Ultimamente he utilizado como ejemplo paradigmático de ideas contra-intuitivas acerca de como funcionan las ciudades, los casos de que comenté en Gestión del tráfico sin reglas: entre la auto-organización y el diseño. Realmente, ya había hablado del mismo tema (curiosamente con referencias diferentes, aunque todas en la misma línea) unos meses antes (pero lo había olvidado por completo): Diseñando el tráfico urbano a partir del "wisdom of crowds" de peatones y conductores. También habían hablado del tema, en este caso para comentar la experiencia de la ciudad holandesa de Drachten, Oriol Lloret (Eliminar semáforos: una cuestión de confianza y sistemas complejos) y Julen Iturbe (Sin señales y Flujos de tráfico, gestión de empresas).
El propio Oriol me ha hecho descubrir otro video sobre Road Traffic in India, aún más espectacular que los que enlacé en su momento:
Oriol nos recordaba este video en respuesta a otro sugerido por Ramón Sangüesa sobre otro cruce de avenidas, en este caso en San Petesburgo (Mad intersection – Russia):
Escenario similar, tráfico similar … consecuencias un tanto diferentes. Partiendo de los casos asiáticos, lo “razonable” sería que el cruce ruso funcionase “como una seda”. … Pero nos falló la teoría. Es lo interesante de los sistemas complejos auto-organizados, que es imposible predecir su comportamiento. Podríamos sobre la marcha elaborar una nueva hipótesis que explique esta “anomalía rusa” (diferencias culturales y/o que no es equivalente un cruce sin reglas en un lugar donde lo habitual es que no existan reglas que en otro en que normalmente existen y ese cruce es la excepción). Pero, también podríamos acudir a explicaciones más mundanas y hablaríamos de un supuesto efecto vodka.