El 4 de abril participaré en una mesa redonda sobre “Desarrollo sostenible y calidad de vida” que organizan en Corme diferentes asociaciones sociales y la propia cofradía de pescadores (con Suso Lista, su Patrón Mayor, y blogger, a la cabeza). Corme es un pueblo de la Costa da Morte con una población dedicada mayoritariamente a la pesca y el marisqueo (la comunidad virtual Corme.net es un buen lugar para conocer la vida, problemas e inquietudes de la gente de esta zona).
En la mesa redonda se pretende abordar la sostenibilidad desde una perspectiva local, traduciendo este concepto a una estrategia operativa que permita la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos de una zona como la de Corme, sometida a una serie de cambios que comprometen su futuro, o al menos la estabilidad de los modelos de organización social y económica que se utilizan en la actualidad. Para ello es preciso, en primer lugar identificar la situación de un pueblo como Corme en el contexto social y económico local, regional y global. En segundo lugar debemos analizar críticamente el propio concepto de sostenibilidad para definir su potencial utilidad. Por último, discutiremos que estrategias de desarrollo sostenible son adecuadas para lograr los objetivos específicos definidos a nivel local.
El presente de Corme
Pueblos como Corme tienen su razón de ser fundamental en la explotación de unos recursos naturales (pesca y, en menor medida, acuicultura) y en la existencia de una comunidad con unas formas culturales y organizativas propias. Ambos elementos, recursos y comunidad, son a día de hoy elementos de cohesión que definen la vida en Corme, como en muchos otros lugares costeros de Galicia dependientes de la pesca.
Pero esta realidad está “amenazada” por distintos factores. Por una parte, la sobre-explotación de los recursos introduce incertidumbre en la sostenibilidad económica de la actividad pesquera. Por otra parte, los cambios sociales, económicos y culturales reducen los vínculos que han mantenido tradicionalmente cohesionadas a este tipo de comunidades. Desde la reducción de las barreras a la movilidad y la conectividad, que incrementan el contacto con el “mundo exterior”, hasta el acceso a nuevas oportunidades económicas y nuevos incentivos culturales (por ejemplo, aquellos ofrecidos por las ciudades), estos cambios modifican las estrategias individuales de modo que los habitantes se hacen menos dependientes de la comunidad local.
La reducción de oportunidades económicas a nivel local (o al menos el aumento del riesgo asociado a la mayor incertidumbre) junto con la aparición de un nuevo escenario exterior más atractivo provoca una tendencia al abandono tanto de las actividades económicas tradicionales como de las comunidades locales. De este modo la pesca es gradualmente abandonada y pueblos como Corme se despueblan a gran velocidad.
Escenarios de futuro
Ante esta situación, existen varios escenarios de futuro posibles que dependerán de una combinación de factores externos no controlables ni modficables (pero si previsibles, lo que permite respuestas adaptativas) y de condiciones internas que se generen como una consecuencia de proyectos específicos o de la falta de respuesta a los retos y amenazas. Así cabría dibujar las siguientes alternativas que podríamos agrupar en dos grandes tendencias: “conservar el modo de vida tradicional” y “adaptación al cambio”. Dentro del primer grupo nos encontraríamos con dos opciones:
1) “todo sigue igual y el mundo continúa globalizándose”. Se continua durante unos años el proceso de abandono de la pesca, al tiempo que se mantiene o incrementa la sobre-explotación, y la emigración de población. Este proceso no es pasivo si no consecuencia de una estretagia deliberada de conservación de un modelo social y económico (y finalmente, político) a través de los mecanismos de gobierno existentes (regulaciones y subsidios, fundamentalmente en el ámbito rural gallego). En un periodo de pocos años Corme puede convertirse en una localidad prácticamente abandonada, o reducida a lugar turístico. Posiblemente, tras el proceso de abandono de la pesca, se produzca una recuperación de los ecosistemas (aunque es discutible que vuelvan a su estado “original”) y surjan nuevos interesados en la explotación de los recursos (pero no ya locales, bien al contrario emprendedores y/o empresas externas) que negocien con la administración nuevas condiciones para la explotación de los recursos (por ejemplo pueden ofrecer reiniciar pesquerías si obtienen derechos exclusivos en forma de cuotas transferibles o derechos territoriales). En este proceso, Corme se modificará radicalmente tanto en el paisaje humano (ocupado por turistas y trabajadores del mar sin ningún tipo de vínculo local y que, probablemente, vivan en las ciudades próximas) y natural (tras la crisis inicial, no es difícil imaginar una recuperación de los recursos y de los ecosistemas gestionados por los nuevos usuarios, ya en cierto modo propietarios de los mismos).
