La relación entre el arte y el código abierto es incierta, compleja, y por el momento escasamente desarrollada más allá de aquellos creadores que utilizan de una u otra forma herramientas o soportes digitales (como ya discutimos aquí y aquí). Pero, la idea es en realidad mucho más antigua de lo que pudiese parecer y fue ya desarrollada antes por algunos pioneros con formatos y métodos de producción “analógicos” como la escultura o la pintura mural. El trabajo de Sol LeWitt, fallecido el pasado domingo, es posiblemente el mejor ejemplo en esa dirección. Aunque él nunca denominase a su trabajo código abierto, deberíamos reconocerlo como uno de sus creadores.
Sol LeWitt (obra) fue uno de los padres del arte conceptual y del minimalismo. En este post no vamos a comentar su obra (que sin duda lo merece, pero que se está haciendo mucho mejor en otros sitios), si no llamar la atención sobre su método de trabajo. LeWitt fue en realidad un pionero al separar el “código” del producto final de una obra de arte, y al abrir el código para que otros pudiesen reproducirla sin necesidad de la participación del creador original.
LeWitt diseñó esculturas modulares y murales sistemáticos compuestos por conjuntos de instrucciones pecisas, logicas o matemáticas, que cualquiera podría ejecutar (“compliar”) posteriormente para construir la obra (tal como lo describen en LA Times). Su idea era que la verdadera creación artística se situaba en la gestación de la idea y en el diseño, mientras que el proceso de producción era una cuestión de artesanía o ingeniería. Tal como recoge El País, la historiadora J. Fiona Ragheb definió así su trabajo en el catálogo de la colección del Museo Guggenheim:
"LeWitt desarrolló un método de trabajo para crear obras de arte basadas en simples direcciones, obras que pueden ser ejecutadas por otros en lugar del artista. Rechazó la noción de arte como un objeto único y precioso"
No parece que nadie hasta el momento haya utilizado las instrucciones de LeWitt para construir nuevas obras, pero la oportunidad parece clara y muy probablemente LeWitt vería con interés el experimento. Pero, puede que el mundo de la pintura y la escultura sean aun demasiado conservadores para aventurarse por estas formas de creación y expresión, y uno de sus mayors innovadores contemporáneos acaba de desaparecer. El mismo artículo, de hecho, explica la obsesión de LeWitt por despojar la creación artística de sus secretos (romper los códigos cerrados) y convertirla en un proceso abierto, al menos en su dimensión de reducción a sus partes fundamentales:
Sol LeWitt se singularizó entre los otros representantes de aquella tendencia por su deseo de desvelar las estructuras, es decir, los patrones lineales subyacentes a las formas. No era la suya la obsesión de un matemático puro, sino la de un dibujante que ha de visualizar en superficies planas formas geométricas tridimensionales: se trazan entonces los contornos, con un tiralíneas, o con un lápiz muy afilado, y aunque no se rellenen con color los planos, el espectador los ve y reconstruye mentalmente los cuerpos creados. Pues bien, Sol LeWitt llevó literalmente ese procedimiento al espacio real, haciendo esculturas de formas cúbicas modulares que se definían solamente por los contornos angulares. Se trataba de líneas en el espacio, por parafrasear una expresión utilizada hace ya muchos años para ciertos trabajos de Picasso. No era cuestión de colocar juntos varios cuerpos repetidos, como hacían otros minimalistas (Donald Judd o Morris Louis, por ejemplo), sino de jugar con la multiplicación modular de una misma estructura en el interior de una malla lineal muy compleja, aunque comprensible.
Eran creaciones diáfanas, jaulas conceptuales. Nada está oculto. Su accesibilidad óptica nos parece como una metáfora de su penetrabilidad conceptual. Esta abolición radical del secreto tiene muchas consecuencias: morales, desde luego, pues revelaría la larga persistencia en el arte contemporáneo de la ética protestante; pero también esto influye en la curiosa sensación de inmaterialidad que tienen unos trabajos que podrían ser lo mismo maquetas en miniatura que gigantescos monumentos urbanos. Sólo el contexto humano puede darles una dimensión física, porque la transparencia y su rigor conceptual los sitúan en un ámbito no contingente. Las obras tridimensionales de LeWitt, en realidad, no envejecen, pues al estar hechas industrialmente, siguiendo sólo las instrucciones del autor, son renovables indefinidamente, como las piezas de un motor.
Y esto mismo sucede con sus dibujos o pinturas de pared. Sol LeWitt enviaba los bocetos o proyectos, y otras personas ejecutaban las obras en el lugar correspondiente (muros de museos y centros de arte, generalmente). Los mismos planos (como los realizados para un edificio por cualquier arquitecto) podían servir para repetir la pintura en ese sitio, años más tarde tal vez, o en cualquier otra parte. Su producción pudo así ser inmensa (se dice que hizo unos 1.200 trabajos de este tipo). Pero lo singular es que los dibujos de pared estaban destinados a su destrucción en un plazo de tiempo que nunca ha sido muy dilatado. Y eso, aunque parezca extraño, es lo que les garantiza su eternidad: al no poder llegar a sentir el paso del tiempo, no les ha llegado el momento de la degradación; son cosas físicas, que se pueden ver (y hasta tocar), pero pertenecen al ámbito de las ideas. Aunque Sol LeWitt, el hombre, haya fallecido, su obra pertenece literalmente a la inmortalidad. ¿Una paradoja? Respondamos con sus propias palabras: "Los artistas son místicos más que racionalistas. Llegan a conclusiones que la lógica no puede alcanzar".
Curiosamente, la filosofía LeWitt se está convirtiendo en la mejor garantía de la pervivencia de su trabajo. Así por ejemplo, se acaba de anunciar el próximo derribo de un edificio que aloja el Wall Drawing #652 (vía Archinect):
644 Pacific Street is in the footprint of Bruce Ratner's proposed "Atlantic Yards" project, specifically in the footprint of the arena itself. In that building, once occupied by one of Mr. LeWitt's studio assistants, are at least two wall paintings by the artist. The building is in the list of the first round of demolitions the developer intends to begin in the coming weeks.
Yesterday we spoke with Sol LeWitt's art business manager who told us that the works need not be preserved but really should be photographed. So, these wall paintings should be photographed for historical documentation and the Sol LeWitt catalogue.
La preservación fotográfica de esta obra, junto con las instrucciones originales, hará posible su replicación en otro lugar. De hecho, ese es el objetivo de una exposición que está organizando la Yale University Art Gallery y que se cita en el artículo que Los Angeles Times le dedica a Sol LeWitt:In 2004, LeWitt began discussions with the Yale University Art Gallery about committing a large number of wall drawings and his archive to the teaching museum. That arrangement led to plans for a long-term exhibition, "Sol LeWitt: A Wall Drawing Retrospective," which will feature 50 monumental works created between 1968 and 2007 and will be shown in an abandoned factory building being refurbished at the Massachusetts Museum of Contemporary Art in North Adams.