No existe político o burócrata en España (y aún menos en Galicia) que, independientemente de ideología o partido, no se declare defensor de la I+D y la innovación como motores del crecimiento económico. Pero, más allá de las buenas(?) intenciones, pocas cosas han cambiado en los últimos años (si es que lo ha hecho alguna). Las vías y cuantía de las subvenciones crecen exponencialmente, al menos transitoriamente, en una última apertura derrochadora del grifo europeo antes de su clausura definitiva.
Es curioso comprobar como, en los últimos meses, surgen en la prensa anuncios de empresas que se declaran especializadas en consultoría de I+D para, a reglón seguido, aclarar que se dedican a gestionar subvenciones (eso si, de I+D) a otras empresas. Antes se aceptaba la subvención pero existía una cierta verguenza a declararlo públicamente. Ahora no podemos permitirnos tanto miramientos, la avalancha financiera es demasiado caudalosa y efímera como para andarnos por las ramas con falsos remilgos.
Pero mientras, El País (Eurolatón consigue licencias de plantas en tres continentes pero no en Galicia) nos devolvía a la triste realidad de la I+D gallega y, probablemente, de gran parte del territorio español, aquella que permanecerá cuando los fondos europeos desaparezcan. Eurolatón es uno de los lideres mundiales de manillas y picaportes (¿poco cool para el nuevo Silicon Valley gallego?) que se ve obligada a deslocalizar su producción. Pero no lo hacen para abaratar costes, sólo para poder cumplir la ley y mantener su actividad (e incluso seguir creciendo). De hecho se marcha a un lugar tan poco sospechoso de costes bajos como Alemania:
Carlos Pérez Padrón, el presidente y accionista mayoritario de Eurolatón, quiere potenciar su factoría y sede social en Caldas de Reis pero no puede. Desde que abrió en 2000, fábrica y oficinas están en precario, sin licencia de construcción. Es el típico problema de falta de suelo industrial calificado, eternas tramitaciones de los planes urbanísticos, en los que el empresario tira para adelante con la palabra de las autoridades de que harán la vista gorda y que resolverán el problema el mes que viene. "En Galicia recibes buenas palabras y nada más. No queremos más de la Administración,... que nos dejen trabajar es suficiente", indica Pérez Padrón.
Así lleva siete años. Eurolatón tiene preparada una importante inversión para robotizar su centro de distribución de Caldas, así como para introducir nueva maquinaria de producción de manillas y herrajes para puertas en su planta pontevedresa. "No podemos arriesgarnos a meter más dinero aquí mientras estemos en precario", explica el presidente de la empresa, uno de los jóvenes empresarios gallegos más conocidos por su audacia internacionalizadora.
Eurolatón mantiene ("mientras no nos echen") su sede social y administrativa, así como sus departamentos de diseño y márketing, en una moderna nave situada junto a la carretera que une Caldas de Reis con Pontevedra. La planta no sólo carece de licencia, tampoco tiene suministro de gas natural, ni buenas conexiones de Internet o electricidad.
"En Colonia hemos conseguido, en tres meses, licencia con buena conexión por carretera, gas, y alta velocidad de Internet", señala Pérez. De hecho a Colonia se ha ido la inversión que Eurolatón tenía previsto para Caldas: un centro logístico automatizado para distribuir juegos de manillas y grifos en toda Europa. La planta de Colonia fue inaugurada esta semana, al igual que un centro logístico en Querétaro (México), base de distribución en Latinoamérica y Estados Unidos.
Nótese la perversión absoluta de que la propia administración invita a incumplir una ley que es incapaz de hacer operativa creando una inseguridad jurídica absoluta, digna de ser incluida en el índice de libertad económica que en 2007 nos situaba en el (no muy brillante) puesto 27. Quizás con estas prácticas nuestro puesto se situaría más próximo a la realidad y al furgón de cola donde se apelotonan otros representantes de la “vista gorda” paternalista y la arbitrariedad gubernamental.
Mientras, en el mismo periódico, otros siguen preocupados por que los gallegos se empeñen en hablar “la lengua incorrecta” comprometiendo un futuro esplendoroso (No es el gallego, son los gallegos). ¿En que lengua hablará Eurolatón en el futuro?.