2) “todo sigue igual y la globalización entra en crisis”. Si la dinámica local no se modifica pero se produen crisis globales (bien económicas bien sociales), los incentivos para el abandono de la comunidad se reducirán, aunque las condiciones locales no mejorarán (y posiblemente empeoren paulatinamente). La comunidad local estará “condenada” a sobrevivir de la pesca sin opciones alternativas, y posiblemente sometida a una crisis adicional que afectaría a los mercados de productos pesqueros.
Los escenarios anteriores se corresponderían a una situación en la que, de forma deliberada o no, la comunidad local opta (a través de sus líderes políticos y sociales) por mantener el modelo tradicional social y económico. En pleno siglo XXI, tiene escaso sentido tratar de mantener un modelo local inalterado cuando este se revela obsoleto ante los cambios sociales y económicos y es, en realidad, rechazado por muchos de sus ciudadanos (como lo demuestran de modo aparentemente silencioso cuando prefieren otro tipos de opciones vitales). Por tanto, otros escenarios de futuro requieren estrategias activas de “adaptación al cambio”. En este sentido, es de una importancia radical que la comunidad realice una reflexión sobre el futuro que desean, analizando las opciones de un modo objetivo y realista evitando posiciones dogmáticas o demagógicas. Así, aunque no se dispone de una capacidad de respuesta ilimitada, existen diferentes alternativas que pueden garantizar un desarrollo local sostenible, en el sentido de que se garantice un bienestar social y económico que haga atractiva la vida en Corme y una estabilidad temporal en las condiciones creadas (la sostenibilidad en el tiempo). Las opciones son numerosas y dependerán, primero, de los proyectos concretos en que se traduzcan las estrategias locales y, segunda, de la buena gestión de estos proyectos. Podemos identificar dos alternativas básicas:
3) “de la comunidad a la red social”. La comunidad puede asumir la nueva realidad que modifica sus relaciones internas y externas y reconvertirse en una red en la que los vecinos, además de mantener sus vínculos locales, establecen nuevas relaciones (sociales, económicas o culturales) con actores externos. Este proceso modificará la estructura social local lo que generará crisis ante la irrupción de nuevos modelos de vida en un entorno tradicionalmente conservador, pero al tiempo ofrecerá nuevas oportunidades de desarrollo. En este escenario, la estrategia se traduciría en nuevos proyectos que promoverían los flujos hacia el exterior (por ejemplo, mejoras en la comercialización, oferta turística, formación, alfabetización digital, participación activa en Internet, etc) al tiempo que incrementarían el valor de las actividades económicas locales. En sentido inverso, la emigración puede considerarse también una oportunidad dado que los emigados conservan vínculos locales y pueden aportar nuevos recursos (financieros o de conocimiento) para el desarrollo de su localidad original. Se trata de empoderar los recursos locales (humanos y naturales) para conectarlos con una economía y sociedad globales. En este escenario, este proceso surje como consecuencia de un diseño de acciones específicas ejecutadas por los poderes locales, tanto a nivel político como socioeconómico. Son necesarias acciones a dos niveles:
- en primer lugar, la creación de un contexto adecuado mediante el desarrollo de iunfraestructuras de comunicación (transporte y telecomunicaciones), la eduación y el diseño de nuevas reglas de juego (por ejemplo, eliminado regulaciones o subsidios que desincentivan o diretcamente impiden nuevas iniciativas económicas y/o creando nuevos incentivos que no actúen de modo perverso).
- en segundo lugar, generando proyectos específicos de desarrollo basados en mejoras en la utilización de los recursos y servicios ambientales y/o la creación de nuevos “modelos de negocio”. Estos proyectos deberían ser accesibles a la población local (empoderada con las acciones de creación de contexto).
