Como parte de las Jornadas de creatividad social en conflictos urbanos que organiza el colectivo KRAX en Barcelona, el jueves 26 de abril participaré en un debate sobre La implicación de la creatividad social en la transformación urbana. La moderadora, Carola Castellà, hablará sobre Participación social (La Participación como aglutinador entre ciudadanos y la Administración Pública) y el equipo Krax presentará sus investigaciones sobre Creatividad Social como respuesta a Conflictos Urbanos. En mi caso hablaré sobre Creatividad Social (Acercamiento a la variedad e innovación de la creatividad social en la ciudad). Además, se presentarán algunos proyectos en desarrollo en Barcelona y Tokyo, y esperamos acabar con un debate animado. Los debates se podrán seguir desde los sitios http://citymined.org y http://krax.citymined.org.
Las ideas que presento a continuación, algunas de las cuales he ido desarrollando en días previos como posts, serán el argumento principal de mi participación en el debate. Les he dado el formato de preguntas que considero claves seguidas de algunas reflexiones que tratarán de abrir el debate donde se discutan las posibles respuestas.
____________________________________________________________________
Creatividad Social: Acercamiento a la variedad e innovación de la creatividad social en la ciudad
1. ¿Qué es la creatividad?.
Más allá del arte o la cultura, la creatividad se manifiesta (o se puede manifestar) hoy en casi cualquier actividad humana, desde la aparentemente más mundana a la que podamos considerar como más sublime. La creatividad es la fuerza que genera nuevas soluciones a problemas o inventa nuevas rutas para el desarrollo social, económico o cultural. La innovación es un elemento íntimamente asociado a la creatividad, que traduce las nuevas ideas o e conocimiento generado en cambios efectivos (ya sean productos, servicios o nuevas formas organizativas y de gestión).
2. ¿Para qué necesitamos la creatividad?. ¿Cual es la potencia e importancia de la creatividad para el futuro de la ciudad?
Vivimos en ciudades obsesionadas por las infraestructuras, pero el verdadero motor de la vitalidad urbana es intangible. La creatividad es una de las herramientas básicas para generar cambios y resolver problemas. Los ciudadanos tienen dos opciones de respuesta cuando quieren generar cambios en su entorno: denunciar ante los políticos su descontento y persionarlos para provocar un cambio desde el poder político que resuelva el problema, o generar sus propios proyectos autónomos que desemboquen en el cambio (y de paso, obliguen a los políticos a adaptarse en las nuevas tendencias). Por supuesto, una buena estrategia ciudadana debe combinar ambos tipos de acciones y actitudes, y una buena estrategia de presión política necesita también de importantes dosis de creatividad. Pero, por desgracia, estamos demasiado acostumbrados a forzar siempre la opción política olvidando la potencia y necesidad de la propia acción ciudadana autónoma.
En un sistema económico y político basado en el capitalismo, la creatividad y la innovación son las únicas “armas” para superar la “fuerza bruta” financiera. Aunque en muchas ocasiones (cuando los sistemas de mercado no son manipulados por algunos de sus actores) el poder financiero y la capacidad de innovación actúan en sinergia, en muchos conflictos urbanos aparecen como fuerzas en confrontación. Las debilidades (y perversiones) del poder político urbano determinan que en muchas ocasiones la mejor estrategia para el poder financiero sea buscar alianzas, más o menos legítimas, con el poder público evitando de este modo las reglas de juego existentes. Se suele criticar a este tipo de estrategias como una demostración de los fallos del capitalismo cuando en realidad son los propios capitalistas (al menos algunos) los que tratan de evitar los mercados y obtener privilegios fuera de las normas (como se propone en Saving Capitalism from the Capitalists). En estos casos, sólo la creatividad e innovación de las redes sociales ciudadanas pueden desarrollar estrategias que se opongan con ciertas garantías de éxito a las alianzas de los poderes financiero y político.
Por otra parte, en un sistema social y económico post-industrial donde las tecnologías de la información reducen a (casi) cero el coste de muchas barreras de entrada, las oportunidades para generar proyectos por los propios ciudadanos (sin necesidad de la intermediación política o financiera) se multiplican. De este modo surgen nuevas ventanas de oportunidad.
3. ¿Quién es (debería ser) creativo?.
Todo el mundo puede ser creativo, y una ciudad o un barrio serán creativos sólo si sus vecinos lo son. Importar creatividad no nos hace creativos, a no ser que sea una vía para desarrollar un cambio interno.
4. ¿Existe creatividad en equilibrio? o ¿es necesario el cambio contínuo?.
La inestabilidad y la destrucción creativa como motores de la innovación urbana
5. ¿Existen tecnologías creativas o usos creativos de la tecnología?. ¿Cuál es el papel de la web 2.0?.
Web 2.0 en España: innovaciones sociales y políticas
6. ¿Cómo generar creatividad?. ¿Deben los políticos ser creativos? ¿Deben tener ideas propias?.
Ests preguntas se plantean habitualmente como una confrontación entre dos modelos que reciben diferentes denominaciones: top-down vs. bottom-up; contenidos vs. contextos; planificación vs. estrategia.
Al tiempo, ambos modelos presentan implicaciones sobre la gobernanza de las propias ciudades. El poder blando (la creación de contextos y el empoderamiento de de los ciudadanos) es, por la propia naturaleza urbana, el que puede lograr un mayor alcance como dinamizador, pero aún así la mayoría de ciudades siguen siendo gobernadas con un modelo casi exclusivo de podr duro (basado en regulciones y subvenciones), limitado en su alcance. Las tendencias están sucediendo en otros tipos de organizaciones, más fácilmente gobernables desde el poder duro, nos indican por donde puede ir el futuro de la gobernanza urbana y el papel de las redes sociales: De la empresa 2.0 a las ciudades 2.0: nuevos modelos de gobernanza basados en el poder blando.
Hace poco, en una mesa redonda, se planteaba de un modo un tanto drástico la pregunta sobre si los políticos debían tener ideas (provocando un cierto enfado, en parte justificado, de algunos de los políticos presentes). Algunos manifestaban su miedo a las ideas de los políticos. Pero, la cuestión no es tanto si los políticos deben tener ideas propias (como ciudadanos, y por tanto personas creativas, lo anormal sería que no las tuviesen), como qué tipo de ideas. Existen dos modelos básicos de político (arquetipos simplificados que seguramente no representarán a ninguno real). Por una parte el visionario que idea internamente las soluciones específicas que “debe” aplicar a los problemas de sus ciudadanos. Por otra parte, aquel que idea contextos para empoderar las redes sociales y los flujos de personas y conocimiento, de modo que la creatividad surja de abajo a arriba explicitando el conocimiento local y promoviendo la construcción colectiva de soluciones.
Las soluciones visionarias pueden ser exitosas en ciertas ocasiones, pero pueden conducir, y ha sucedido en numerosas ocasiones, a desastres para los receptores de esos proyectos. Por el contrario, un político que genere contextos podrá también proponer ideas que competirán con las de otros ciudadanos o colectivos, de modo que la probabilidad de error en las soluciones adoptadas se minimice.