que “se propone como investigación sobre la capacidad del espacio público para acoger funciones domésticas, como vía de acción y posicionamiento en el contexto del mediatizado "problema de la vivienda". En la primera fase, 28 y 29 de Marzo, participarán tres invitados: el sociólogo José María Cardesín, y los urbanistas Zaida Muxí y Juan Luis Dalda.
En el sitio de Ergosfera pueden consultarse los objetivos y su plan de acción, con una provocativa y sugerente reflexión que acaba con una serie de preguntas que todos, polñiticos o ciudadanos, deberíamos contestarnos.
Tras una situación continuada de fracaso propositivo, inoperancia y complicidad -tanto administrativa como ciudadana- respecto al “problema de la vivienda”, una gran parte de los medios de comunicación -sobre todo los de carácter no convencional- llevan tiempo poniendo de actualidad y sacando a la luz un asunto del que por su extrema complejidad [en teoría…] nadie se quiere responsabilizar mientras todos miramos hacia otro lado. En este contexto comienzan a reproducirse por todo el país movimientos ciudadanos que buscan, muchas veces desde una perspectiva un tanto victimista y poco propositiva, alternativas a la realidad que ha generado el sistema.
Como este escenario en el que todos estamos implicados en mayor o menor medida nos parece que ha sido excesivamente manipulado, tanto por las administraciones públicas y los profesionales relacionados, como por la ciudadanía en general cuando actuamos como individuos, pensamos que es el momento de que la escuela de arquitectura entre de una vez en el debate de una forma propositiva, y dejando atrás, tanto los tópicos convencionalismos establecidos por el sistema como nuestra constante evasión en forma de culpabilizar siempre a entes u organismos superiores, evitando así aceptar conscientemente que también nosotros somos cómplices en este problema. Es por ello que proponemos el desarrollo de una iniciativa experimental de trabajo colectivo que trate de buscar nuevos enfoques propositivos a la situación actual, desde presupuestos no sólo académicos sino también “operacionales” en nuestro entorno urbano.
Se trata de un taller de investigación y desarrollo de propuestas sobre el tema de la vivienda desde un punto de vista que creemos que aún no ha sido experimentado de forma sofisticada, y que podría ser un buen complemento a otras respuestas al problema más contundentes y relevantes, pero más complicadas de llevar a cabo a corto plazo. La cuestión es plantearse qué pasaría si expandiésemos el concepto vivienda al espacio público. Es decir, en un contexto en el que las viviendas se hacen cada vez más pequeñas y compartir piso es una solución globalizada para enfrentarse a su absurdo precio, con la consecuente aparición de carencias en cuanto a lugares donde desarrollar actividades no convencionales ¿no podría ser una vía de escape -no de solución genérica- implementar en el espacio público la potencialidad de ser habitado con funciones domésticas?
La vida contemporánea está marcada por una constante reactualización de los lugares donde realizamos nuestras funciones vitales y donde desarrollamos nuestras de ser más subjetivas. Así como los avances tecnológicos y el incremento del poder adquisitivo medio [de banalidades] han posibilitado que se privaticen funciones que antes sólo podían desarrollarse fuera del hogar, los nuevos modos de vida y la configuración de nuestros entornos urbanos han propiciado que otras funciones que antes se desarrollaban exclusivamente en las viviendas ahora se dispersen por toda la ciudad de forma temporal e inconexa. En este contexto se producen por primera vez reflexiones paradójicas en el ámbito filosófico, argumentándose tanto la condición del hogar como el lugar menos privado para el ciudadano contemporáneo como la condición de la ciudad como el lugar menos público del entorno humano.
De este modo comienzan a surgir toda clase de preguntas lanzadera acerca de la hipótesis-proposición de partida: ¿qué clase de experiencias domésticas pueden tener cabida en el espacio público? ¿cuáles serían sus formas de apropiación y gestión? ¿cómo se podrían aprovechar para conseguir otros objetivos sociales desde un punto de vista más filosófico? ¿cómo cambiaría el paisaje urbano si las actividades de una vivienda o un trabajo formaran parte de lo que hoy entendemos por espacio público? ¿podríamos llegar a pensar en escuchar nuestra música, organizar una cena con amigos, asistir a un ciclo de cine o asearnos en el espacio público? ¿qué usos, hoy no satisfechos por dicho espacio público, podrían implementarse tras una simple reflexión arquitectónica teniendo en cuenta el estado socioeconómico y tecnológico actual? ¿podría ser esto una forma de dinamizar y dar uso a la ciudad de una forma flexible y continuada? ¿qué puede aportar una escuela de arquitectura a su ciudad de una forma propositiva y no condicionada por un encargo?…