4) “de la comunidad al mercado”. En este escenario los tomadores de decisiones asumen la nueva realidad y deciden eliminar (con mayor o menor velocidad) las barreras que impiden el cambio (que existen en forma de regulaciones y/o subsidios, especialmente importantes en los entornos rurales gallegos). Pero, al contrario que en el escenario anterior (donde esta transición es gradual y la desaparición de regulaciones y subsidios se acopla con nuevos proyectos planificados), en este caso no se promueven de modo planificado nuevos proyectos. Se deja que sea la propia dinámica del mercado la que genere los nuevos contextos y los nuevos “modelos de negocio” propuestos antes. En este modelo, la capacidad de adaptación dependerá mucho más de las estrategias individuales, con lo que es esperable la aparición de conflictos importantes en la fase de transición (con mayores desigualdades entre “vencedores” y “perdedores”). En la fase final, probablemente, los mecanismos económicos que se desarrollen sean eficientes y se generen nuevos modelos atractivos para esos “vencedores”, pero dramáticamente diferentes a la actualidad.
Un análisis de la realidad política y las demandas sociales en Galicia nos muestra que lo más previsible es que, caso de optarse por la “adaptación al cambio”, surja un modelo intermedio entre los dos escenarios anteriores en que al tiempo que se reducen progresivamente regulaciones y subsidios aparecen ámbitos sociales y económicos que se dejan a la libre iniciativa individual, mientras que otros son objetivo de proyectos planificados que traten de encauzar el cambio. En cualquier caso, es discutible si el futuro de Galicia discurrirá por esta ruta o bien se optará por “conservar el modo de vida tradicional” (aunque las declaraciones políticas pregonen lo contrario). El pasado reciente ofrece pocas razones para apostar por la adaptación y el presente no ha mostrado aún un modelo estratégico claro que refleje ese necesario cambio.
¿Qué sostenibilidad necesita Corme?
La sostenibilidad se ha convertido en el concepto de moda en los últimos años, casi una marca que nadie que actúe dentro de la corrección política se puede permitir criticar o, tan siquiera, ignorar. Bajo esta apariencia, el concepto de sostenibilidad si puede aportar elementos de interés siempre que se desvista de la capa de márketing y vacuidad que lo adorna y se defina de un modo explícito y operativo. Pero, al tiempo, este concepto engloba visiones muy distintas, y en ocasiones antagónicas, del desarrollo socioeconómico y la gestión y conservación ambiental. Existen dos tendencias en la actualidad preocupantes por lo que significan de freno a la hora de llevar a la práctica el desarrollo sostenible:
- Una visión simple de la sostenibilidad como un proceso positivo en todas sus implicaciones, sin asumir que toda decisión proporciona beneficios pero también costes, por lo que es necesario evaluar ambos y tomar las decisiones según criterios claros sin demonizar unas opciones al tiempo que se sobrevaloran otras.
- Definir el desarrollo sostenible como una necesidad provocada por los problemas ambientales globales e incluso, en casos extremos, a igualar sostenibilidad con lucha contra el cambio climático. No es aquí el lugar para discutir esta visión, pero si de analizar críticamente sus implicaciones para el desarrollo local y la calidad de vida de sitios como Corme.
En este sentido deberíamos analizar al menos tres tipos de sostenibilidad y definir cual es el modelo que realmente interesa:
1. Sostenibilidad global
Responde al modelo comentado más arriba; una defensa de cambios en los modos de vida y los modelos sociales y económicos con el objetivo de evitar el proceso de cambio global que afecta tanto al clima como a buena parte de los ecosistemas y sus componentes. Este modelo ha sido hasta el momento escasamente efectivo en sus resultados (pensemos por ejemplo en el propio protocolo de Kyoto) y se ha convertido en una declaración de buena voluntad por parte de los políticos que esconde pocas, o ninguna, medidas efectivas. Fruto de esta falta de capacidad de acción, el foco se ha centrado en cuestiones de índole ético haciendo en muchos casos responsable directo al ciudadano. Sin entrar a valorar moral y políticamente esta estrategia, sus efectos sobre el desarrollo local son en el mejor de los casos muy lentos, normalmente inexistentes y en ocasiones pueden incluso generar respuestas de rechazo al no aportar soluciones útiles mientras que proponen cambios en los hábitos de vida que reducen la calidad de vida tal como la perciben la mayoría de ciudadanos. En todo caso, los cambios propuestos casi nunca afectan a las cuestiones locales y por tanto dejan sin resolver los urgentes problemas ambientales y de desarrollo que afectan amuchas comunidades.
2. Sostenibilidad del territorio (ambiental)
La sostenibilidad ambiental, del territorio físico, puede ser un requisito para la sostenibilidad humana (o socioeconómica) pero no la garantiza. La conservación ambiental puede entenderse y lograrse de formas muy distintas que oscilan, por ejemplo, desde situaciones de conservación estricta que impide o restringe cualquier actividad humana a otras basadas en una explotación intensa de los recursos naturales y los servicios de los ecosistemas. Por ejemplo, un escenario de despoblación y abandono de las actividades pesqueras en Corme generaría un efecto ambiental positivo. Del mismo modo, el reemplazo de las comunidades pesqueras artesanales tradicionales por nuevos actores podría tener también un efecto positivo si se traduce en una mejor gestión de los recursos (como ya secomentó anteriormente).
3. Sostenibilidad socioeconómica
Este modelo de sostenibilidad se puede traducir en el mantenimiento de un determinado modelo económico y de organziación social y política que, especialmente en el caso de comunidades dependientes de recursos naturales, requiere necesariamente de la sostenibilidad ambiental (dicho de otro modo, que las actividades humanas no generen una degradación de los recursos y servicios ambientales que comprometan su futuro). Puede que esta definición sea muy utilitarista y carente del componente ético que se suele asociar hoy en día la idea de sostenibilidad, pero tiene la virtud de poder ser llevado al terreno de lo tangible de modo que obligue a definir claramente el modelo elegido (social, económico, político y ambiental) y una estrategia explítica para su consecución (asociada a proyectos e indicadores que sean medibles y evaluables).
En este sentido, y regresando a los escenarios descritos anteriormente bajo la denominación de “conservando el modo de vida tradicional”, su viabilidad de futuro es escasa por lo que son opciones que no garantizarán la sostenibilidad social y económica, en el corto y medio plazo (puede que si para los usuarios futuros, diferentes a los actuales). Tampoco garantizan la sostenibilidad ambiental al menos hasta que una crisis grave provoque un abandono que favorezca una recuperación ambiental seguida de un cambio radical de modelo de uso de los ecosistemas.
Los escenarios de “adaptación al cambio” cuentan, por el contrario, con mayores opciones de éxito y serían las opciones adecuadas para aquellas comunidades que opten por un futuro basado en el uso de los recursos naturales y servicios ambientales de la zona y un modo de vida ligado al entorno local (aunque conectado con un entorno global). Pero no suponen, ni siquiera buscan, la conservación de los modelos actuales. Bien al contrario se orientan a su cambio adaptativo para lograr mantener (o mejorar) la calidad de vida de los habitantes de localidades como Corme, generando al tiempo nuevas oportunidades de desarrollo.
Algunos ejemplos de estrategias para la “adaptación al cambio”
El proceso de adaptación supone la definición de una estrategia global que incorpore procesos de cambio y proyectos que actúen a diferentes niveles organizativos (desde las instituciones a los ciudadanos) y distinos ámbitos (desde la educación a la actividad empresarial). Estos proyectos surgirán o se deberían diseñar teniendo en cuenta la realidad local, sus potencialidades y capacidades y sus punto débiles. Existen ejemplos en Galicia, siempre parciales, de esta ruta para el desarrollo sostenible. No trataré aquí de entrar en una descripción y discusión en profundidad de estas cuestiones, pero si puede ser de interés recordar algunos proyectos que se han convertido en una realidad y que han generado un empoderamiento de las comunidades y redes locales, un desarrollo económico y/o una mejor gestión ambiental. Los modelos que se citan a continuación son en general excepciones a un patrón general de inacción y crisis pero constituyen demostraciones claras de la existencia de alternativas y de su viabilidad:
- Modelos de gestión comunitaria basada en derechos territoriales de los recursos marisqueros “específicos”, que han provocado un cambio radical de perspectiva de los usuarios (que pasan a actuar como “propietarios” gestionando activamente los recursos e invirtiendo en su conservación).
- Aparición de mecanismos de mercado en los modelos de gestión comunitaria, por ejemplo en lo que respecta a los sistemas de vigilancia o en la transferencia de licencias (de hecho, algunas pesquerías han evolucionado a modelos aún imperfectos de cuotas individuales transferibles asociados co n derechos territoriales).
- Proyectos nacidos desde el propio sector pesquero de implementación de reservas marinas como herramientas de gestión (desde el caso de Lira al más reciente de Cedeira).
- Nuevos modelos de comercialización que suponen una transición desde la desvinculación absoluta del pescador (asociada a la demonización del “intermediario”) a sistemas basados en nuevas alianzas entre pescadores y comercializadores y el desarrollo de modelos de negocio gestionados directamente por los propios pescadores.
- Recuperación de la cultura pesquera tradicional en dos ámbitos: en la educación primaria y en el desarrollo de nuevas ofertas turísticas gestionadas por la población local.
- Desarrollo de proyectos de acuicultura de pequeña escala tanto para la comercialización directa como para la producción de semilla para recuperación de bancos marisqueros (aunque este tipo de proyectos han sido muy escasos y ha sido una vía de desarrollo prácticamente abandonada por la pesca artesanal y el marisqueo).
- Fortalecimiento de las cofradías de pescadores como modelos organizativos con múltiples funciones: proveedores de servicios a sus socios, gestores de la comercialización (a través de las lonjas y de otros proyectos), participación en la gestión de los reccursos y ecosistemas costeros, representación del sector ante la administración, etc. Aunque las cofradías han evolucionado menos de lo que cabría esperar, la situación es muy variable y algunas de ellas demuestran que son un modelo adecuado para la organización y dinamización de un sector productivo.
- Participación activa (en ocasiones como líderes) de las cofradías en redes internacionales de organizaciones de pescadores. Estos casos representan un buen ejemplo de un cambio de mentalidad y de la capacidad de integración de este sector en nuevas redes globales.
Por otra parte, existen otros proyectos, en que (como en algunos de los citados anteriormente) el grupo de Recursos Marinos y Pesquerías y Fismare han participado (o se encuentran en desarrollo en la actualidad) y muestran oportunidades de mejora en la gestión ambiental y en el desarrollo económico de las comunidades costeras. A mayores de los citados anteriormente, merece la pena comentar algunos otros ejemplos:
- Recuperación de conocimiento ecológico local o tradicional y su integración en nuevas herramientas para gestión (por ejemplo, cartografía de hábitats marinos y de distribución de recursos en sistemas de información geográfica). Estas herramientas están siendo utilizadas ya para toma de decisiones en cuestiones como la ubicación de zonas de reserva, identificación de hábitats para liberación de animales en repoblaciones, etc.
- Desarrollo de modelos estadísticos de apoyo a la gestión del percebe. A partir de información generada por los propios mariscadores (en este caso en un proyecto piloto en A Guardia y Baiona) se ha cuantificado el efecto de las rotaciones entre bancos en la calidad y abundancia de recurso. De este modo se etsá implementando en la actualidad un modelo de simulación sencillo que permitirá defnir en los planes de explotación los tiempos óptimos de rotación entre bancos(duración de la explotación de cada banco y tiempo de descanso), de modo que se maximice la rentabilidad económica de la explotación. Este resultado, obtenido en colaboración con el sector, es transferible directamente a otras situaciones.
- Una aproximación similar al caso del percebe se está aplicando en la actualidad a las explotaciones de bivalvos (en este caso inicialmente en colaboración con las cofradías de la Ría de Pontevedra) con el fin de mejorar los métodos de evaluación de stocks y estimar la efectividad de prácticas habituales como el semicultivo o la limpieza de bancos.
- Desarrollo por las propias comunidades de proyectos de reservas marinas mediante la aplicación de metodologías participativas y la colaboración entre pescadores, científicos, ONGs y otros usuarios de las zonas costeras.
- Implementación de proyectos de comercialización de productos pesqueros que modifican el modelo de negocio tradicional (al implicar activamente a los pescadores, definir nuevos modelos logísticos e introducir elementos de certificación y trazabilidad de productos) al tiempo que introducen tecnologías de la información para su mayor eficacia y la creación de mercados más abiertos y dinámicos.